Ricardo Viel.- Luiz Antônio Simas (Rio de Janeiro, 1967), historiador, profesor, escritor y músico, se dedica hace décadas a pensar las relaciones sociales que hay en las ciudades - en especial en la capital carioca, donde siempre vivió. Entre sus objetos de interés está el Estadio Jornalista Mário Filho, más conocido como Maracaná. Simas acaba de publicar en Brasil el libro: 'Maracanã, quando a cidade era terreiro', donde hace una especie de biografía del gigante construido en 1950 para el Mundial de Brasil y dedica muchas páginas a los “geraldinos”, como eran conocidos los hinchas que frecuentaban el sector más popular del estadio, la Geral. Hincha del Botafogo, equipo donde Garrincha jugó, el historiador entiende el Maracaná como un lugar cuyo encanto de otros tiempos provenía de la forma como las personas usaban el espacio. “Lo contrario de la vida no es la muerte sino el desencanto”, escribe Simas, que hoy es testigo de un estadio y un país que ya no brillan.
En otros libros tuyos Maracaná ya apareció como personaje de la ciudad. ¿Siempre pensaste el estadio como algo más allá del fútbol?
Sí, mi relación con Maracaná siempre estuvo marcada por un contexto más amplio de algo que llamo de “práctica” de la ciudad. Me gusta el fútbol, pero a veces lo que menos me interesaba en Maracaná era el partido. El libro no tiene como protagonista el estadio, sino el “geraldino”, el vendedor de naranja, el niño que vá al partido con su padre… Mi objetivo es trabajar Maracaná a partir de la idea de las sociabilidad urbanas que son construidas todo el tiempo. En resumen, busco pensar Maracaná como escenario de sociabilidades.
GERAL» La grada baja de Maracaná a rebosar. Foto. Ricardo Beliel
Estableces un paralelo entre la construcción del estadio y una idea de construcción de una identidad de país que ambicionaba ser grande, próspero. Usando un término tuyo, “o país do futuro”, así como Maracaná, ahora está desencantado, ¿verdad?
Exactamente. Mira, Maracaná se construye dentro de una perspectiva de integración, de pensar la identidad nacional brasileña y para que Brasil cupiera allá adentro. Suelo decir que se construye como un estadio inclusivo pero no igualitario, es decir, había una inclusión basada en un concepto de subalternación de los más pobres. Ver un partido desde la Geral era terrible, no romantizo eso. Era un espacio precario. Pero, de alguna manera el viejo Maracaná muere cuando la propia idea de un Brasil generoso también muere. Maracaná es un síntoma de un cierto sueño de Brasil que, por hora, fracasó. El estadio fue construido desde una perspectiva optimista el relación al país, representaba un sentimiento de orgullo de un Brasil que prosperaría. Y cuando ese país se precipita, Maracaná también pasa por un proceso de desencanto. Maracaná es, de algún modo, una metáfora poderosa de un sueño de Brasil que sucumbió.
«Ver un partido desde la Geral era terrible, no romantizo eso. Era un espacio precario. Pero, de alguna manera el viejo Maracaná muere cuando la propia idea de un Brasil generoso también muere. Maracaná es un síntoma de un cierto sueño de Brasil que, por hora, fracasó».
Dices que las reformas del estadio, más que acabar con el sector de la Geral, lo que hacen es acabar con los “geraldinos”, ¿por qué?
Es muy claro, el objetivo fue quitar del estadio el “geraldino”. Es un ataque a los pobres, porque el fútbol pasa por un proceso en que los hinchas pierden espacio para los clientes. No interesa la hinchada sino una clientela con poder de compra. El fútbol ya no comporta estadios monumentales como Macaraná porque el partido ahora está pensado a partir de las perspectiva de la televisión. Y tratan de nos convencer que es mejor ver el partido desde casa, porque hay 30 cameras, no sé cuantos ángulos etc. Es la lógica de la gentrificación del fútbol que quiere restringir el público en los estadios y ampliar el consumo de venta de partidos por cable, Internet etc.
Al leer tu libro me quedé con la sensación de que quizás la arquitectura imponente del estadio no era lo que le daba encanto al Maracaná sino la gente y cómo esa gente lo ocupaba.
Lo fundamental era lo que llamo la práctica del estadio. Quizás Maracaná ni era el estadio ideal para ver un partido. Tenía, es verdad, una marquesina extraordinaria, pero las gradas quedaban lejos de la cancha y en algunos puntos la visibilidad era pésima. En la Geral, por ejemplo, no tenías ninguna dimensión de la profundidad, de perspectiva, te enterabas de lo que pasaba del otro lado del campo por la reacción de la hinchada. Lo fundamental era la manera como se “practicaba” el estadio, la Geral era un lugar de performance, no se veía el partido casi. Era donde esa gente podía estar y ahí se montaba una fiesta. Era también un estadio hostil a las mujeres, un lugar que olía permanentemente a orina, tenía muchos problemas. Pero la dimensión del encanto venía de eso, de la manera cómo era “practicado”, es decir, del uso y empleo que se le daba.
