Love of Lesbian: «Prefiero mil veces a Mingueza a uno de Mino Raiola»

Sacar un disco en plena pandemia no es fácil. Y conseguir congregar a 5.000 personas en un concierto en tiempos de mascarilla con un éxito rotundo, menos aún. ‘V.E.H.N’ es el último disco de Love Of Lesbian, un grupo forjado en los bocatas de los pasillos del Camp Nou.

Laia Cervelló.- Mientras el dichoso bastoncillo me hurga la nariz hasta casi llegarme a los sesos buscando un resultado viral negativo antes de la entrevista, mi cabeza da vueltas a una estrofa de ‘Crisálida (La nueva normalidad)’. “Nos convertimos en crisálida. Te convirtieron a la ciencia. Yo soñaba raro, no lo sé definir. Como no lo recuerdo, sé que iba de ti. Sin tanta gente, vi que la soledad es más antigua que cualquier Big Bang”. Parecía un presagio. Acompañada de imágenes de espaldas que miran a través del cristal de su ventana en el videoclip, es imposible que estas palabras no evoquen a la claustrofóbica sensación de un capullo o del encierro de un confinamiento.

Aunque uno pueda pensar que tiene influencias pandémicas, el nuevo disco de Love of Lesbian es una crítica social, política y de las redes sociales. Su disco fue diseñado en la antigua normalidad y su mensaje se ha desvirtualizado por la coincidencia de su lanzamiento con la nueva anormalidad. Primero fueron pioneros del pop/rock indie en España. Y ahora lo vuelven a ser marcando la ruta de los nuevos formatos de concierto en la ‘era Covid’, congregando a 5.000 personas en un pabellón cuando apenas podía reunirse un grupo de seis en un restaurante. Los resultados fueron más que esperanzadores. Supongo que Love of Lesbian siempre ha sabido cómo hacer las cosas.

Jordi Roig y Santi Balmes, guitarrista y cantante de la banda, eran vecinos de la localidad catalana Sant Vicenç Dels Horts, pero el destino quiso que se conocieran en los descansos del Camp Nou compartiendo bocadillos. “Esto será fácil, pues”, pienso mientras espero que la entrevista no sea un ‘Viaje épico hacia la nada’.

¿Cómo es ser músico en tiempos de Covid?
Jordi Roig (J.R.):
Nos ha afectado como en todos los sectores. Quizás sí que ha afectado más que a otros. Una vez se ha reabierto el mundo nos hemos dado cuenta de que quizás nuestro sector será uno de los últimos en volver. Por poner un ejemplo, el fútbol ha vuelto desde julio de 2020. Ha vuelto en un formato reinventado pero que se puede seguir viendo por televisión, que era como lo veíamos el 80% de los aficionados. La música sin público no tiene sentido.

Vosotros aún no habéis hecho ningún concierto con este nuevo formato tipo crucero…
Santi Balmes (S.B.):
Ese momento llegará en breve. Creemos que al principio nos va a chocar, obviamente. Somos un grupo al que nos gusta mucho la concentración humana, el sudor en la epidermis y la catarsis. Cuando lo veamos pensaremos que nos tenemos que adaptar, que la gente lo tiene que pasar bien de todas formas. Los inputs que recibimos desde arriba son distintos… Parece mentira, pero no saber si la gente está cantando o no es complicado. No nos queda otra para no quedarse estancado, que es lo que no nos podíamos permitir. Ya no a nivel económico, sino en el plano personal. Teníamos un disco que nos quemaba en las manos. Mucho peor hubiera sido sacar el disco y que empezara la pandemia a los tres meses, como les ha pasado a otras bandas.

J.R.: Eso hubiera sido un drama.

S.B.: Lo que haremos será coger como ese tren antiguo que empieza a hacer ‘chucu-chucu’ y que esperamos que se convierta en un tren de alta velocidad. No podemos pedir más. Será como tenga que ser y punto pelota. Comerse la cabeza con otras consideraciones es estúpido.

