Texto Eduardo Bravo | Imágenes Alessio Spataro / DeBolsillo.- En febrero de 2017 se cumplieron diez años de la muerte de Alexandre Campos Ramírez, también conocido como Alejandro Finisterre o Alexandre de Fisterra. Este gallego, militante republicano desde su juventud, conoció los estragos de la guerra, el exilio, el París de la segunda postguerra mundial y el México de Lázaro Cárdenas, país en el que trabó amistad con Juan Larrea, Diego Ribera, Max Aub o León Felipe, poeta del que llegó a ser albacea. A todas estas credenciales hay que sumar su habilidad para escapar con vida de varios operativos ejecutados contra él por servicios secretos de diferentes países y la principal razón por la que ha pasado a la historia: la invención del futbolín. Gracias a esa creación, la muerte de Alexandre Campos no solo fue noticia en España.
Medios de comunicación de diferentes países cubrieron el hecho y aportaron detalles de la vida de este editor, inventor, escritor, poeta y combatiente de izquierdas. Al menos los suficientes como para despertar la curiosidad del ilustrador Alessio Spataro. “Los medios italianos se hicieron eco de su muerte y describieron a un personaje fascinante, con una vida llena de aventuras e incluso de misterio. Un personaje víctima de un continuo exilio y al que se le atribuía la invención del futbolín, un juego presente en todo el mundo que marcó buena parte de mi juventud”, explica Spataro. Llevado por la curiosidad, este ilustrador italiano decidió investigar los antecedentes del futbolín y averiguar si era cierto que Campos era su verdadero inventor.
En sus pesquisas, Spataro se remontó al siglo XIX, época en la que hay constancia documental de un juego de mesa que se considera precursor del futbolín, aunque lo cierto es que recuerda más a una máquina de petaco. Las primeras muestras con un aspecto semejante al de los futbolines actuales las halló Spataro en el Reino Unido en 1908 y en Francia hacia 1920, donde incluso se llegaron a fabricar modelos circulares o en forma de cruz. Sin embargo, habría que esperar a 1930 para que la marca francesa Sportfoot desarrollase un modelo –realizado en madera maciza, con marcador, ceniceros y jugadores con la alineación 2-5-3–, muy parecido a lo que conocemos como futbolín. Por esa época, Alexandre Campos Ramírez contaba apenas once años de edad.
Las primeras muestras con un aspecto semejante al de los futbolines actuales las halló Spataro en el Reino Unido en 1908 y en Francia hacia 1920, donde incluso se llegaron a fabricar modelos circulares o en forma de cruz.
MADRID 1936
En noviembre de 1936, durante el asedio de Madrid, Alexandre Campos Ramírez quedó atrapado por los escombros de una casa derruida tras un bombardeo. Con heridas de consideración, fue evacuado a un hospital de Valencia en el que conoció a otros muchachos en situación similar o incluso peor. Las largas jornadas de convalecencia, el aburrimiento y la imposibilidad de muchos de los enfermos para jugar al fútbol hicieron que el joven Alexandre Campos decidiera inventar el futbolín, aunque ya estuviera inventado. El primer modelo lo fabricó poco a poco, hurtando materiales de aquí y allá y dándoles forma con ayuda de un carpintero vasco.
A pesar del éxito entre los enfermos, resultó imposible fabricarlos en serie debido a que, en ese momento, las fábricas estaban desbordadas produciendo armas y municiones. Sin embargo, convencido del potencial de su creación, Alexandre Campos resolvió patentar su diseño, cosa que logró formalizar en Barcelona en enero de 1937. «Además de mi pasión por el futbolín y por la historia contemporánea, lo que me llevó a dibujar un cómic sobre Alexandre Campos fue lo interesante de la vida de este hombre, especialmente las partes más desconocidas y misteriosas», explica Spataro que, para documentarse, entrevistó «a personas que le conocieron en los últimos años de su vida en España, vi entrevistas que le habían hecho, como la del documental Tras el futbolín de Bep Moll y Joan Pons, y leí Coplas del mal decir, su primera autobiografía, escrita en 1978».
. «Además de mi pasión por el futbolín y por la historia contemporánea, lo que me llevó a dibujar un cómic sobre Alexandre Campos fue lo interesante de la vida de este hombre, especialmente las partes más desconocidas y misteriosas»
Unos meses después de registrar su creación en Barcelona, todas esas fuentes consultadas por Spataro sitúan a Alexandre Campos en la frontera entre Cataluña y Francia. Es diciembre de 1937 y los refugiados españoles esperan, ateridos de frío y empapados por la lluvia que no cesa de caer, la autorización para poder pasar al país vecino. Cuando los gendarmes franceses proceden a registrar sus pertenencias, encuentran entre la ropa mojada un montón de pasta de papel. Una amalgama que, antes de la acción del agua, había sido una comedia teatral, documentos personales, apuntes escolares y dos patentes. Una de ellas, la del futbolín. Al finalizar la Guerra Civil, Alexandre Campos regresó a España.
