La jubilación pirenaica de Saviola

El conejo lleva tres años viviendo en Andorra. Buscó la tranquilidad, la naturaleza para la familia y un balón pequeño. El fútbol sala ha descubierto que el talento del potrero funciona.

Fotografía Maricel Blanch

Adrià Esteban Weitzman- Buenos Aires, Barcelona, Mónaco, Sevilla, Barcelona, Madrid, Lisboa, Málaga, Atenas, Verona y Buenos Aires. 11 destinos y nueve ciudades durante 18 temporadas en la élite. La vida futbolística de Javier Pedro Saviola ha transcurrido a un ritmo trepidante desde que con 16 años se convirtiera en el jugador más joven en marcar con River Plate en el debut. “A los 15 años comencé con el primer equipo y a los 16 profesionalmente. No fue poco a poco como van llevando a todos los chicos para que se vayan adaptando, lo mío fue un golpe tremendo”, recuerda. Se retiró con 34. “Al haber empezado tan joven creí que era el momento. Tenía a los niños muy chicos y me gustaba quedarme en casa con ellos y disfrutarlos. En el profesionalismo te pierdes cumpleaños, graduaciones, despertarte con ellos o llevarlos al colegio”, añade. Jubilado con toda la vida por delante.

 “A los 15 años comencé con el primer equipo y a los 16 profesionalmente. No fue poco a poco como van llevando a todos los chicos para que se vayan adaptando, lo mío fue un golpe tremendo”, recuerda. 

Tocaba buscar el lugar donde ver crecer a la familia y eligió la montaña. Una inusual elección para un futbolista retirado: Andorra. “Teníamos algunos sitios como Lisboa o Barcelona pero acá estaba Diego, mi abogado y amigo. Ya había venido cuatro o cinco veces cuando estaba en Barcelona y me había gustado su tranquilidad. Me lo recomendó como primera opción para, desde aquí, pensar en otra ciudad”. La familia Saviola se instaló hace tres años en el Principado, un pequeño lugar y también un paraíso fiscal, aunque asegura que su decisión pirenaica no tiene que ver con la declaración de la renta. “Me encanta el deporte. Salgo a correr y hay lugares hermosos. Ciclismo, tenis, pádel… fui haciendo mi grupo y mi vínculo y me fui sintiendo bien”, expresa el conejo sobre su integración a una multicultural sociedad donde hay una nutrida colonia argentina. “Hay muchísimos lugares para hacer parrillas argentinas”, confirma el ex futbolista.

La familia Saviola se instaló hace tres años en el Principado, un pequeño lugar y también un paraíso fiscal, aunque asegura que su decisión pirenaica no tiene que ver con la declaración de la renta

Como un viejo rockero, un futbolista lo es hasta la tumba y a Saviola le faltaba un balón. “Uno nunca deja de ser futbolista y de seguir sintiendo…”. Por eso, a las carreras populares o la bicicleta, el argentino sumó el Sideco Encamp, equipo de fútbol sala de la primera liga andorrana. “Me metí un poquito de casualidad, porque había un chico que yo conocía. Y me dice: mañana cierra el libro de pases, ¿quieres jugar al fútbol sala? Ni me lo pensé. Y firmé. Y ya empecé a jugar y cada día me gusta más”. El fútbol sala no es algo desconocido para Saviola que jugó desde los cinco años en Parque Chas, un humilde club de Buenos Aires. “Allá le dicen baby-fútbol, que es totalmente distinto al fútbol sala. Juegas en un campo pequeño pero no tienes las estrategias ni la táctica de fútbol sala. En Argentina hay canchas de fútbol sala por todos los lados y un club de baby fútbol cada 300 metros. Son clubes de barrio y todos los chicos que compiten los domingos en Boca, River o Vélez el sábado juegan en este equipo de barrio”, explica*

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