BARCELONA» Foto durante la entrevista en mayo. Foto. Flaminia Pelazzi

Teníais el disco encarrilado antes de la pandemia. ¿Sacarlo después os ha hecho cambiar algo? Y, ¿os daba miedo que el mensaje del disco se pudiera desvirtualizar?
S.B.:
Menos ‘Catalunya bondage’, que sí que tenía un tema catalán que empieza hablando más ‘del procés’ y después ha derivado en una situación pandémica, el resto del disco ya era catastrófico antes de la pandemia. La portada ya era catastrófica antes. Todo ha coincidido perversamente y se ha convertido, sin quererlo nosotros, en un disco muy coyuntural. Aunque viene de una situación de confinamiento personal, de dudas personales y de lucha contra no quedarte estático, pero con una referencia a los tres últimos años que hemos tenido nosotros de tomar decisiones. Todo esto lo adaptas a un contexto pandémico de inmovilidad, de confinamiento, y parece que esté hecho ‘ex profeso’. Pero no.

Distéis el paso de ser el primer grupo en volver a hacer un concierto masivo. Durante esas semanas el mundo os miraba. Menuda responsabilidad.
J.R.:
Cuando te viene alguien y te dice si quieres tener más público que el Athletic Club en dos finales de Copa seguidas es imposible negarse.

S.B.: Bien traído.

J.R.: Ahora en serio. De primeras, no eres consciente. Nuestra primera reacción fue pensar que era imposible, que era la idea más insensata que había llegado en ese momento. Poco a poco, fuimos desgranando dudas y nos fuimos convenciendo a nosotros mismos de que era una propuesta valiente. Sí que tenía mucho riesgo, sobre todo por las consecuencias mediáticas en caso de que algo hubiera ido mal. Pero llega un punto en el que piensas que tienes que tomar decisiones y moverte. Te puedes quedar en casa esperando que todo se arregle y, cuando todo se haya calmado, sacar la cabeza por la puerta o empezar a moverte antes. Era un momento de reactivarse e intentar recuperar la normalidad que teníamos antes.

S.B.: Se ha acabado convirtiendo en una metáfora de nuestro disco. Es todo muy mágico. Le ha acabado de dar sentido argumental a todo, este concierto. Se tenía que dar ese paso.

J.R.: No éramos conscientes de la repercusión que iba a tener y lo que significaba. Fue todo muy rápido porque la propuesta nos llegó apenas un mes antes de hacer el concierto. Fue un mes intenso, de debate interno. No es fácil, en un momento en el que no se podían sentar ni seis personas en una mesa, coger y congregar a 5.000 personas. Una vez pasado, nos dimos cuenta de que tenía una carga más emocional, de que todo el mundo tenía ganas de vivirlo. Se hizo en streaming, traspasó las cuatro paredes del Palau Sant Jordi. Me enviaban mensajes de que estaban viendo el concierto desde su casa incluso amigos con los que hacía tiempo que no hablaba. Luego en casa estaba casi al borde del llanto de la emoción pensando que había sido algo que había ido más allá.

¿Qué hay de mito y qué hay de realidad en que los inicios de la banda se fraguaron compartiendo bocadillos en los descansos del Camp Nou?
J.R.:
Santi y yo éramos vecinos del mismo pueblo y no nos conocíamos por un tema de diferencia de edad. Nos encontramos un día en el Camp Nou en la media parte y nos reconocimos, hablamos y nació una amistad.

Me he fijado que en las entrevistas usáis muchos símiles de fútbol, especialmente el ‘partido a partido’ de Cholo. ¿Sois futboleros?

J.R.: No nos escondemos, nos gusta mucho el fútbol.

