Mascherano: "En el Barça la idea es innegociable"

'El jefecito' destaca por ser un tipo afable y sencillo. Cuando habla de fútbol se le ilumina la mirada y las palabras parecen escapársele de la boca, fruto de unas ideas ya consolidadas.

*María Cappa/ Fotografía Edu Bayer.- No le hace falta pararse a pensar quién es, qué quiere conseguir, cómo quiere jugar o con qué estilo de juego se identifica. En el Barça, Javier Mascherano (Santa Fe, 1984) encontró su lugar en el mundo.

Algún tiempo después de llegar al Barcelona dijo que había tenido que volver a aprender a jugar al fútbol. ¿Qué quiso decir?

 Se puede resumir en que es una manera diferente de pensar el fútbol. Lo que tiene este club, quizá a diferencia del resto de los que me ha tocado estar, es que se puede renunciar a muchas cosas menos a la idea. Puedes cambiar jugadores, traer otros que no salgan de La Masía… pero la idea en el Barcelona es innegociable.

Yo era un mediocentro defensivo al que le habían inculcado robar, tratar de participar en la destrucción del juego y, a la hora de construir, siempre estar atento a ver dónde estaba descompensado el equipo para tratar de cubrir los espacios. Aquí es todo lo contrario. Lo primero que me dijo Guardiola fue que en el Barcelona un pivote defensivo tiene que ser partícipe de la formación del juego. Es un concepto con el que no me había encontrado nunca y me fue muy difícil adaptarlo. Además acá el pivote titular es Busquets. Más allá de que otro jugador pueda hacerlo bien, Sergi es el indicado, el jugador perfecto para esta posición.

 Diego Latorre escribió una columna en Olé titulada “La transformación en un nuevo Jefecito”, donde habla del cambio que experimentó. Dice que no evolucionó sino que se transformó. Explíqueme en qué consiste este cambio.

Cuando empecé a jugar de central tuve que aprender que, en este club, el ataque empieza desde el portero. La pelota sale bien jugada desde atrás, uno de los centrales tiene que subir y tratar de generar superioridad en el medio… Ahora comienza a haber más equipos que lo hacen, pero el que empezó a jugar de esa manera fue el Barcelona. Jugando un poco más atrás que un centrocampista tienes mucho más tiempo, muchos más espacios para poder elegir…

Pero entonces, ¿El mediocampo qué hace? Redondo en el Madrid tenía esa labor, la de distribuir el juego.

Claro, el mediocampo participa en esa transición, pero todo empieza desde atrás. Se trata de involucrar a mucha gente en el medio para generar superioridad numérica. ¿Cómo? Con los mediocampistas, con el mediocentro delantero, que es un nueve falso que viene atrás también a jugar y con uno de los centrales que va hacia el medio del campo. Es la única manera de poder igualar o superar en cantidad de gente al rival.

Declaró que Guardiola fue fundamental para cambiar su manera de jugar. Un cambio que Latorre define diciendo que corre menos y piensa más. ¿Cómo lo trabajaron?

Hay conceptos que uno como mediocampista no los tiene. En mi caso, por instinto, nunca fui un jugador de meterse atrás a esperar, sino que me gustaba salir a presionar, ir a los costados, anticipar… Como central uno tiene que saber que hay momentos en los que puede salir a presionar y otros en los que no. Y más como jugamos nosotros, muchas veces mano a mano, con mucho espacio en la espalda… Guardiola me ayudó a asimilar esto.

Lo primordial y lo básico que he aprendido aquí es que el talento también se entrena. Uno cree que los Xavi o los Iniesta nacen con un algo especial y listo. Pero la manera de entrenar que tiene el Barça, ya desde las categorías de base, todo el tiempo con balón y los ejercicios en espacios tan reducidos, ayuda a que ese talento se vaya incrementando. Desde que llegué he mejorado muchísimo en el manejo del balón, en la rapidez a la hora de tomar decisiones… Es la forma de entrenar que tiene este equipo lo que hace que uno mejore.

Precisamente sobre esto le quería preguntar. Si uno piensa en los entrenamientos del Barcelona se pregunta, ¿A qué van, si ya lo han aprendido todo? ¿Qué se le puede enseñar a Messi, a Xavi, a Mascherano?

