'No me quería pegar', por Enrique Ballester

Recuerdo la primera vez que escuché hablar de Luka Modric. Era una noche cualquiera y se nos acercó un hombre en la barra del pub. En esos casos nunca sabes muy bien cómo reaccionar, yo siempre pienso de entrada que me quieren pegar.

Enrique Ballester.- En el año 2012, cuando fundaron la revista Líbero, yo ya era tan idiota como ahora. Esto es algo que me gusta reivindicar porque alguna vez me han tachado de inconstante, y nada más lejos de la realidad. La constancia de mi estupidez es irrebatible, una cosa titánica, y si llevan varios años leyendo estas piezas lo podrán corroborar.

Eso sí: de vez en cuando acierto, aunque sea de casualidad. Y debo decir que, en el año 2012, cuando fundaron la revista Líbero, yo ya daba la paliza en las noches de fiesta defendiendo a Luka Modric y a Karim Benzema. Y eso nadie, ni amigos ni enemigos, me lo puede negar.

Recuerdo la primera vez que escuché hablar de Luka Modric. Era una noche cualquiera –antes de 2008 seguro- y se nos acercó un hombre en la barra del pub. En esos casos nunca sabes muy bien cómo reaccionar, yo siempre pienso de entrada que me quieren pegar. El hombre saludó al dueño del local –eso siempre tranquiliza- y después me preguntó si era Enrique Ballester, el que escribe de fútbol en el periódico. En esos casos nunca sabes muy bien cómo reaccionar, yo siempre pienso de entrada que me quieren pegar. Contesté “depende”, mi respuesta habitual, el hombre dejó claro que no me quería pegar y entonces ya le tuve que escuchar.

MODRIC» Ilustración del artículo de Enrique Ballester por Teresa Aledo.

Ese hombre resultó ser todo un experto en fútbol internacional. Es la magia de la noche: su diversidad. Sobre todo si sales entre semana, como salíamos entonces, te encuentras a periodistas deportivos, futbolistas y expertos en fútbol internacional, lo más bajo de la sociedad. Ese hombre nos dijo quiénes iban a ser los mejores futbolistas de la próxima generación, los que estaban por venir, así lo sentenció. Habló de Marko Marin y de Mesut Özil, pero habló sobre todo de Luka Modric. Tanto, que no se quedó tranquilo hasta que me apunté su nombre en el móvil, mientras él lo comparaba con Johan Cruyff. Después el hombre se fue y al rato volvió. En esos casos nunca sabes muy bien cómo reaccionar, yo siempre pienso de entrada que me quieren pegar, pero en realidad solo se quería despedir. Cuando enfilaba la puerta se giró y gritó 'Luka Modric, eh, acuérdate, Luka Modric', y yo le dije 'sí-hombre-sí', y me lo siguió repitiendo todas las veces que nos lo volvimos a encontrar, que no fueron pocas porque vivo en una ciudad pequeñ

a donde pasa lo que tiene que pasar.

Ese hombre resultó ser todo un experto en fútbol internacional. Es la magia de la noche: su diversidad. Sobre todo si sales entre semana, como salíamos entonces, te encuentras a periodistas deportivos, futbolistas y expertos en fútbol internacional, lo más bajo de la sociedad.

El caso es que yo me apropié de inmediato el descubrimiento de Luka Modric, aún sin haberlo visto jugar. Sin ningún tipo de remordimiento ni vergüenza, me hice de Modric. Era mi favorito, yo era su fan. Al poco empecé a ver resúmenes de sus partidos, lo colé en una columna de opinión sobre el CD Castellón sin venir a cuento, le decía a mi amigo Sergio que apostara al 14 en la ruleta y en definitiva seguía su carrera como podía, a distancia, y todo porque me lo dijo una noche un señor que apareció por ahí en el pub, nada más. A veces lo pienso: a ver cómo digo ahora a mis hijos que no acepten nada de desconocidos, que no se fíen. Con qué cara se lo digo, con qué fuerza moral.

Lo más bonito de todo es que Modric me hizo quedar fenomenal. Croacia, el Tottenham... y de repente lo ficha el Real. Y ahora igual suena extraño, ahora que es una leyenda del fútbol mundial, pero al principio yo estaba en minoría cuando lo defendía –también frente a madridistas- en la barra del pub. A veces mis argumentos no triunfaban y yo miraba a la puerta con desesperación y ansiedad, deseando muy fuerte que apareciera aquel hombre por el umbral, porque sin darnos cuenta nos habíamos dejado de encontrar.

*Lee el resto del artículo en la edición 42 de Líbero Especial 10 años que puedes pedir aquí a domicilio.