S.B.: Hay futboleros y culés. Yo soy culé. He disfrutado mucho de los mejores años del Barça cuando jugaba bien. Ahora, no me pidas que vea un Zaragoza-Valladolid. Hay gente de nuestro entorno que ve incluso los partidos internacionales. Que sabe quién entrena al Bayern o quién juega en la Juve. Hasta aquí no llego. Lo que pasa es que el fútbol te llega por ósmosis y te acabas enterando hasta de dónde entrena Jürgen Klopp. Lo que ocurre con el Barça, y aquí volvemos a entrar en el lenguaje emocional, es que es historia de mi vida. Yo era de los que me enteraba de dónde vivía Artola e iba a pedirle que me firmara una pelota porque era vecino nuestro. Mi padre me hizo socio del Barça antes de que me inscribiera en el registro civil. Mamas Barça por todas partes. Y es algo de lo que no me escondo.

J.R.: Siempre que podemos, vamos al campo. No tenemos ese conflicto de menospreciar el fútbol. Al revés.

S.B.: Y más en estos años, que ha sido un privilegio ser culé. Han sido unos años maravillosos y ya los echaremos de menos, ya.

J.R.: En nuestro staff hay varios argentinos, que eso también ayuda a que haya caldo de cultivo y conversación de fútbol. Aunque tenemos a Ezequiel, uno de los pocos argentinos que no es futbolero.

Santi Balmes: «Hay futboleros y culés. Yo soy culé. He disfrutado mucho de los mejores años del Barça cuando jugaba bien. Ahora, no me pidas que vea un Zaragoza – Valladolid».

S.B.: Quieras o no, cuando elaboramos un disco o un concierto es como preparar la plantilla de la Champions, que todo cambia dependiendo de dónde toques. Hay conciertos en los que ponemos a muchos delanteros y en otros, como la serie que hicimos de ‘Miralls i miratges’, en los que todos son mediocampistas. Incluso dentro de un mismo grupo hay roles futbolísticos. El batería es el portero. Los guitarras son los extremos, el bajista y el teclista podrían estar en medio del campo.

J.R.: Y el cantante es nuestro delantero centro. Si el batería se equivoca, es una liada. Ya se da por supuesto que no se puede equivocar. En cambio el delantero, cuando falla un gol, hasta incluso puede ser estéticamente bonito.

S.B.: Sí, pero si no hay goles por parte del cantante… Ese grupo ya puede ser el mejor que se queda a media tabla.


PORTADA»
El último disco del grupo.

En un año en el que la salud mental está en tela de juicio, parece que la música nos amansa y nos ordena las emociones y el fútbol nos desata la adrenalina contenida. Con la ansiedad a flor de piel, todo nos ayuda a calmar un poco la bestia.

S.B.: Nada más que añadir. Pero con el fútbol hay que ir con cuidado, que provoca todo lo contrario, no amansa la bestia precisamente. Lo de la adrenalina… es un poco testosterónico. Para empezar, tenemos que dejar de decir que hemos ganado. No, han ganado. Tú eres fan de ese equipo, ni tú has ganado o has dejado de ganar. Pero al fin y al cabo el gran consuelo para cagarte en todo es el decir que son 11 millonarios y tú no.

Habéis demostrado que la cultura es segura. ¿Creéis que el público en los estadios de fútbol también lo es?
S.B.:
Es que ya tardan en hacer tests, seleccionar tres asientos ocupados, tres vacíos… Creo que las autoridades en este caso han estado muy estáticas. Nuestro punto de vista, de cuñados, es que lo puede ser.

Jordi Roig: «El cantante es nuestro delantero centro. Si el batería se equivoca, es una liada. Ya se da por supuesto que no se puede equivocar. En cambio el delantero, cuando falla un gol, hasta incluso puede ser estéticamente bonito».