Todo el tiempo estás aprendiendo. Hay muchísimas situaciones con las que te encuentras en un partido que te generan dudas. Y precisamente para eso están los entrenadores, para sacarte las dudas. Uno muchas veces sabe cómo haría algo pero durante el juego toma una decisión incorrecta y provoca una jugada que favorece al rival. Además, si en un entrenamiento te mandan dar 500 pases por día en vez de, por ejemplo, a correr alrededor del campo, ese que da 500 pases será más preciso con el balón en un partido que el que corre. Y de eso se trata. El fútbol es un deporte en el que tienes que reagrupar un montón de conceptos, no solamente el hecho de jugar bien. Si no corres, si no presionas, si el rival te asfixia, no te alcanza con jugar bien. Pero manejar los espacios reducidos o, como te decía antes, entrenar el talento, hace que un jugador pueda crecer.

Hablábamos de Guardiola… Últimamente la prensa se ha centrado mucho en la figura del entrenador, al que evalúa en función de los resultados. ¿Qué cree que hay que analizar para determinar si alguien es bueno o malo?

Es verdad que mucha gente evalúa a partir del éxito o el fracaso. Sin embargo, a mí me ha tocado tener a un entrenador como Marcelo Bielsa, que no ha tenido la suerte de ganar tantos títulos, pero que me ha dejado marcado para siempre. Es uno de los mejores entrenadores que he tenido en mi vida.  No tiene nada que ver con ganar o no porque para ganar también tienes que tener los jugadores. En el Athletic demostró que los tenía cuando llegó a la final de dos competiciones muy importantes como la Copa del Rey y la Europa League. Pero muchas veces el factor suerte, sumado a los rivales que te tocan, determinan que puedas ganar o no.

Creo que para ver si un entrenador es bueno o es malo, tienes que fijarte en cómo juegan sus equipos. Bueno es aquel entrenador que, al mes o mes y medio de llegar, hace que el equipo juegue como él quiere. Y yo nunca he visto que un equipo que haya dirigido Bielsa no juegue de acuerdo a su manera de sentir el fútbol. Pasó con Newell´s, con Vélez, con la Selección argentina, con el Athletic… Siempre mantuvo la misma línea. Y creo que es algo bueno que el entrenador tenga una idea, sea capaz de inculcarla y que sus jugadores la lleven a cabo. Hay que evaluar a un entrenador por las ideas y no por los resultados.

Guardiola y Tito Vilanova entendían el fútbol de la misma forma. ¿También entrenan igual o había diferencias a la hora de plantear el trabajo?

No, no, precisamente por eso el Barcelona es un club distinto al resto. Insisto en que la idea es innegociable, pero no solo en el primer equipo sino en todas las categorías. Todos entrenamos igual. Muchas veces vienen chicos de 15 o 16 años a entrenar y se adaptan muy rápido porque llevan haciendo lo mismo que nosotros durante toda la temporada. Claro que hay diferencias en los detalles, pero lo importante es la idea general, es decir, cómo quieres jugar. En nuestro caso, por medio del balón, intentamos atacar siempre. No es un equipo directo sino con pausa, que a partir de la posesión trata de gestar la jugada desde atrás, que en el mediocampo haya una transición. Que veas que la pelota trata de pasar por todos los integrantes y que en tres cuartos intente ser punzante con Messi y los jugadores que vienen por fuera. Esta es la idea básica. A partir de aquí, cada entrenador le mete detalles de su gusto futbolístico.

Hay un sector de la prensa que asegura que la idea de juego del Barça no se puede extrapolar a otros equipos porque no tienen sus jugadores.

Creo que cuando entramos en comparaciones nos equivocamos. En España he visto a muchos equipos que juegan bien. Está claro que cuanto mejor sean mejor se va a poder jugar. Pero eso no quiere decir que teniendo buenos jugadores, como los tienen los equipos que te acabo de nombrar, no puedas intentar jugar bien.

De hecho hay otros equipos que, con grandísimos jugadores, ni siquiera intentan jugar bien, intentan otro tipo de juego. Que también es viable y es respetable, cada uno juega como quiere. Pero el Barça ha sido tan reconocido mundialmente durante estos cinco años precisamente por su estilo. Evidentemente también por todo lo que ganó, pero lo que más atrae a la gente es cómo lo logró. Y eso es lo más importante: lograr resultados de una determinada manera. Porque si no tienes un estilo no vas a trascender. Vas a ganar, sí, pero no vas a pasar a la historia. Si ganas puede que se acuerden de ti; pero, si además de ganar esos equipos juegan bien, van a ser inmortales.

