Las piernas de Garrincha

Pocos jugadores fueron más proclives al verso que Mané Garrincha. El profesor de Literatura de la Universidad Mayor de San Andrés, Diego Valverde Villena, comenta este soneto que Vinícius de Moraes compuso para el extremo de Botafogo que falleció en enero de 1983.

Texto Diego Valverde Villena | Ilustración Diego Quijano- Uno de los personajes más peculiares y queridos del fútbol brasileño fue Manuel Francisco dos Santos, más conocido como Garrincha (el primero que aparece sentado agachado por la izquierda con la selección de Brasil en el 58). Mané Garrincha, delantero del Botafogo, fue uno de los héroes de las Copas del Mundo ganadas por Brasil en 1958 y 1962, y se le considera el mejor driblador de la Historia. Según la leyenda, tenía una pierna seis centímetros más larga que la otra, y además, siendo diestro, ambas se viraban hacia el lado izquierdo. Esas características daban a sus movimientos un extraño sesgo que desconcertaba a los contrarios.

“La pelota y él cometían diabluras que mataban de risa a la gente”, escribió el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro El fútbol a sol y sombra (1995). Era ‘la alegría del pueblo’.

Uno de sus hermanos le puso el apodo de “Garrincha”, que es un pajarillo propio de su región natal. Otro de sus motes fue “La alegría del pueblo”. Garrincha -un cojo elegido por los dioses para mostrar la maravilla del fútbol- fue muy apreciado por los poetas brasileños. Carlos Drummond de Andrade dijo de él: “Fue un pobre y pequeño mortal que ayudó a un país entero a sublimar sus tristezas”.

En la preselección para el Mundial de 1958, el psicólogo de la ‘canarinha’ le declaró “débil mental”, incapaz de integrarse “en el juego colectivo”.

El autor de la famosa Garota de Ipanema, Vinícius de Moraes, de cuyo nacimiento se cumplen cien años este 2013, le hizo el soneto que acompaña a a este artículo:



*SONETO A GARRINCHA, “EL ÁNGEL DE LAS PIERNAS CHUECAS”

A un pase de Didí, Garrincha avanza
Pegado el cuero al pie, con ojo atento
Dribla a uno, a dos, después descansa
Como midiendo el lance y el momento.

Le llega un presentimiento: se lanza
Más rápido que el propio pensamiento
Dribla a otro, dos más, la bola engancha
Feliz entre sus pies… ¡los pies del viento!

Transportada, la multitud contrita
En trance de muerte se levanta y grita
Su unísono canto de esperanza

Garrincha, el ángel, oye y atiende: ¡Goool!!!
Es pura imagen: una g chuta una o
Tras la línea l. ¡Es pura danza!

**Vinícius de Moraes, Río de Janeiro, 1962.
*Versión y comentario de Diego Valverde Villena

 A continuación, la canción más famosa y reconocida sobre Garrincha. Obra de Alftedo Zitarrosa.

GARRINCHA- Alfredo Zitarrosa

Lo lleva atado al pie, como una luna atada al flanco de un jinete,
lo juega sin saber que juega el sentimiento de una muchedumbre,
y le pega tan suave, tan corto, tan bello,
que el balón es palomo de comba en el vuelo,
y lo toca tan justo, tan leve, tan quedo,
que lo limpia de barro y lo cuelga del cielo,
¡y se estremece la gente, y lo ovaciona la gente!

Lo lleva unido al pie, como un equilibrista unido va a la muerte,
lo esconde –no se ve–, le infunde magia y vida y luego lo devuelve,
y se escapa, lo engaña, lo deja, lo quiere,
y el balón le persigue, le cela, le hiere,
y se juntan y danzan y grita la gente,
y se abrazan y ruedan por entre las redes,
¡y se estremece la gente, y lo ovaciona la gente!

¿Quién se llevó de pronto la multitud?
¿Quién le robó de pronto la juventud?
¿Quién le quitó de un golpe el hechizo mágico del balón?
¿Quién le enredó en la sombra la pierna, el flanco y el corazón?
¿Quién le llenó su copa en la soledad?
¿Quién lo empujó de golpe a la realidad?
¿Quién lo volvió al suburbio penoso y turbio de la niñez?
¿Quién le gritó en la cara: –Usted no es nada, ya no es usted?
Ya no es usted, señor, ya no es usted.*

El último balón lo para con el pecho y junto al pie lo duerme,
lo mira y sólo ve cenizas del amor que estremeció a la gente,
y lo pierde en la hierba, lo deja, lo olvida,
no lo quiere, le teme, no puede, no atina,
y se siente de nuevo enterrado en la vida,
y el balón se le escapa entre insultos y risas,
¡y se enfurece la gente, y le abuchea la gente!

¿Quién se llevó de pronto la multitud?
¿Quién le robó de pronto la juventud?
¿Quién le quitó de un golpe el hechizo mágico del balón?
¿Quién le enredó en la sombra la pierna, el flanco y el corazón?
¿Quién le llenó su copa en la soledad?
¿Quién lo empujó de golpe a la realidad?
¿Quién lo volvió al suburbio penoso y turbio de la niñez?
¿Quién le gritó en la cara: –Usted no es nada, ya no es usted?

Ya no es usted señor, ya no es usted…

* Alfredo Zitarrosa no dice este verso.