Eduardo Sacheri.- “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Ese es un verso del Poema número 20, del chileno Pablo Neruda. Y, pensando en Argentina, es cierto. Ya no somos los mismos. En 1986 éramos otros. Acabábamos de salir de la dictadura militar. Raúl Alfonsín se esforzaba por consolidar la democracia, por juzgar a los responsables del terrorismo de Estado, por encontrar el modo de enderezar una economía desquiciada. Y la Selección Argentina dirigida por Carlos Bilardo iba al Mundial de México sin expectativas. La prensa deportiva se encarnizaba con su falta de gol y de funcionamiento. Había clasificado casi por milagro. Jugaba mal. Maradona no conseguía destacarse. Y sin embargo en poco menos de un mes consiguió lo que parecía un milagro: jugó muy bien, el virtuosismo de Maradona escaló a alturas inauditas, los rivales cayeron como moscas y Argentina ganó su segundo título mundial.
Pasan 36 años. Y nosotros, los de entonces… ¿ya no somos los mismos? En buena medida somos otros. Casi la mitad de la población argentina es más joven que aquel título mundial: o no había nacido cuando Maradona alzó la copa, o era demasiado niña como para recordarlo. Raúl Alfonsín lleva muerto casi 15 años. La democracia que sí logró consolidar arrastra, sin embargo, problemas económicos insolubles: una inflación desquiciada, una deuda externa descomunal, un volumen de pobreza otrora desconocido en estas tierras.
MESSI & DIEGO» Ilustración de Gervasio Ciaravino.
Sin embargo, la Selección Argentina dirigida por Leonel Scaloni va al Mundial de Qatar con altas expectativas. Ha ganado la Copa América el año anterior, cortando una larga sequía. Ha goleado a Italia en la Finalísima de campeones continentales. Son logros recientes, pero han acallado las críticas de una prensa deportiva que, hasta mediados de 2021, se venía ensañando con el entrenador (a quien tilda de novato improvisado), con el plantel (en el que diagnostica mediocridad y falta de figuras) y con Messi (aunque con él tienen un poco más de cuidado, porque sabe que puede dejarla en ridículo a la primera de cambio). *
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