Cuando pierden, las críticas más habituales suelen tener que ver con el toquecito intrascendente, con que la posesión no gana partidos, que sería más eficaz tirar pelotazos largos…

Mira, yo creo que todo se resume en que al ser humano le molesta ver a alguien que gana tanto durante tanto tiempo. Pero no solo en el fútbol. Pasó, por ejemplo, con los Chicago Bulls de Jordan. Cuando ganaban todo la gente quería que perdieran. Porque cansa que siempre gane el mismo. En lugar de pensar que es una locura lo que están logrando, disfrutar de lo extraordinarios que son porque nunca más vamos a volver a ver algo así, intentamos destruirlo porque somos autodestructivos. Es nuestra naturaleza.

Y cuando el Barça pierde pasa lo mismo. Todo lo que hizo durante estos cinco años, la cantidad de partidos que ganó jugando de esa manera que ha maravillado al mundo, no sirve para nada. Al que está tanto tiempo arriba, al que hace las cosas bien, se lo va a criticar más que al que está abajo. Porque está más expuesto y por lo que te decía antes, que somos autodestructivos. Cuando el mismo gana siempre queremos que gane otro. Es así de simple.

Piqué, Iniesta, Xavi... son jugadores que privilegian el modo por encima del fin. Insisten en que ganar de cualquier manera no sirve, que juegan para divertirse, que aspiran a disfrutar de los partidos y no a acumular títulos. Y usted también, cuando llegó al Barcelona, dijo una frase hermosa: “Vengo al Barcelona porque quiero formar parte de un equipo que será recordado por cómo juega, no por lo que gana.”

 En el caso de ellos es distinto. Yo llegué al club más o menos a mitad de este proceso. Para ellos, que llevan aquí toda la vida, es mucho más difícil dejar de pensar así porque es una manera de sentir el fútbol que maman desde chicos. No es casualidad que los grandes equipos de la historia del fútbol estuvieran integrados, en su mayoría, por gente del club. El Ajax de van Gaal tenía muchos jugadores de la cantera, pasó también con el Madrid de Butragueño y pasa ahora con este Barcelona.

En el Barça desde pequeños crecen con una manera determinada de jugar. ¿Y cómo haces para explicarle a Xavi, a los 33 años, que tiene que jugar de otra forma? Es imposible. Pero no por una cuestión de edad, sino por su manera de entender el fútbol y porque vio que con la forma de jugar que ha tenido toda la vida ha conseguido todo lo que ha querido. Y, sobre todo, ha visto que así también disfruta más. Porque es cierto que disfrutas más cuando ganas un partido 5 a 0, en el que sabes que estuviste bien, que tuviste 20 ocasiones de gol y no te generaron ninguna, que si ganas 1 a 0 colgado del travesaño.

La gente que le conoce cuenta que, desde que llegó al Barça, creció no solo como jugador, sino también como persona. Que se volvió más humilde, más apegado a la realidad… ¿Tiene que ver con los valores que se dice que hay en este club? ¿Son un mito, son reales…?

No, un mito no. En mi caso tiene que ver con que me encontré en un lugar en el que se valora mucho no solamente lo que puedas hacer dentro del campo sino cómo te comportas. Pero también tiene que ver conmigo, porque por más que uno llegue acá y te demuestren que son importantes determinados valores, si no eres así no te van a cambiar.

Para mí esta era una situación nueva. En todos los clubes anteriores había sido una pieza importante dentro del equipo, titular indiscutido, un jugador que se podía tomar licencias, en el sentido de jugar mal muchos partidos que iba a seguir siendo titular igual... Y vine acá y me encontré con un equipo en el que iba a ser suplente, donde el once ya estaba diagramado y era imposible entrar salvo la desgracia de alguna lesión… Era imposible porque uno reconoce que los que están ahí adentro son mejores. Uno es jugador y sabe cuándo hay otros compañeros que juegan mejor.

Ahora, está en cada uno aceptarlo. Si eres un ciego que no quiere verlo, o te crees el mejor y no quieres reconocer que tu compañero es mejor es problema tuyo. Cuando eres racional y ves que tu compañero es mejor, no te puedes enojar. Y yo sabía que esa era mi situación, pero también que podía aprender, que tenía que entrenar todos los días, primero, para aprender yo. Segundo, para que el que fuera titular no se sintiera con libertad, que supiera que tiene que esforzarse porque tiene un compañero detrás que le puede quitar el puesto. Y tercero, como siempre pasa, para cuando tuviera mi oportunidad, aprovecharla.

