*Igor Paskual.- Petit Pop es un grupo atípico, pero tan necesario que aún no somos conscientes de la tarea que están realizando en esta sociedad. Son un conjunto de músicos de la escena de Gijón que han montado una banda para niños. Pero las canciones son tan buenas, que gustan también a los padres. Por eso, sus conciertos son un éxito, porque se divierten todos, no sólo los hijos como suele pasar en tantas y tantas cosas pensadas para críos. De hecho, yo escucho sus discos aunque mis hijos no estén presentes. Uno de los mayores problemas de este país es que todo está pensado en segmentos, para hombres, para mujeres, para urbanitas, para amantes de lo rural. Todos separados. Pero la peor separación es la que existe entre mayores y pequeños, esa disociación que no nos deja vivir en colectivo.
Por eso, las fiestas de prau asturianas son tan maravillosas, y es que ahí tiene cabida todo el mundo, sin embargo en una discoteca o en un pub, no. Petit Pop ponen remedio musical a este problema. Acaban de editar su quinto álbum, y abren con este temazo que tiene un aire a lo Beastie Boys, con un fraseo de nivel y una programación a cargo de DK Koo muy lograda. Y habla de un niño que está obsesionado con el balón, que no con el fútbol. Se trata de alguien que disfruta regateando y chutando, que aún no ha entrado en el proceloso mundo de los equipos infantiles y los gritos de los padres en las gradas. Alguien que juega al balón en todos los espacios que tiene a su alrededor, no sólo en el rectángulo reglamentario.
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