Fermín de la Calle.- Acaballo entre la rebeldía y la extravagancia, en la Premier de los 70 y los 80 emergió una estirpe de futbolistas a la que se bautizó como los ‘Mavericks’ (indomables, independientes, disidentes, libres). Eran los Trinches ingleses. Jugadores de talento ingobernable que no cumplieron las expectativas porque se entregaron a la dolce vita. Ludópatas, dipsómanos o mujeriegos, cuando no las tres cosas, siempre pusieron más empeño en quemar la noche que en exhibir su magia con la pelota en los pies. Stan Bowles, Robin Friday, Rodney Marsh, Alan Hudson, Tony Currie, Frank Worthington, Duncan McKenzie, Peter Knowles, Charlie George, Peter Marinello… Nombres indescifrables para el gran público que, sin embargo, despiertan la admiración de los miles de niños que, como Nick Hornby, poblaban las gradas de aquellos entrañables estadios. Pudieron ser los Beatles, pero eligieron ser los Clash porque decidieron no tomarse en serio el fútbol. Ni a sí mismos.
Stan Bowles, Robin Friday, Rodney Marsh, Alan Hudson, Tony Currie, Frank Worthington, Duncan McKenzie, Peter Knowles, Charlie George, Peter Marinello…
El más salvaje de todos fue sin duda Robin Friday, un futbolista de culto en las gradas del Reading y del Cardiff City. Friday comenzó a destacar en la liga de la cárcel de Feltham Borsta, donde pasó 14 meses por robar varias veces. Allí creció físicamente y comenzó a desafiar a los rivales con el balón y con los puños. A los 16 años se convirtió en la estrella del equipo de la prisión lo que le llevó a fichar por el Reading. A los 17 estaba casado y ya era padre de una niña. Sin embargo, su transgresora vida fuera del césped le llevó a retirarse a los 25 años, falleciendo a los 38 de un infarto tras abusar de las drogas. Super Furry Animals, la banda de Cardiff, le dedicó en 1996 la canción ‘The Man Don't Give a Fuck’ (‘El hombre al que le importa una mierda’), reproduciendo en la portada su histórica fotografía haciendo el signo de la V al portero de Luton Town, Milija Aleksic, tras marcarle un gol con el Cardiff City.
Jugó borracho muchas veces, lo que no fue obstáculo para marcar goles y desequilibrar los partidos. Su biografía, ‘El futbolista más grande que nunca viste’, esconde muchas joyas en forma de anécdota en sus páginas. Otro Maverick que coincidió con Friday en más de una farra, Stan Bowles, declaró al conocer la noticia de la muerte de Robin: “Tenía todo para llegar a la cima, pero descarriló”. Bowles era un zurdo de clase extraordinaria que llegó a Londres para enrolarse en el Queen’s Park Rangers donde hizo carrera a su manera. Le perdían las apuestas. Su afición a fundirse el dinero obligó a su descubridor, Ernie Tagg, a entregar el sueldo a su madre para evitar que se lo gastara la primera noche. Bowles tiraba los córners en el QPR’s pero lo hacía para preguntar a los aficionados el resultado de las carreras de caballos cuando se acercaba al banderín.
Un cronista escribió un día de él: “Si George Best tiene una estatua en Belfast, Stan Bowles debería tener otra en Ladbrokes (la casa de apuestas)”. Compañero de borracheras de Rodney Marsh y George Best, Bowles recuerda: “Tuve que dejar de beber con George porque él lo hacía desde las 10 de la mañana hasta las 12 de la noche. Solíamos quedar en un pub irlandés de Chelsea Harbour. Tomaba vino blanco o soda con aguardiente en vaso de pinta. Yo, cerveza. Y cuando terminábamos no sabía ni dónde estaba”. Bowles llegó a ser internacional con Inglaterra, algo que en realidad le importaba poco. Vistió cinco veces la camiseta de los Pross siendo seleccionado por mitos de los banquillos como Alf Ramsey o Don Revie. Debutó contra Portugal, marcó un gol a Gales y el 15 de mayo de 1974, en el descanso del partido ante Irlanda del Norte, tras ser sustituido, se duchó, salió del estadio, cruzó la calle y se fue al pub más cercano a ver la segunda parte.
El día del partido Bowles saltó al campo con una bota de cada marca y se ganó 500 libras. Cuando despertó a la mañana siguiente, no le quedaba una libra y tenía una resaca del demonio…
Preguntado por la prensa, declaró: “Me gusta jugar y eso ya lo hago en el QPRs”. Bowles, redomado sex symbol como Best pese a su apariencia enclenque, fue un visionario del marketing deportivo. Antes de jugar en Wembley con Inglaterra ante los Países Bajos aceptó una oferta de 200 libras por usar botas de la marca Gola. Dos horas más tarde Adidas contactó con él y le ofreció 300 por lucir su marca. Oferta que también aceptó. El día del partido Bowles saltó al campo con una bota de cada marca y se ganó 500 libras. Cuando despertó a la mañana siguiente, no le quedaba una libra y tenía una resaca del demonio…*
»FOTO 1 Charlie George en 1972. No tenía contrato, ni dorsal. »2. Robin Friday en un entrenamiento.3. Stan Bowles con el QPR's en 1978 frente a Robbie James.