Los jugadores vivimos quejándonos de que el entrenador no nos pone, decimos que nos saca porque tenemos otra idea, pero cuando llega la oportunidad no estamos preparados. No estuvimos entrenando bien y cuando te toca demostrar lo que sabes hacer ya no tienes más excusas, si lo haces mal es porque no estabas preparado. Y yo además ya tenía la experiencia suficiente como para saber que estaba en un lugar único, que no podía llegar acá y dejar pasar esto. Después el técnico decidirá si tengo que jugar o no; mi trabajo consiste en entrenar todos los días y hacerlo lo mejor que pueda. Después, jugar es una circunstancia.

Sin embargo, algunos llegaron a decir que vino al Barça porque prefería ser suplente y ganar títulos que quedarse en el Liverpool de titular y reducir las posibilidades de ganar algo.

Mira, primero que el Liverpool, más allá de que muchas veces se lo menosprecie, es un equipo grandísimo. Tiene cinco Copas de Europa, 18 Premier League… Es mucho más grande de lo que la gente cree. Segundo que yo estaba perfectamente cómodo ahí y podía haber seguido. Y en el Barça demostré que no soy un jugador que prefiera estar en el banco, todo lo contrario. Creo que siempre que me ha tocado suplantar a un compañero por cualquier lesión he estado a la altura de las circunstancias. Y además puse en riesgo mi puesto en la Selección argentina. Quizá por no ser titular en el equipo me habrían podido apartar. Pero tuve la suerte de que no pasó. Siempre digo que el que trabaja, el que hace las cosas bien, obviamente si uno tiene las cualidades suficientes como para poder hacer este trabajo, a la larga termina triunfando.

 Ahora que habla de la Selección, debe ser mucho más difícil conseguir tener un equipo integrado allí, ¿no? Casi nunca entrenan juntos, han pasado muchos entrenadores con distintas maneras de entender el fútbol, los jugadores van de equipos muy diferentes…

Sí, es muy difícil. La gente dice que si España o Alemania puede hacerlo por qué nosotros no. Claro, pero es que España lleva nueve jugadores del Barça y Alemania siete del Bayern Múnich. Tienen la ventaja de que casi todo el equipo lo integran jugadores que entrenan prácticamente todos los días juntos y se conocen. Nosotros no. Hay que entender que los hábitos, los conceptos de cada uno, son totalmente distintos. En el Barcelona  jugamos con la línea de los laterales muy alta porque somos un equipo que presionamos muy arriba. Sin embargo en la Selección preferimos defender un poco más atrás, no tenemos tanta posesión, nuestro entrenador quiere ser más directo… Y ahí se genera el conflicto porque estamos acostumbrados a jugar en nuestros clubes todo el año de una manera diferente a la que jugamos en la Selección.

 ¿Y cómo solucionan este problema?

Tratamos de dejar de lado nuestras costumbres, volcar toda la solidaridad y ayudarnos entre nosotros para plasmar la idea de juego que tiene el entrenador. Porque en definitiva se trata de respetar la manera determinada con la que él quiera jugar. Y él también trata de adaptarse a nosotros para que sea lo más fácil posible para todos. Intentamos hablar mucho y aprovechar los pocos entrenamientos que tenemos juntos, pero lleva mucho tiempo, por eso es tan difícil.

Guardiola estuvo en Argentina dando una conferencia y, además de los halagos que le dedicó, dijo que iba a ser un gran técnico. ¿Se ha planteado dirigir?

Lo de ser técnico o no ya se verá. A mí me apasiona el fútbol, podría pasarme el día entero hablando de fútbol. Ahora, para ser técnico no alcanza con hablar o, inclusive, haber jugado. Hay que saber transmitirlo. Y es algo que uno no sabe hasta que lo intenta. ¿Qué hay muchas posibilidades de que pueda llegar a intentarlo? Hoy te digo que en mi cabeza está. Pero de intentarlo a serlo… Hay que ver si tengo capacidad.

Y qué  juego elegiría, ¿tipo Liverpool o tipo Barça?

(se ríe) Ni una cosa ni la otra. Como dijo Pep en esa conferencia, uno tiene que tratar de robar de los demás  lo que pueda. Y, por suerte, he tenido grandísimos entrenadores. José Peckerman, Benítez, Bielsa, Guardiola, Tito… (la entrevista es previa a la llegada de Tata Martino al FC Barcelona) No me quiero olvidar de ninguno. Uno va aprendiendo de todos ellos y lo va agregando a la idea que uno tiene de fútbol. Pero bueno, todavía me quedan algunos años por jugar. Lo más importante es que lo que haga, lo haga con pasión, que realmente lo sienta. Y para mí… Esto es mi vida. A mí me sacas del fútbol y me sacas prácticamente todo.

*entrevista publicada en nuestro número seis.