*Texto Federico Frau Barros | Fotografías Agencias.- Dos días después de que los militares argentinos tomaran el poder aquel fatídico 24 de marzo de 1976, un grupo de uniformados asesinaba por la espalda a Gustavo Papilo Olmedo, mientras cubría con su cuerpo a un bebé de 9 meses. De su cuerpo baleado, no se supo nada. Papilo había llegado a la ciudad argentina de Córdoba para estudiar Ingeniería y allí se inició en la militancia universitaria. Olmedo era de Los Sarmientos (La Rioja) donde había sido el máximo goleador del equipo local con más de 200 goles antes de cumplir 18 años, a comienzos de la década del 70. Gracias al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), un grupo de profesionales que recupera e identifica los restos de personas desaparecidas, y a las Abuelas de Plaza de Mayo, una organización de derechos humanos que busca restituir la identidad de bebés apropiados por los militares, los restos de Papilo fueron encontrados en una fosa común de un cementerio de Córdoba en 2003.
De su cuerpo baleado, no se supo nada. Papilo había llegado a la ciudad argentina de Córdoba para estudiar Ingeniería y allí se inició en la militancia universitaria
El cuerpo de Papilo fue el primero y uno de los únicos en ser identificado de la larga lista de 39 deportistas desaparecidos que tuvo la última dictadura militar argentina. Hoy tiene una tumba con su nombre donde Fausto, aquel bebé hijo de dos amigos de Papilo, y hoy militante que acompaña a las Abuelas de Plaza de Mayo, puede llevarle flores. El listado completo de deportistas desaparecidos puede leerse en el libro Deporte, desaparecidos y dictadura del periodista Gustavo Veiga. Cerca de 30.000 personas fueron detenidas, asesinadas y desaparecidas en Argentina durante los siete años y medio que duró el régimen militar más cruel que azotó al país. Esa es la cantidad de muertos sin tumba, que no pudieron ser velados. El porcentaje de deportistas, comparado con el total, es mínimo: 0,1%. Y si pensamos en la cantidad de futbolistas, el porcentaje es de poco menos del 0,02%. Sin embargo, la celebración del Mundial en Argentina en 1978, en un ejercicio de propaganda política nunca visto, vincula al fútbol y a la dictadura en el memoria colectiva. Antonio Piovoso, exportero de Gimnasia y Esgrima La Plata, fue el único de los futbolistas desaparecidos que llegó a jugar en la máxima categoría. Disputó solo tres partidos, allá por 1973, en los que reemplazó a su ídolo: Hugo Gatti.
Cerca de 30.000 personas fueron detenidas, asesinadas y desaparecidas en Argentina durante los siete años y medio que duró el régimen militar más cruel que azotó al país.
Piovoso no fue un gran activista, los testimonios coinciden en que sus acciones se limitaron a repartir folletos de un espacio político, pero eso fue suficiente para que un grupo de militares le arrancara la vida el 6 de diciembre de 1977 en La Plata, medio año antes del oscuro mundial. En un artículo publicado en El Gráfico en 2013 el periodista Andrés Burgo lo definió como el jugador robado por los militares, pero también olvidado por el fútbol.
TAMBURRINI
La noche del 24 de marzo de 1978 -estas historias ocurrían de noche- cuando se cumplían exactamente dos años del golpe de Estado, otro portero sería protagonista de una historia conmovedora. Claudio Tamburrini, portero del club Almagro de la segunda división y estudiante de Filosofía, llevaba ya cuatro meses secuestrado en una casa que funcionaba como centro clandestino de detención en el oeste de Buenos Aires. “¿Quién es el arquero de Almagro?”, preguntaban los militares cada vez que entraban al cuarto donde lo tenían encerrado. Tamburrini se identificaba y la respuesta era siempre la misma. “Si sos arquero, ¡atajate esta!”, le decían y empezaban a golpearlo, tal y como explicó el exportero y actual doctor en Filosofía que hoy reside en Suecia, en un reportaje con la periodista María Cappa en la tercera edición de Líbero.**
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