Delfina Corti.- En una de las noches más frías del año austral, Ariel Arnaldo Ortega ingresa al Monumental encapuchado. No quiere ser reconocido por los hinchas de River, que le aman y admiran. No le gustan las fotos, ni las preguntas de los periodistas. Está a punto de disputar un partido con el equipo senior del club, que reúne a futbolistas históricos de la institución. Y sin embargo… un nombre lo detiene. En los pasillos llenos de escombros por la remodelación del estadio se frena para decir algunas palabras sobre Diego Armando Maradona. Breves, concisas, pero con peso como lo eran sus gambetas.
“No sé por qué me quiso desde el primer momento. Siempre tuvimos una relación especial. Nunca me voy a olvidar de aquella declaración, el día que me citó por última vez a la selección argentina. Yo lo amo por cómo fue conmigo, por cómo fue fuera de la cancha”. Tras 30 años del Mundial de Estados Unidos 1994 el Burrito suelta aquellas palabras antes de conseguir el bicampeonato senior con el club de sus amores.
«Estuve todo ese tiempo con él, fuimos pocos los que pudimos disfrutar de una situación así. Fue increíble: parecía que yo era Maradona y que él era Ortega. 'Agarrá el control, hacé lo que quieras', me decía. No lo podía creer», recuerda el Burrito del 94.
Diego Maradona lo arropó en cuanto lo conoció. Ortega no sabe con precisión el porqué. Quizá Diego lo deslizó encubiertamente alguna vez cuando dijo: “Los demás serán buenos jugadores, pero no hay otro con la chispa de Ortega. En la gambeta, tiene diversión".
Después de varias idas y vueltas -tras lesiones de por medio-, Maradona decidió en marzo del 94 disputar su último mundial. Así se lo comunicó al entrenador Alfio “Coco” Basile y al resto del cuerpo técnico que le armó un plan de trabajo para que llegara en óptimas condiciones físicas al torneo. Aquel mes Argentina tuvo un amistoso contra Brasil, pero Diego lógicamente no jugó. Y, sin embargo, viajó a la ciudad brasileña de Recife para estar con sus compañeros, para compartir horas con ellos.
«Cuando no estuve bien, Diego me llamó. Por eso lo amo. Cuando era pendejo y chupaba por ahí, necesitaba un abrazo, unas palabras, un cariño. Él me lo dio y por eso estoy agradecido eternamente», recordó Ortega.
“Y para sentarme en el banco del Seleccionado mayor por segunda vez en toda mi vida: la primera había sido en el debut; ésta, por una gentileza del Coco, para no dejarme en la tribuna”, confesó Diego. Maradona y Ortega compartieron por primera vez plantel y mientras observaban el partido probablemente gestaron lo que sucedería un mes después en la provincia norteña argentina.
CONFESIONES
“Durante la concentración en Salta [para un amistoso frente a Marruecos], me querían sacar a Ortega de la habitación porque en River decían que yo le podía meter en la cabeza algo…Orteguita me dijo: “Yo me quiero quedar en la pieza con vos”. El Burrito, a mí, me habló como un hombre, sabía todos los problemas que tiene Jujuy con la droga, me habló de todo lo profesional que era y también de todo lo profesional que no era porque se le cantaba el culo. Un fenómeno”, explicó Maradona.*
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