Tras pasar por la cárcel, fue destinado a una unidad militar en Marruecos a la que no regresó después de un permiso. Prófugo, estuvo vagando con una identidad falsa por diferentes ciudades peninsulares. En muchas de ellas pudo descubrir cómo los futbolines, fabricados por empresas pertenecientes a falangistas que se habían apropiado de su patente, se había convertido en un popular entretenimiento. A la rabia por esta injusta situación, se sumó el terror de una posible detención policial, la cual acabó produciéndose unos meses más tarde y de la que se desconocen los detalles y las consecuencias.
PARÍS 1948
Según la obra de Spataro, las siguientes noticias que se tienen de Alexandre lo sitúan en París hacia 1948. En esta ocasión, el inventor frecuenta los círculos anarquistas y a destacadas personalidades de la cultura francesa, como Sartre, Cocteau y Camus. Algo, cuanto menos llamativo, tratándose de una persona que, unas páginas atrás, estaba en manos de las autoridades franquistas y se enfrentaba a un futuro muy incierto, debido a una adscripción republicana agravada por el uso de identidad y documentos falsos. “Trabajé cinco años en el tebeo. Dos y medio buscando información y dos años y medio más para dibujarlo. A pesar de ello, se han quedado sin aclarar muchas partes de la vida de Alexandre Campos porque resultan imposibles de documentar. Algunas personas, sin necesidad o intención de hablar de él forma difamatoria sino simplemente contando lo que ellos vivieron, lo han descrito como un personaje con luces, sombras y de una gran complejidad. Cosas que no hacen más que aumentar mi interés por él”, añade el ilustrador.
Algunas personas, sin necesidad o intención de hablar de él forma difamatoria sino simplemente contando lo que ellos vivieron, lo han descrito como un personaje con luces, sombras y de una gran complejidad. Cosas que no hacen más que aumentar mi interés por él”, añade el ilustrador.
Esos testigos afirman que Alexandre Campos fue amante de varios empresarios y aristócratas que lo protegieron políticamente, lo mantuvieron económicamente, e incluso testaron a su favor. Otras personas cuentan que robó una maleta llena de documentos que pertenecían al gobierno de la República Española en el exilio y huyó con ella. Algunas más recuerdan que formó parte de una compañía de baile perteneciente al Marqués de Cuevas con el que viajó por todo el mundo. Sin embargo, como explicaba Spataro, Campos no precisa de la maledicencia para enturbiar su figura. Se basta solo. Él mismo se vanagloriaba de haber sido un pionero de los secuestros aéreos tras desviar un avión en el que era trasladado a España por la policía franquista. Para ello utilizó una pastilla de jabón forrada en papel de plata que imitaba a una granada.
Una rocambolesca huída, que acabaría llevándole hasta México donde recibió la protección del presidente del país, Luis Echeverría Álvarez, responsable de la matanza de la Plaza de las Tres Culturas del año 1968. Posiblemente, muchos de esos hechos oscuros podrían haberse aclarado, o al menos matizado, con la publicación de la segunda autobiografía de Alexandre Campos, un trabajo en dos volúmenes profusamente ilustrado con fotografías y documentos, que estaba casi concluida cuando falleció su autor y que nunca ha visto la luz. “De entre los muchos conocidos de Alexandre Campos Ramírez a los que entrevisté, tuve la suerte de contactar con dos personas que sí que pudieron leer las notas de ese impresionante proyecto autobiográfico. Se trata de Xurxo Souto, músico gallego y voz de los Os Diplomáticos de Monte Alto, que incluso
le dedicaron una canción a Campos, y Gabriele Morelli, un profesor universitario italiano ya jubilado. Gracias a ellos pude conocer algo más de su vida porque la autobiografía nunca se ha llegado a editar. Algunos periódicos han escrito que ha sido su esposa la que ha vetado la publicación, pero nadie sabe por qué razón concretamente”.
ZAMORA
Aunque parezca increíble después de todo lo anterior, Alexandre Campos se guardó lo mejor para el final. Los últimos años de su vida transcurrieron en Zamora. En la ciudad castellana negoció la venta al Ayuntamiento de dicha localidad del archivo documental del poeta León Felipe del que era albacea. Se estima que la operación le habría reportado una cantidad cercana al millón de euros que, como el resto de sus bienes, debería haber ido a parar a su viuda y herederos.
No fue así. Cuando su esposa solicitó conocer el contenido del testamento de su marido, el notario se lo denegó. A pesar de las protestas de la viuda, que incluso recurrió a la Guardia Civil para hacer valer sus derechos, la negativa se mantuvo. La razón esgrimida fue que el contenido del testamento había sido calificado “Secreto de Estado”. Este desenlace inesperado aporta más confusión sobre la vida de Campos e invita a pensar que, a lo largo de ella, hizo mucho más que inventar el futbolín, perfeccionarlo con detalles como los mangos telescópicos y mejorarlo, según su opinión, con jugadores que tenían las piernas separadas. “La historia de Alexandre está rodeada de tanto misterio que trasciende al mundo del deporte. A lo largo de las presentaciones he visto cómo entre los asistentes se mezclaban aficionados al cómic, con forofos del fútbol, gente interesada en el futbolín o incluso personas a las que les gusta la historia contemporánea. Es una historia en la que se mezcla la realidad, la ficción y el misterio, que fue alimentada por el propio protagonista que, en ocasiones, alardeaba de haber engañado