Madre de él, madrina de ellas

Si hubo un ingrediente fundamental en la vida de Maradona, además de la pelota y sus hijos, fue su madre. Doña Tota fue su motivación constante y ella tuvo sus iniciativas propias, como ayudar al lanzamiento del fútbol femenino en Argentina.

Federico Frau Barros.- Diego Armando Maradona siempre tuvo claro el motivo por el que jugaba al fútbol, hacer feliz a su madre. El quinto de los ocho hijos y el primer varón de Diego Maradona, conocido como Don Diego o Don Chitoro, y Dalma Salvadora Franco, Doña Tota para toda la Argentina, era devoto de su madre. Incluso solía bromear con su padre y le reprochaba haberle ganado de mano y llegado antes porque si no hubiera sido él quien se hubiera casado con ella.

Decenas de veces recordó que el día que cobró su primer dinero en Argentinos Juniors la llevó a comer pizza como símbolo de agradecimiento a algo que también solía recordar mucho, como cuando en la casa de los Maradona no había suficientes alimentos para que todos comieran, ella les decía que no tenía hambre y que comieran tranquilos.

MADRE» Esta foto siempre formó parte del decorado de las casas de Diego.

Diego necesitaba a su madre para ser feliz. En México 86, el mundial que marcaría su vida para siempre, en una entrevista radial con el reconocido periodista argentino José María Muñoz, llamaron a su madre por teléfono en medio de la charla. Lo primero que dijo Diego fue: “Hablarle a mi mamá por radio es muy difícil porque yo la quisiera tener acá al lado mío en este momento”.

«Yo sé lo que ella sufre cuando dicen que el nene juega mal, que el nene esto, que el nene lo otro. Entonces estoy seguro de que hoy el nene la hizo feliz. Quiero que sepa que la adoro y que los goles que hice son para ella», dijo Diego.

“Yo sé lo que ella sufre cuando dicen que el nene juega mal, que el nene esto, que el nene lo otro. Entonces estoy seguro de que hoy el nene la hizo feliz. Quiero que sepa que la adoro y que los goles que hice son para ella”, siguió Diego. Doña Tota le agradeció, le dijo que se fuera a descansar y que la había hecho la madre más feliz del mundo. “Yo juego para vos mamá”, confesó, una vez más, el jugador más importante de la historia del fútbol en el momento más importante de su carrera.

Hay quienes dicen que la muerte de su madre a fines de 2011 le produjo tanto dolor que lo sumergió en una depresión que, con alzas y bajas, lo acompañó hasta el último de sus días. Aún después de muerta, su felicidad seguía ligada a ella. El día que debutó como entrenador en Gimnasia y Esgrima La Plata, su última aventura futbolística, dijo que era un hombre feliz porque su madre estaba feliz en el cielo y eso lo empujaba. Pero además de todas las historias que él contó sobre su madre hay una que quizás él ni siquiera conoció y que tuvo a Doña Tota y a la pelota como protagonistas, sus dos grandes amores.

FEMENINO
Año 1989. Maradona ya había sido campeón mundial, era el rey de Nápoles e iba camino a su segundo Scudetto en Italia. A más de 11.000 kilómetros, en la cancha de All Boys en la ciudad de Buenos Aires, se disputaba el primer campeonato cuadrangular de fútbol 11 organizado por la flamante Asociación Argentina de Fútbol Femenino (AAFF), el primer colectivo que reunió a las futbolistas del país.

Las dos fundadoras de la AAFF y encargadas de la organización del torneo no sabían que ese día, en la tribuna del estadio, estaba la madre de Diego que había ido a acompañar a sus sobrinas. Y no lo sabrían hasta después de unos días. Tampoco sabían que Doña Tota se había ido encantada de ver a todas esas mujeres jugando al mismo deporte que su hijo.

“Cuando nos enteramos, la fuimos a visitar a su casa en Devoto. Fue muy amable con nosotras y decidimos nombrarla madrina de la asociación. Después le entregamos un diploma y un ramo de flores”, recuerda Lilián Etel Fadel, quien fundó la AAFF junto con Nils Altuna en 1986. Ninguna de las dos jugaba al fútbol, ambas trabajaban como productoras televisivas y publicistas y fue en ese ambiente como se conocieron. “Ese mismo día nos dijo que podíamos usar su nombre para lo que fuera, que ella nos apoyaba en todo”, agrega Lilián.

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