La cuarta pared

¿Qué une a Diego Maradona con un niño esquimal? La necesidad humana de reivindicar en el momento del éxtasis de una celebración de un gol. La era del fútbol ante el objetivo de una cámara por el músico Guille Galván, de Vetusta Morla.

Forografía Panci Calvo

Guille Galván.- Existe en el fútbol una suerte guadianesca que repite cada cierto tiempo las mismas estampas en diferentes lugares. Cierta carga genética que, aun careciendo de la base empírica suficiente como para enunciar una teoría, deja maravillosas repeticiones cíclicas; legados que pasan de campo a campo, de jugador a jugador. Nos encanta encontrarlos y conectar como un resorte, espacios y tiempos distintos. De la misma manera que reconocemos en un niño los gestos del padre y el labio superior de la mamá aceptamos, por ejemplo, que en el gol desde el centro del campo que Aragón le hizo a Zubizarreta en el 90 estaba el empeine de Pelé o que a Zidane le salió el acento checo de Antoni Panenka cuando fue a lanzar el penalti de la final del Mundial 2006. Dicen que son guiños que se adquieren por imitación, a base de repetirlos, aunque yo no acabo de creerlo.

Dudo que Messi, Suárez y Neymar vieran en el hotel el intento de Cruyff antes de reconstruir el penalti más increíble de la historia de la Liga. Ciertos tics están el el aire, se llevan dentro y, de vez en cuando, se clonan como espejos en patios, parques o estadios. Boston, Junio de 1994. Mundial de EEUU. Maradona acaba de marcar el tercer gol de una Argentina imperial a la débil selección griega. Tras una gran jugada al primer toque con Balbo y Redondo, el 10 golpea desde el borde del área y la clava en la escuadra helena. Tras el tanto, echa a correr enfurecido, con la mirada fija en la cámara lateral que hay la banda. Parece que se va a comer el objetivo antes de entrar de golpe en los salones de medio mundo.

Tras una gran jugada al primer toque con Balbo y Redondo, el 10 golpea desde el borde del área y la clava en la escuadra helena. Tras el tanto, echa a correr enfurecido, con la mirada fija en la cámara lateral que hay la banda. Parece que se va a comer el objetivo antes de entrar de golpe en los salones de medio mundo.

 El gol ha sido la excusa perfecta para reivindicarse tras años señalado. Como si de un actor bretchiano se tratase, Maradona se apropia de la Teoría del Distanciamiento y rompe con esta celebración la catarsis del espectáculo.

El gol ha sido la excusa perfecta para reivindicarse tras años señalado. Como si de un actor bretchiano se tratase, Maradona se apropia de la Teoría del Distanciamiento y rompe con esta celebración la catarsis del espectáculo.

Corre y chilla al espectador mirándole a los ojos, pero no al que está en las tribunas del Foxboro Stadium sino a cada uno de los millones de televidentes que le observan desde el sofá. Se pasa por el forro el raccord clásico y rompe la cuarta pared y pone de manifiesto que se acaba la era del fútbol para el público y comienza la etapa del fútbol para el telespectador. Lo que estáis viendo es mentira o lo será dentro de poco, parece decir. He sido el mejor, ahí os quedáis. Y ahora me salgo de plano porque esto ya no va conmigo. Lo que le sigue ya es historia: la imagen en el túnel junto a la enfermera, la efedrina, el doctor Cerrini, las excusas... Días después, la apisonadora rumana de Hagi y Dumitrescu, mandó a la albiceleste, no solo a casa, sino al diván durante dos largas décadas en las que Argentina no ha sido capaz de ganar ningún título. “Me cortaron las piernas” repetía el Pelusa en cada entrevista en modo mantra, refiriéndose a la FIFA como un púgil tarado. Groenlandia, verano 2015.

 

La enorme isla pertenece a Dinamarca como región autónoma y no puede disputar partidos internacionales, entre otras cosas, porque no tiene campos de hierba natural como pide la misma FIFA que le dio el mundial a EE.UU. cuando contaba con una inmensa mayoría de estadios de césped sintético. Sin saber probablemente quién es Maradona ni siquiera haber nacido en el 94, este niño groenlandés -con las piernas también medio ocultas- repite la escena pero en un modo inverso. Si Maradona había roto la ficción para entrar aterrizar en la realidad. Esta imagen abre la puerta de lo imaginario en el umbral de lo cotidiano. Se lanza alarmado hacia la cámara, no para celebrar ni reivindicar su juego sino para crear tenemos césped, no tenemos, camisetas de merchand oficial, nuestra pelota no tiene logos. Así ha sido siempre. Somos el fin del mundo y mantenemos el secreto de los pioneros. Tenemos piernas y también jugamos. Mantenemos la llama, luego existimos”.•