-Ángel Gabilondo. Los colores. Eso de sentir los colores de la camiseta a mí me parece importante en todos los ámbitos de la vida. Y desde luego, jugar a algo con alguien. Esa idea de jugar a fútbol. A veces sueño que juego al fútbol. La idea de jugar algo con alguien y hacerlo juntos. Esa idea de ganar juntos, me parece enormemente atractivo. Y de hecho, creo que toda la vida he estado marcado por esta idea de equipo, de jugar en equipo, de sentir los colores de la camiseta, de querer ganar y de saber perder. Y esta cosa didáctica pedagógica que a uno se le queda sirve para reivindicar el deporte en edad escolar como un sistema de reinserción comunitario. Nosotros no necesitábamos eso porque éramos una familia de nueve. Éramos 16 con entrenador, masajista... (I: jugábamos partidos en casa). Pero gente que son pocos en casa, entrar en equipo es bueno. No estamos aquí para hablar de mí, pero recuerdo la primera vez que jugamos de pequeños con camisetas y colores sentía una emoción. Por eso, los colores, el azul y blanco de la Real no es un asunto lateral. En algunas otras ciudades donde hay más equipos y los colores son muchos, pero es que el azul y blanco.
Ese azul además. He sufrido durante muchos años porque el azul no era el azul de siempre. (I: El de la bandera de la ciudad. Que es más marino). Ni celeste ni negro como llevaban también a veces. Y ese azul y blanco lo lleva la gente en los pañuelos al cuello cuando hay fiesta. En Bilbao pasa con el rojiblanco que es de la bandera de Vizcaya. Y esos colores, que a veces dejamos que lo lleven otros equipos también, los siento profundamente y los reconozco en muchos sitios como los colores de la ciudad. Y esta unión de equipo, ciudad, provincia y este mundo afectivo. Has sido educado en los afectos desde niño. Cuando Iñaki dice es de la Real, pero no recuerdas haber elegido. Es como ser de San Sebastián. Yo no recuerdo haber dicho un día, voy a ser de San Sebastián. Éramos de San Sebastián y de la Real igual con la misma naturalidad.
- Iñaki Gabilondo. La circunstancia de que los chicos fueran de allí a mí me parece tan determinante que cuando veo que esos equipos que se fabrican a golpe de talonario, cuando veo a la gente gritando y viviendo eso, con esos jugadores que andan besándose el escudo. Me llama mucho la atención. Yo vivo el fútbol de una manera mucho más inocente. Por cierto, el fútbol duraba el domingo y el lunes. Y ya está, Y reaparecía el sábado. Entre semana no había con quien reñir de fútbol. Los directivos no aparecían por ningún lado. El fútbol se jugaba. Por eso, con aquel equipo la vinculación era mucho mayo, eran chicos que les habíamos visto desde pequeños. (A. El padre de no se quiñen , el hijo de...) La relación afectiva que cada uno es un acto. Cuando ese jugador que sabes que se va a ir pasado mañana y vino antes de ayer y se va a ir pero se besa con pasión el escudo. No he visto a esos jugadores de la Real besarse con pasión el escudo. Me parece una impostura, entonces me suena raro. Y digo: el público lo va a notar y va a decir: hombre que me importe el Madrid a mí que llevo toda la vida aquí, pues sí, pero no me venga usted con esos aspavientos.
-Á. G. Había un concepto del fútbol vinculado a un grupo. Como si fuera un colegio contra otro. Y jugaras con otro colegio. No lo imaginabas. Jugaba tu colegio contra otro.
- I. G. Le pasaba a otros equipos. Había más identidad y el color tenía un valor simbólico tremendo. Está muy vinculado con la infancia. Yo recuerdo perfectamente como olía Atocha.
-Á. G. A hierba. Yo voy a correr por El Retiro y huelo la hierba recién cortada y pienso huele a Atocha. Es decir, el que ha jugado a fútbol, el olor a hierba es indescriptible. En Guipuzcoa había muchos campos de hierba. La hierba regada y cortada huele a fútbol. Ahora vamos a decir la verdad. A lo que huele la hierba es a fútbol y no al revés. Eso es de toda la vida.
- I. G.Y además de oler a hierba de fútbol, Atocha olía a frutas porque era un campo muy pegadito a la grada. Una de las porterías daba al mercado de frutas que estaba debajo de las gradas durante la semana. (Á.G. El otro era Múgica). Enfrente estaba el cartel de Múgica que era una antigua fábrica donde se lee en las fotos de Atocha “Múgica”. Y ahora creo que hay una peña de venaos. Ese fondo se llamaba frutas. Cuando entrabas el domingo, pasabas y no eran tornos, olías a fruta pisada. Pasar la puerta para entrar al campo por 'Frutas' era un olor un poco agrio a la fruta y verdura que no había. porque la fruta estaba pasada, era un olor fortísimo.
-Á. G. ¿ Sabes dónde huele un poco así? En la Habana. Me pasó lo mismo. Iba por La Habana y me parecía que iba a jugar la Real. En las calles de La Habana cuando tiene cierto olor. Ese olor a fruta pasada, de La Habana vieja, hierba.
Con esa identidad tan fuerte al equipo ¿Como llevan la plaga de extranjeros?
- I. G. Lo de los extranjeros lo llevo fatal. Entiendo la ley Bosman. Lo entiendo. Los jugadores son personas que se tienen que acoger a las leyes del trabajo. El juego del fútbol esté sometido a las leyes naturales. Pero aunque lo entienda, eso me descolocó un poco. La Real se ha pasado un montón de años pensando en saber por dónde se iba una vez que había perdido aquel juego que iba desde la playa, a los juveniles, el Sanse y la Real. Y ahora hay un mareo. No sabías como gestionar el desconcierto de la Real en los años siguientes.