GERALDINOS» Un Maracaná más moderno, con presencia geraldina. Foto. Ricardo Beliel.
¿Y qué pasó para que Maracaná se desencantara?
Creo que es un proceso, pero cuando se demuele la marquesina es el momento crucial. Ni discuto si es mejor o peor el estadio ahora, pero es otro. Hoy existe otro estadio en el lugar donde estaba el viejo Maracaná. La marquesina era una obra prima de la arquitectura carioca, una marquesina en hormigón sin pilastras que la sosteniese, una cosa maravillosa que estaba protegida por el órgano de patrimonio publico. Lo que hicieron fue criminoso. Maracaná hoy día es una arena muy parecida al estadio de Kiev en Ucrania, si comparas las fotos de los dos no sabes cual es cual.
¿Crees que es posible que vuelva a ser un estadio encantado?
Digo en el libro que el estadio otra vez está en disputa, veremos después de la pandemia cómo él será practicado. Pero creo que sí es posible volver a encantar, incluso porque el proyecto inicial de esa nueva arena era mucho peor, mucho más elitista que ahora. Hubo mucha lucha de los movimientos sociales, hubo una enorme campaña “O Maraca é nosso”, que fue capaz de frenar un poco el proceso que quería transformar Maracaná en un shopping. Es hoy día un terreno en disputa, porque las personas tratan de forjar su relación con el fútbol a partir de la practica. No volverá a ser, desde el punto de vista de la monumentalidad, lo que era. Ya no cabe una ciudad entera ahí adentro. Pero ojo, me preocupa mucho no quedar atrapado en una nostalgia inútil, la nostalgia que tengo del viejo Maracaná es nostalgia de mi mismo, de cuando iba al estadio con mi abuelo, mi padre, del olor de las cosas de aquella época.
«Pero ojo, me preocupa mucho no quedar atrapado en una nostalgia inútil, la nostalgia que tengo del viejo Maracaná es nostalgia de mi mismo, de cuando iba al estadio con mi abuelo, mi padre, del olor de las cosas de aquella época».
Y de los rituales que se perdieron, ¿no? Cómo lo que cuentas que la hinchada hacia subir desde la grada un globo aerostático antes del partido. Si el globo no fuera capaz de subir y pasar la marquesina, saliendo del estadio, era un mal presagio.
Era una verdadera fiesta, con globos y cosas por el estilo. Un espacio de rituales, creo que todos los estadios son así. El hincha es un tipo que sale de casa para el partido y cree que todo lo que pasa hasta empezar el juego son señales. Si el globo sube o no, cual equipo entra primero en la cancha, para que lado se ataca en la primera parte. Todo son señales.
FLAMENGO. Hinchas en la grada Geral. Foto. Ricardo Beliel.
Me acordé, al leer tu libro, de una imagen que circuló por Internet al principio del año cuando fue la final de Libertadores. Era una foto que capturaba un segundo antes del gol de Palmeiras, la pelota a punto de ser golpeada, pero lo curioso es que se veía en la grada una pareja que se está tomando una selfie y perderá el gol.
En el libro cito una encuesta de una empresa de telefonía que demuestra que la gran mayoría de las personas que van al estadio se toman selfies y alimenta sus redes sociales durante los partidos. Entonces el momento del gol termina por ser domado por un deseo de registrar su propia celebración para colgarlo en las redes. No basta estar en el estadio hace falta enseñarlo para el mundo, en directo. Es como en Carnaval, antes era el sitio donde ibas para desaparecer, para que nadie te encontrara. Ahora, en el mundo de las redes sociales, es para ser visto y encontrado.
¿Y qué te parece el fútbol sin hinchas?
Creo que no había otra manera de hacerlo, no estoy loco para defender que durante una pandemia la gente se junte para ir al fútbol. Y no era posible, incluso para los clubes de fútbol, estar año y medio sin partidos. Pero, dicho eso, para mí fútbol sin hinchas es algo muy raro, pierde mucho dramatismo. Son los hinchas quienes dan sentido a todo eso. El trazado oval del Maracaná, uno de los primeros estadios del mundo hechos así, permitía que tuvieras una perspectiva fascinante de la hinchada rival, un espectáculo.
¿Qué piensas de la propuesta de cambiar el nombre de Maracaná para Estadio Rei Pelé?
El escritor Nelson Rodrigues, que era hermano de Mário Filho, se enojaba mucho que la gente no llamara Maracaná de Estadio Periodista Mário Filho. Nadie nunca llamó el estadio así. La ciudad le dice Maracaná y los hinchas, Maraca. Y seguirá siendo así. A mí me parece injusto con Mário Filho cambiar el nombre ahora. Fue un tipo que luchó por la construcción del estadio, de que estuviera en ese lugar donde esta, y que defendió el sueño de un estadio monumental que integrara la grandes multitudes. Pero, se llame como se llame, siempre será, para la hinchada, Maraca. •