Maradona, el gordo Muñoz y Videla

Se cumplen cuatro décadas del título mundial juvenil obtenido en Japón por la célebre selección de Menotti. Un equipo deslumbrante, sometido a los usos políticos de la dictadura.

Alejandro Caravario

Tras la experiencia de la Copa de 1978, el Mundial Juvenil disputado en Japón profundizó la tensión entre el éxito futbolero y las penurias de una sociedad sometida a la represión vandálica y a un programa económico que condenaba a la pobreza a la mayoría. Por el lado de la pelota, en el torneo de 1979 el decálogo menottiano alcanzó el grado de perfección. Se había pulido y estilizado merced a una nueva constelación de talentos, en cuyo centro refulgía el mejor jugador de la historia, Diego, que ya era el mejor a los 18 años.

Si bien se trataba de una categoría juvenil, con un rigor de competencia distinto al de los seleccionados mayores, el equipo en el que también se consagró Ramón Díaz superaba largamente a los campeones del 78, plantel con neta vocación ofensiva pero mucho más rústico. Acaso por primea y única vez, el discurso y la praxis del polémico Menotti coincidieron como realidades clonadas. Hasta el 7 de septiembre, día de la victoria final ante la URSS por 3-1, Argentina paseó por el Mundial, campaña que el lector puede repasar en detalle en este mismo espacio. A la actuación descollante de Maradona y Díaz se sumaron el pequeño gran delantero Osvaldo Pichi Escudero, Gabriel Calderón, el solícito Juan Barbas (un Ardiles junior) y Juan Simón en la zaga central, por citar sólo algunos apellidos ilustres.

A la actuación descollante de Maradona y Díaz se sumaron el pequeño gran delantero Osvaldo Pichi Escudero, Gabriel Calderón, el solícito Juan Barbas (un Ardiles junior) y Juan Simón en la zaga central, por citar sólo algunos apellidos ilustres.

En tiempos de transmisiones televisivas problemáticas, durante las cuales nos familiarizamos con expresiones esotéricas como vía coaxil y nos curtimos en caídas de satélite que nos dejaban sin partido, la performance argentina en el campeonato japonés fue televisada íntegramente. En riguroso blanco y negro, claro, pues el color llegaría al año siguiente. Y en horarios tan amables como las 4.30 de la mañana, lo que dio pie a una legión multitudinaria de insomnes y les proporcionó a los partidos el suplemento místico de las deshoras. Como en 1978, el público salió a las calles. Inducido en buena medida por los alcahuetes de la dictadura, entre los que sobresalía, por el carácter deportivo de la gesta, el relator José María Muñoz.

Inducido en buena medida por los alcahuetes de la dictadura, entre los que sobresalía, por el carácter deportivo de la gesta, el relator José María Muñoz.

Sin embargo, en el frente militar y en su silencio blindado (y decorado por las invenciones de diversas editoriales como Atlántida y Clarín) se había producido una fisura. Un día antes de la consagración de los juveniles arribó a Buenos Aires la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con el fin de investigar las denuncias sobre desapariciones y otros crímenes del régimen comandado por Jorge Videla. La visita ocurrió gracias al paciente trabajo de contactos emprendido por los organismos de derechos humanos argentinos, especialmente por Emilio Mignone, miembro de la Asamblea Permanente y fundador, en aquel mismo 1979, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).

La Comisión, integrada por seis juristas, permaneció en Argentina hasta el 20 se septiembre, conversó con los dictadores, visitó cárceles y acopió reclamos. A diferencia de la hinchada unánime de 1978, esta vez los eufóricos festejantes del triunfo de la Selección se toparon con una larga fila de afligidos compatriotas que, en Avenida de Mayo al 700, sede de la OEA donde funcionó la CIDH durante su escala en Buenos Aires, esperaban para presentar su denuncia. Eran los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado, muchos de los cuales encontraban por primera vez un canal para ventilar su caso. En esa fila, por ejemplo, estaba Estela de Carlotto, siguiendo la huella de su hija Laura.

La Comisión, integrada por seis juristas, permaneció en Argentina hasta el 20 se septiembre, conversó con los dictadores, visitó cárceles y acopió reclamos.

