Julio Ocampo.- La Totti Soccer School nació en el año 2000. Al mando están su presidente -Riccardo Totti- y el administrador delegado -Venanzio D'Alessio. Cuenta con casi 500 chicos inscritos, con edades que van desde los cinco hasta los 18 años. Además, una red importante de treinta entrenadores y sesenta dirigentes. Siempre con el objetivo de facilitar el desarrollo progresivo de cada equipo. Compiten en Elite, Provinciale y Regionale. Todo en un lugar, a medio camino entre el mar y Ostia Antica (la pequeña Pompeya), que cuenta con un campo de fútbol once, uno de fútbol ocho y otro de fútbol siete, tres de fútbol sala y tres de pádel, una de las grandes pasiones de Francesco Totti.
A medio camino entre el mar y Ostia Antica (la pequeña Pompeya), que cuenta con un campo de fútbol once, uno de fútbol ocho y otro de fútbol siete, tres de fútbol sala y tres de pádel, una de las grandes pasiones de Francesco Totti.
Además, la academia ofrece un proyecto de alternancia escuela-fútbol, uno de instrucción para profesores de la escuela y uno cuyo gran objetivo es el de acudir al deseo de los chicos con alguna deficiencia intelectiva que desean practicar igualmente el deporte rey. Se trata de una propuesta educativa que valoriza la globalidad de la persona: el niño en el centro es seguido en su completo crecimiento físico, motorio, emotivo, intelectual y social. En definitiva, un trampolín para que nada quede al azar en esta factoría que no busca talentos sino formar personas para que en un futuro hipotético alguno pueda heredar el diez de Totti en la Roma o en cualquier parte del mundo… Y si no fuera así pudiera tener al menos el empaque necesario para poder afrontar la vida con recursos y valores.
» TOTTI SOCCER SCHOOL
La escuela de Francesco en Ostia, gestionada por su hermano, donde se percibe un ambiente familiar y apacible. Es común ver al 10 jugar al pádel en sus instalaciones.
“Su filosofía es familiar, de diversión, más social que deportiva. Una visión en perspectiva. No todo el mundo puede ser bueno, y tampoco pasa nada. Tiene que ser una especie de pasaje, un mediador entre dos mundos. El objetivo es dar una base, que crezcan y maduren los jóvenes. Que piensen solamente en divertirse y ya está. En estar con amigos. Eso era lo que hacía yo, y no teníamos nada. Hoy es más complicado porque hay de todo”. Las palabras de Totti seguro que no hacen milagros pero podrían indicar el camino, a través del instinto, que cada uno puede tomar en la vida. El suyo fue el de alguien que amó más que nadie y jugó mejor que ninguno. La crisis, moral y psicológica, que deja la cuarentena se cura viendo, recordando el fútbol ingenuo e infantil, espontáneo, moderno y sofisticado del tótem romano.