La segunda oportunidad que Zidane dio Stéphane Paille

Condenado a 18 meses de prisión por narcotráfico en 1997, Paille, que llegó  a ser internacional francés, fue ojeador del Madrid gracias al ex técnico blanco. Zizou le dio la segunda oportunidad que España niega a muchos ex convictos. Falleció en junio de 2017 tras una larga enfermedad.

*Texto Javier Gómez.- A España ahora le ha dado por el juego directo de Simeone, los panes de diseño y la cadena perpetua. Hay que irse acostumbrando a las tendencias. Los informativos no dan abasto con tanto "criminal suelto", los hay que portadean "la cara del diablo", olvidando el adjetivo "pobre", y en las puertas de la cárcel ya se montan platós de fortuna para contemplar la pasarela de balarrasas disfrazados, a ver si una barba postiza les libra de la pira. Lo del Atleti y los panes no lo sé, pero a Zidane no tuvo que hacerle mucha gracia lo de la ola de populismo carcelero.

Zizou puso en su día en la mesa del Madrid la ficha de Stéphane Paille como posible ojeador. En esa hoja ponía que tenía 48 años, fue internacional por Francia, jugó en varios equipos punteros galos y en el Oporto y encadenó varios fracasos de medio pelo como entrenador. Pero Zizou podría haber puesto otro fichero de Paille: el policial. Condenado a 18 meses de prisión por el tribunal de Bourg-en-Bresse, en 1997, por "adquisición, posesión, transporte, uso y complicidad en el tráfico de estupefacientes. En resumen, narcotráfico. Todavía era jugador. Lo que no le impidió, según el juez, comprarle cocaína a un traficante, Jean Claude Jeanniard (con varios casos de estafa y proxenetismo), y venderla al por menor. Colocó 120 gramos en Mónaco, Marignane, Annemasse o Mègeve, según la investigación. Su encuentro con el traficante se remonta a la época en que intentaba marcar goles para el Servette suizo, en 1994. Entonces le prestó 50.000 francos "sin tener dudas sobre el personaje", se dijo en el juicio.

Su encuentro con el traficante se remonta a la época en que intentaba marcar goles para el Servette suizo, en 1994. Entonces le prestó 50.000 francos "sin tener dudas sobre el personaje", se dijo en el juicio.

Zidane, crecido en los barrios de Marsella, donde nadie juzga por los charcos pisados, sino por saber salir de ellos, echó una mano a un amigo con el que coincidió en 1993 en aquel Girondins de Burdeos uefero en el que también jugaba Dugarry. Y el Madrid, quizás a sabiendas, quizás sin tener ni idea, le dio una segunda oportunidad. Lo que España no está dispuesta a hacer ahora por una banda de tipejos que un día la jodieron de verdad. Precisamente cuando el club blanco intenta adelgazar su nómina de ojeadores en el extranjero, Paille realizaba informes cada fin de semana a la búsqueda de nuevos Varanes o Benzemas con los que alimentar al primer equipo y al Castilla. Tipos a los que el Bernabéu aplaudirá ciegamente, sin saber que el tipo que permitió su fichaje es un tipo que llevó las esposas puestas por narcotráfico.

Paille sólo dio detalles a L'Équipe sobre su ocupación en el Madrid: "Zidane me llamó porque José Mourinho buscaba alguien de confianza en Francia como observador para la zona Europa. Con una oportunidad así, se reflexiona poco". El Madrid paga a Paille por sus trabajos, pero no es un empleado con nómina. Elabora informes de 20-30 páginas sobre cada jugador interesante. "Estuve reunido tres o cuatro veces con Mourinho, que desprende un enorme carisma", asegura. Ancelotti le encargó menos trabajo que su predecesor, así que lo compagina con buscar trabajo como técnico.

Líbero se puso en contacto con Paille quien, con toda cortesía, nos mandó a paseo durante su etapa blanca. "Preferiría no hablar: tengo un contrato de confidencialidad con el Real Madrid", añadió. A veces te sale apretar, insistir, volver a llamar. Simplemente colgué y le entendí. Porque la pregunta iba a ser ésa. Formulada de uno u otro modo, pero ésa. Paille la ha contestado apenas un par de veces. Una de ellas fue al Dauphiné Libéré: "Hice el imbécil hace unos años en temas de alcohol y drogas pero pagué un precio altísimo. Yo y mi familia. No maté a nadie y ese tiempo se acabó. Al contrario, me refugié en el trabajo, siete días de cada siete".

Paille también establece diferencias: "No maté a nadie". ¿Y si lo hubiera hecho y hubiera cumplido condena? ¿Tendría menos olfato para encontrar un buen lateral izquierdo? No cometió un homicidio pero podría haberlo hecho, porque también fue condenado a 15 días de prisión (que cumplió por contar con antecedentes) al ser detenido mientras conducía borracho y a 110 km/h en una vía de 50 km/h. Como jugador, al contrario, era más bien tirando a lento. Nunca metió más de 15 goles, pero los 90 eran años de nueves trotones, de fragua y herrería, balones altos y diez roscos por año. En 1988, ganó el campeonato de Europa sub 21 con los Angloma, Blanc, Cantona, Casoni, Roche...

En Montpellier hizo pareja en ataque con otro tipo, como él, alérgico a las reglas, Éric Cantona, aunque al menos sólo a las del fútbol. 

Apuntaba muy alto y algunos pedían que sustituyera a Papin como nueve en la selección bleue. Al final, se puso la bleue 8 veces y marcó un gol, un Guivarc'h de la vida, de ésos a los que de repente les cae en la pedrea una Copa del Mundo.  En Montpellier hizo pareja en ataque con otro tipo, como él, alérgico a las reglas, Éric Cantona, aunque al menos sólo a las del fútbol. Tuvo sus momentos, como aquel doblete al Zaragoza con el Caen en la Uefa del 92. El mismo año en que casi pega en el vestuario a su compañero Gabriel Humberto Calderón, aquel argentino rubio del Betis: "Le dije en sustancia: 'cierra el pico y deja de chupársela al míster". En sustancia.

Fue saltando, al galope de su indisciplina, al Montpellier, Caen, Oporto, Olympique de Marsella, Girondins, Lyon... En Mulhouse dio positivo por cannabis y fue condenado a dos meses de suspensión. Prometió redimirse. Terminó su carrera despedido en el Hearts escocés, tras ser cazado en un control por una sustancia con anfetaminas. Su abogado alegó un descuido al intentar tomar algo para controlar su peso. Tras rehacer su vida después de la prisión, llamó a algunos amigos. Zinedine Zidane y el agente que compartían, Alain Migliaccio, lo colocaron en 2009 de entrenador en el Évian, en National (2ª B). Su relación con el presidente no fue buena. Así lo explicó: "En el fútbol, hay gente que juega al monopoly porque puede ganar mucho. Yo siempre he dicho que no hay que mezclar roles: el presidente preside, el entrenador entrena y los jugadores juegan". Un tipo de orden, Stéphane Paille.

FOTO: En la imagen, Stéphane Paille (tercero por la izquierda) era una de las jóvenes promesas del Sochaux. Acabó en la cárcel por exceso de velocidad.