*Texto Diego Barcala | Fotografía Lino Escurís.- Antes de la charla muestra la portada de su nuevo libro en la edición gallega. Un percebeiro sale del mar en una imagen evocadora. “Es como un Poseidón caminando por las aguas”, comenta emocionado. Y así durante una hora porque las palabras de Manuel Rivas (A Coruña 1957) son pura emoción poliédrica con Galicia como epicentro. No es de extrañar por tanto que le sorprendan las reacciones excitadas que generan las opiniones sobre fútbol. Lo que no le convierte en ajeno. Trata de preguntarse por qué sucede, le interesa el fenómeno y asegura que le gusta mucho este deporte.
La entrevista se produce horas después de la victora de Bolsonaro en Brasil tras una campaña disparatada en la que el candidato conservador afirmó: “Brasil no soporta tener más del 50% del territorio demarcado como reservas indígenas, áreas de protección ambiental, con parques nacionales y todas estas reservas que obstaculizan el desarrollo”. Para un histórico del ecologismo como Rivas, uno de los fundadores de Greenpeace en España. la pregunta es obligada.
Bolsonaro ha utilizado el fútbol para ganar en Brasil. No solo con el apoyo de futbolistas como Rivaldo o Ronaldinho sino diciendo que era un fracaso que la canarinha no ganara los mundiales. ¿Se está futbolizando la vida pública contagiada por la única vía de la victoria o la derrota, sin grises?
Se ha futbolizado en el sentido de un fútbol que se asemeja mucho al capitalismo impaciente, a ese capitalismo más depredador. En ese contexto, la ecuación podría parecerse entre el fútbol y la sociedad. Que es como las tres B que me contaba Julio Llamazares que utilizaba como lema un entrenador de la Cultural Leonesa: “¡Valor, velocidad y huevos!”. La fórmula en la que el capitalismo y este tipo de fútbol se parecen es la suma de resultadismo, codicia, velocidad y podríamos añadir violencia porque es lo que genera la impaciencia. Violencia en muchas formas.
«Hay un fútbol que se asemeja mucho al capitalismo impaciente, a ese capitalismo más depredador. La fórmula en la que el capitalismo y este tipo de fútbol se parecen es la suma de resultadismo, codicia, velocidad y podríamos añadir violencia porque es lo que genera la impaciencia. Violencia en muchas formas.»
Por ejemplo es significativo que en este Brasil, en el espacio más avanzado de la impaciencia depredadora, tenga su diana a la mujer, feminista, medioambientalista y defensora de los pueblos originarios y también a la diferencia como en el caso de las lesbianas… Se han dado muchos casos de violencia en los últimos tiempos y se ha intensificado con la campaña hasta el punto de que hay un pronunciamiento de la ONU avisando de que el perfil del enemigo del capitalismo impaciente ya no es el líder político de siempre sino a otro enemigo al que expulsar y ganar con malleira como decimos en Galicia. De paliza. Se dice: “A esta persona hay que darle una malleira”, cuando alguien empieza a incomodar y se utiliza también para darle una malleira al equipo contrario. Y también me parece un detalle que no es ajeno a esto de lo que hablamos que es la pregunta de quién es el enemigo, ¿a quién hay que expulsar de esta sociedad futbolizada? Uno de los crímenes políticos que más repercusión tuvo en la campaña de Brasil fue a un mestre de capoeira.
Dentro de la capoeira hay una versión más oficial, masculina y machista frente a la más popular. Porque la capoeira era el gran deporte popular en Brasil y que se prohibió cuando se introduce el fútbol porque era una forma de danza y lucha muy vinculada a los grandes latifundios esclavistas en forma de defensa de la gente. Al prohibirse la capoeira se extiende el fútbol. Es curiosa la gran polémica que hay en Brasil sobre capoeira o fútbol como toma de posición. Al principio el fútbol oficial era muy racista y negaba el espacio de jugadores negros y el primero que aparece como una revolución gracias a cómo era su juego, era a maravilla negra (José Leandro Andrade, uruguayo. Considerado el primer gran jugador negro de la historia, ganador del Mundial de 1930).
«Es curiosa la gran polémica que hay en Brasil sobre capoeira o fútbol como toma de posición. Al principio el fútbol oficial era muy racista y negaba el espacio de jugadores negros y el primero que aparece como una revolución gracias a cómo era su juego, era a maravilla negra»
Hablemos del nuevo libro ‘Vivir sin permiso y otras cosas de Oeste’ (Alfaguara) que contiene un relato llevado a la televisión. ¿Qué está pasando con el narcotráfico para que aparentemente se publiquen más cosas ahora? ¿A qué se debe este interés?
Es curioso porque yo empecé a hacer periodismo sobre narcotráfico, o hice más sobre ello en el periodo de los 80, 81, 82, 83…, fue cuando empezó la transición del contrabando de tabaco a la cocaína. Era el momento de la internacionalización delictiva del negocio, con las grandes tabacaleras, que estaban en el ajo, y empiezan a tener una mamma, un carguero de 100 toneladas a 12 millas para estar en aguas internacionales, para que nadie les molestara.
Pero al principio los gallegos tenían una mamma en Portugal, no tenían una propia y cuando los portugueses vieron cómo funcionaban los gallegos pensaron: “Estos son unos fenómenos tienen que tener una mamma propia”. Ya hay una internacionalización delictiva porque se empiezan a mover en bancos suizos, tienen una oficina en Rotterdam… y eso que eran gente de orgen humilde, trabajadores del mar. Pero el siguiente paso es de la internacionalización a la globalización delictiva. A tope. Hay un grado más. Hasta entonces ganaban dinero en su territorio, pero desde entonces se sienten parte de la aldea global delictiva. Son personajes como Sito Miñanco…
El proceso histórico es largo, pero la producción literaria es muy reciente aunque tú si llevas muchos años abordando el narcotráfico.
No se ha escrito tanto sobre lo que pasó en Galicia, del narco, todavía hay muchas zonas oscuras. A nivel literario por ejemplo hay muy poco, la primera novela que se publica es Todo es silencio (Manuel Rivas, 2010). No hay tanto publicado. Es cierto que ahora con la televisión, con Fariña, parece que hay más pero no hay tanto. Bueno, antes de Fariña fue Narcos la que puso sobre la mesa el tema en España y lo populariza el tema....*