J.R.: Eventualmente me parece que se están tomando decisiones a medida que va llegando más información, no sé si más o menos acertadas. Siempre que pensamos en fútbol pensamos en la élite. Yo tengo dos hijos, uno está federado y el otro no. Da la casualidad de que el que está federado puede entrenar en un equipo de 30 niños, todos juntos, y el que no, al estar catalogado como extraescolar, solo pueden entrenar seis personas. ¿Qué es lo que impide que haya un brote o no el hecho de que esté federado? Se podrían abrir los estadios, podría haber público desde hace tiempo. Lo que ocurre es que da miedo tomar decisiones ahora mismo.

Hablando de tomar decisiones… ¿qué opináis de la Superliga? (La entrevista se produce 24 horas después de hacerse oficial el comunicado de creación de la competición)

J.R.: Se hace difícil opinar de algo de lo que nos falta información. Quien lo defiende, defiende el modelo de la NBA, que es un formato parecido. Un formato muy competitivo y prestigioso. Es cierto que desde el fútbol no se defiende este formato de élite, sino algo más meritorio. La Champions tiene este prestigio porque tienes que haber hecho una buena temporada el curso anterior, te tienes que haber clasificado, etc. Si el aspecto meritorio se pierde, el prestigio ya no es el mismo.

S.B.: Creo que ayudaría al espectáculo que quien quedara segundo de esta Liga se hiciera el Harakiri delante de todos. (reímos todos) ¿No quieren audiencia? O una idea que tengo, que quiero presentar a Tebas o a Florentino, es la posibilidad de que haya jugadores autónomos. Que Messi en un momento pudiera jugar con la Juventus solo en un partido en el que juegue contra el Real Madrid, por ejemplo. Me parece súpermiserable, pero me hace mucha gracia pensarlo. Un jugador freelance. Sería brutal. Nadie le tendría estima, en el fondo, pero se haría de oro, el cabrón.

J.R.: Es un debate estéril porque este invento de la SuperLiga no ha durado ni 24 horas.  Y lo que más creo que nos satisface, como culés, es que Florentino ha convertido la Superliga en un Superridículo.

S.B.: Hombre, tío, Florentino es un ser superior. Qué estás diciendo.

J.R.: En España sí, pero ha quedado clarísimo que su poder, sus tentáculos, son más cortos de lo que nos quería hacer creer. En menos de un día todo el fútbol inglés se ha retirado. ¿Qué van a hacer, una Superliga con Barça, Atlético y Real Madrid?

S.B.: Es una forma muy perversa de mirar el fútbol. Cuando decía que, al final, la pasta iría a parar a los clubes humildes no se lo creía ni Dios.

¿Qué paso debería dar el Barça para volver a su reciente época dorada?
J.R.:
De momento, un paso ha sido volver a creer en la juventud.

S.B.: Muy de acuerdo.

J.R.: De hecho, se está demostrando que viniendo de lo que veníamos, del 2-8, parecía que íbamos a volver a una época negra, que no íbamos a ganar nada en 10 años y que iba a volver Gaspart como presidente y ese ambiente enrarecido siempre, en seis meses le hemos dado la vuelta.

Santi Balmes: «Una idea que tengo, que quiero presentar a Tebas o a Florentino, es la posibilidad de que haya jugadores autónomos. Que Messi en un momento pudiera jugar con la Juventus solo en un partido en el que juegue contra el Real Madrid, por ejemplo»

S.B.: Cantera a tope y cuatro o cinco de fuera, que sean fueras de serie y que marquen la pauta. Pero es que esa fórmula ya la teníamos. Prefiero mil veces ver a Mingueza a uno representado por Mino Raiola.

J.R.: Y Messi que se quede hasta que pueda ir gente al campo a aplaudirlo. Sería una lástima que una leyenda como la que es él se vaya con el campo vacío. Sería algo muy triste.

Antes de irme me interrumpen una última vez. “¿Cuándo se publica?”. “En dos meses”, respondo. “¿Podemos hacer una declaración por si el Barça gana La Liga?”. Me marcho sonriendo por esta última broma sin saber que, a diferencia del resto del disco, esto no iba a ser otra premonición.