Alejandro Requeijo.- Firma David Foenkinos una novela fantástica titulada ‘Número dos’ (Alfaguara). El autor se imagina qué ha sido del niño descartado en el último momento para protagonizar la exitosa adaptación al cine de la saga Harry Potter. El elegido fue finalmente Daniel Radcliffe, que ahora tiene una fortuna multimillonaria y un cameo en Los Simpson. Resulta entre apasionante y aterrador asumir hasta qué punto un instante puede determinar nuestro paso por el mundo.
Muchos han tratado de explicarlo, pero nadie estuvo tan acertado como Woody Allen en ‘Match Point’: todo o nada en función de hacia qué lado de la red caiga la pelota. Perder un autobús, usar la palabra exacta, aceptar ese trabajo, apuntarte a un viaje a última hora, leer el libro que se dejó tu ex… una vida nueva acecha en cada esquina. Es fascinante tener la lucidez de detectar esos momentos casi como una autopsia vital, ser consciente del momento en el que todo se fue a la mierda o al revés.
BEST» En su plenitud en el Manchester United. Foto. Cordon Press
El protagonista de Foenkinos se llama Martin Hill y en la ficción que describe la novela termina de vigilante en el Museo de Louvre. Cualquiera consideraría eso un privilegio, pero para el pobre Martin toda su vida fue un fracaso desde aquel casting fallido.
El United pensó en otra persona para su banda derecha solo dos años antes de fijarse en Best. Era un gigantón escocés de 1,90 que enamoró a Matt Busby durante un partido de exhibición. El chico tenía 23 años pero contestó que le interesaba más el teatro. Se llamaba Sean Connery
Encontré una anécdota similar en la autobiografía de George Best, publicada en español por Contra Ediciones bajo el título ‘El mejor’ (‘The Best’). Resulta que el quinto beatle podría no haber existido por uno de esos detalles absurdos que en su caso consistió en hacerse demasiado el machito.
El mito del Manchester United estuvo a punto de ser otra cosa por hacerse el duro en su primer día con los diablos rojos.Y su relato permite descubrir que el origen de Best también tuvo a su propio Martin Hill. Existió un joven que podría haber sido mejor que el icónico futbolista norirlandés, pero se quedó en el camino. Se llamaba Eric McMordie y su existencia en el más absoluto anonimato permite calibrar casi en paralelo lo que podría haber sido la otra vida de George Best.
BELFAST» Best con su selección. Foto. Cordon Press
Vayamos al Belfast de 1961, el joven George ya despunta a sus 15 años y un ojeador del United le echa el guante. Le ofrece un par de semanas de prueba en Mánchester, lo que supone dormir fuera de casa por primera vez, en otro país. Los diablos rojos ya eran un club con glamour entonces, el primer equipo inglés en disputar la Copa de Europa y especialmente popular por la tragedia de Munich ocurrida tres años antes. Aquel acontecimiento marcó la historia de la entidad. El United había eliminado al Estrella Roja en Belgrado y el avión que les traía de vuelta sufrió un accidente al hacer una parada técnica en Múnich. Murieron ocho jugadores, incluido Duncan Edwards, la perla del fútbol británico. Con todo, la institución supo reponerse en torno a supervivientes como Bobby Charlton y el entrenador, Matt Busby. *
*Lee el resto del reportaje en la edición de verano de Líbero.