Hacia esos ciudadanos expectantes, acostumbrados a la espera vana, se dirigió la arenga de José María Muñoz. “Vayamos todos a la Avenida de Mayo –convocaba por Radio Rivadavia– y demostremos a los señores de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que la Argentina no tiene nada que ocultar”. No estaba sólo en su proclama el llamado Relator de América; encarnaba quizá en forma más impúdica y cándida una propaganda que predominaba en los medios y que también prendía entre la gente del llano. Un símbolo inolvidable de aquella campaña es la oblea con la inscripción “Los argentinos somos derechos y Humanos”, que al dictadura había desparramado y que los taxistas lucían con orgullo en los parabrisas.

No estaba sólo en su proclama el llamado Relator de América; encarnaba quizá en forma más impúdica y cándida una propaganda que predominaba en los medios y que también prendía entre la gente del llano. 

En abril de 1980, la CIDH redactó un informe lapidario sobre la situación de los derechos humanos en nuestro país. La censura operó para que no se conociera en su totalidad, pero los testimonios de la cacería no podían silenciarse en el resto del mundo. La dictadura recibió así una leve estocada. Y aunque Maradona y Videla se tiraron flores mutuamente en una comunicación radial inmediatamente posterior al partido con la URSS, no hubo modo de que la pelota alterara el curso de la historia. Fue desairada una vez más la tentación en la que incurren tantos gobiernos canallas.

FASE INICIAL

Argentina 5 – Indonesia 0  (26 de agosto de 1979, Omiya)
Formación: Sergio García; Abelardo Carabelli (Marcelo Bachino), Juan Simón, Rubén Rossi y Hugo Alves; Juan Barbas, Osvaldo Rinaldi y Diego Maradona; Osvaldo Escudero, Ramón Díaz y Gabriel Calderón (Juan José Meza).Goles: Ramón Díaz (PT 10m., 22m. y 24m.) y Diego Maradona (PT 20m. y 39m.).

Yugoslavia 0-Argentina 1  (28 de agosto de 1979, Omiya)
Formación: Sergio García; Abelardo Carabelli, Juan Simón, Rubén Rossi y Hugo Alves; Juan Barbas, Osvaldo Rinaldi y Diego Maradona; Osvaldo Escudero (Alfredo Torres), Ramón Díaz y Gabriel Calderón (Juan José Meza).
Gol: Osvaldo Escudero (ST. 20m.)

Argentina 4-Polonia 1  (30 de agosto de 1979, Omiya)
Formación: Sergio García; Abelardo Carabelli, Juan Simón, Rubén Rossi y Marcelo Bachino; Juan José Meza, Osvaldo Rinaldi y Diego Maradona; Alfredo Torres (Juan Barbas), José Luis Lanao (Ramón Díaz) y Gabriel Calderón.
Goles: Diego Maradona (PT. 7m.), Gabriel Calderón (PT. 26m. y ST. 30m.) y Juan Simón (PT. 35m.). Plasz (PT. 27m.)

CUARTOS DE FINAL

Argentina 5-Argelia 0  (2 de setiembre de 1979, Tokio)
Formación: Sergio García; Abelardo Carabelli, Juan Simón (Jorge Piaggio), Rubén Rossi y Hugo Alves; Juan Barbas, Osvaldo Rinaldi y Diego Maradona (Juan José Meza); Osvaldo Escudero, Ramón Díaz y Gabriel Calderón.
Goles: Diego Maradona (PT. 25m.), Gabriel Calderón (PT. 33m.) y Ramón Díaz (PT. 39m. y ST. 12m. y 27m.).

SEMIFINAL

Argentina 2-Uruguay 0  (4 de setiembre, Tokio)
Formación: Sergio García; Abelardo Carabelli, Juan Simón, Rubén Rossi y Hugo Alves; Juan Barbas, Osvaldo Rinaldi y Diego Maradona (Juan José Meza); Osvaldo Escudero, Ramón Díaz (Alfredo Torres) y Gabriel Calderón.
Goles: Ramón Díaz (ST. 11m.) y Diego Maradona (ST. 33m.)

FINAL

Argentina 3-Unión Soviética 1 (7 de septiembre de 1979, Tokio)

Formación: Sergio García; Abelardo Carabelli, Juan Simón, Rubén Rossi y Hugo Alves; Juan Barbas, Osvaldo Rinaldi (Juan José Meza) y Diego Maradona; Osvaldo Escudero (Alfredo Torres), Ramón Díaz y Gabriel Calderón.

Goles Ponomarev (ST. 12m.), Hugo Alves (ST. 27m., de penal), Ramón Díaz (ST. 30m.) y Diego Maradona (ST. 35m.)S