Guillem Balagué.- Que los padres son los Reyes Magos se sabe bien pronto, sólo hay que ser un poco observadores: de repente hay armarios que no te dejan abrir. Lo que yo no sabía hasta hace bien poco es que durante buena parte de mi infancia los regalos que recibía eran, en realidad, los sobrantes de las familias acomodadas para las que trabajaba mi madre limpiando sus casas. Lo curioso es que generalmente yo llegaba a la conclusión, a posteriori, de que necesitaba justamente aquello que les sobraba a esos niños ricos. Mi madre siempre tuvo un maravilloso talento para moldearme la realidad.
Eso es un poco lo que ha pasado con aquel famoso España-Corea del Mundial de 2002 que tan mal recordamos.
Me acerqué a ese partido para escribir un capítulo de un libro sobre partidos sorprendentes de la historia de los Mundiales. Quería averiguar exactamente qué había pasado y cómo nos habían robado. Esa fue la conclusión general que además se fue amplificando y ratificando con el tiempo. Ese partido demostraba la corrupción de la FIFA y las acciones de los colegiados se explican como parte de la ayuda extradeportiva que recibió Corea en su Mundial, que le llevó a las semifinales.
CAMACHO» Ilustración de Manuel Marsol.
Si queréis seguir creyendo en los Reyes Magos, dejad de leer. Corea nos dio un baño. En una época en la que aún no se llevaba construir el juego desde atrás, ni crear superioridades y llegar con velocidad arriba, el seleccionador coreano, Guus Hiddink, les hizo jugar así. Los centrales coreanos subían el balón, lo distribuían bien, filtraban balones, futbolistas entre líneas recibían y giraban, y el balón llegaba a los delanteros, que faltos de calidad, nos perdonaron la vida un par de veces.
Si queréis seguir creyendo en los Reyes Magos, dejad de leer. Corea nos dio un baño.
Esto no lo digo yo, lo dicen también jugadores españoles que admiten haber jugado mal. Pero de eso no se acuerda nadie. Todos recuerdan el ‘robo’. De hecho, el ‘hurto’ se había instalado en las cabezas antes del encuentro. El mismo José Antonio Camacho dejó caer en varias ocasiones previo al pitido inicial un ‘cuidado, chicos, ya veréis…’ que suena ahora a profecía autocumplida. Se generó una sensación en la que cualquier error arbitral formaba parte de ese complot. Y claro que hubo errores. Los hay siempre.
Para justificar la derrota, hasta ahora se sigue hablando de dos fuera de juegos que ‘claramente’ no lo eran, y un gol anulado injustamente. Seguro que os acordáis.
El relato repetido.
Fueron dos ‘errores’ de los dos linieres, supuestamente ambos comprados para la conspiración. En uno de ellos, efectivamente Luis Enrique se queda solo ante el portero y se anula la jugada, pero fue un fuera de juego por centímetros, jugada de VAR, súper ajustado. Un error comprensible. El otro offside, de Mendieta, fue ciertamente pitado erróneamente, pero el centrocampista estaba en la banda izquierda a punto de poner un centro a un área poblada de defensores y atacantes; no era ni ocasión de gol.
Lo más grave fue el ‘gol anulado’ y su posterior relato.
Es un centro de Joaquín en el que el balón no sale fuera antes de que lo golpee, pero el árbitro pita en ese momento porque el linier le avisa de que la pelota ha salido. Lo que ocurre a continuación no tiene valor, la jugada no existe. Morientes se eleva y sabe, porque me lo ha explicado así, que ni el defensor ni el portero saltaron para impedir el remate porque han oído el silbato del árbitro. De hecho el mismo delantero le da casi sin ganas. Así que cuando el balón entra nadie lo estaba disputando. No es gol anulado.
Decidí hablar con tres jugadores presentes esa tarde y alucinaron con las conclusiones. No me creían y se dispusieron a ver el partido. No me han llamado desde entonces para hablar del encuentro. Nos manipularon, perdón, nos dejamos manipular, porque era difícil explicar una derrota contra Corea del Sur, y porque en el fútbol, como tantas veces en la vida, la culpa es generalmente de los otros. •