Enrique Ballester | Ilustración: Teresa Aledo.- La banda sonora de nuestros findes orbita en torno a una pelota. Ya es tarde para cambiar de vicio. Hay partidos que te importan -que normalmente se sufren- y otros que te dan igual -y a veces incluso los disfrutas-. Son partidos que tienes ahí casi de fondo, como un hilo musical en un hotel de moqueta que necesita revisar su tecnología. Hay un punto de decadencia entrañable, eres consciente, pero sirve de compañía. En esos partidos a veces se abren ventanas a lo desconocido y expresiones que siempre habían estado ahí mutan en hallazgos repentinos. Si eres un poco idiota, como yo, te ocurre con relativa frecuencia, y creo que no es necesario que recuerde algunos de ellos, o quizá sí, por si acaso. Buscad mi nombre y lo del reglamento en la mano. Buscad mi nombre y lo del lateral de la red. Buscad mi nombre y los partidos que se deciden por detalles. Buscadlo y si después todavía tenéis ganas, seguid leyendo esto, cuesta abajo.
Porque el caso es que piensas que del fútbol ya lo has exprimido todo, pero no sé cómo sucede que de repente, cuando menos lo esperas, aparece un tesoro. Siempre hay algo: escuché al locutor decir que un equipo jugaba con laterales profundos y ese algo hizo clic en mi cerebro. Mmm, laterales profundos, pensé. Laterales profundos son laterales que escriben poesía o que leen filosofía, o qué. Laterales profundos, por lo reflexivo de sus actos y lo hondo de sus pensamientos. Mmm, laterales profundos, escribí en un par de grupos de WhatsApp, compartiendo sin éxito la nueva teoría. Mmm, laterales profundos, soy idiota pero qué bien me lo paso yo solo, pensé, mientras anotaba la ocurrencia para escribirla aquí un día, riéndome de mi propia tontería.
Un equipo intenso que de cada resultado extrae una moraleja, una conclusión sociopolítica o una lección de vida. Un equipo intenso con laterales profundos. ¿Acaso existe algo más bonito?
Seguía jugándose el partido, pero me daba exactamente igual el partido. Mmm, laterales profundos, repetía. A quién le importaba ya el partido. ¿Y un equipo intenso? Un equipo intenso debería ser ese que se lo toma todo a pecho, un equipo tendente al dramita, un equipo que piensa que se acaba el mundo si tu crush no te acepta una cita. Un equipo intenso que de cada resultado extrae una moraleja, una conclusión sociopolítica o una lección de vida. Un equipo intenso con laterales profundos. ¿Acaso existe algo más bonito? Un equipo intensito que posa en las fotos haciendo puñitos, mirando al horizonte hacia el infinito y colocando estratégicamente los labios dibujando morritos. Laterales profundos que posan con la mano en el mentón, que se ponen así para las fotos de los cromos que pegan los niños. Mmm, un equipo intensito, qué gracioso, laterales profundos en un equipo intensito. Tengo 38 años y dos hijos. Así paso las tardes de los domingos.
Así, sin remedio, es la banda sonora de nuestros findes. Si marca un gol Samu Chukwueze y leo al tuitero @pablobreish que escribe 'Samu Chukwueze o enriquece' ya he salvado el fin de semana. Si veo que en el Granada juega un central que se llama Raúl Torrente, ya he conseguido un objetivo claro para la temporada: que haga un penalti por mano, a ser posible con el antebrazo, para poder tuitear 'Torrente, el brazo tonto de la ley'. Si cada vez que alguien habla de Chiesa recuerdas automáticamente 'Chiesa cobardía de mi amor por ella', el supuesto homenaje a Chiquetete de @vvvhannah, eres de los míos.
Hay partidos que tienes ahí de fondo y ya, mientras se están jugando, y sabes que en poco tiempo habrás olvidado el resultado. Cuando iba al instituto, nos llevaron de excursión a los de la clase de Historia del Arte. Fuimos a ver la Lonja de la Seda de Valencia, y después cayó en el examen. Debía estar algo despistado, porque cuando llegó el examen yo ni siquiera reconocí la Lonja de la Seda en la imagen, y probablemente ahora también me pase. En cambio aún recuerdo, veinte años después, que mi amigo Bacete interrumpió al guía en la visita a la catedral, mientras este contaba historias de santos, al grito de 'eso es pura mitología'; y recuerdo también que el Ripo se puso a jugar un rato a las tragaperras, cuando dejó de hacerlo el Moi le dijo que siguiera, que estaba la máquina caliente, el Ripo no le hizo caso y el Moi metió una moneda y le tocó el premio gordo. Me acuerdo de eso igual que me acordaré de los laterales profundos, quiero decir, porque es lo verdaderamente importante en nuestras vidas. La banda sonora de nuestros días orbita en torno a la tontería. •
Columna de la nueva edición de Líbero. Pide la nueva revista a domicilio. Gracias