Texto Eduardo Bravo.- 'O Futebol’ es, más allá de su nombre, una de las cintas que mejor han retratado este deporte. Sin embargo, los espectadores que se acerquen a ella no encontrarán, más allá de su nombre, elementos explícitamente futbolísticos. Eso no quita que en el filme haya dos equipos, que el terreno de juego, –la pantalla– sea rectangular, que esté dividida en dos, que dure 90 minutos y que los jugadores, un padre y un hijo, se regateen para esquivar entradas dolorosas. ‘O futebol’ no se parece a ninguna otra película sobre el tema. No tiene nada que ver con ‘Evasión o victoria’, ‘Quiero ser como Beckham’ o ‘Buscando a Eric’. Tampoco es un documental sobre una estrella como Maradona, Zidane o Cristiano Ronaldo. No es una comedia como ‘Días de fútbol’, ni una historia heroica como ‘El portero’. Sin embargo, lo crean o no, ‘O Futebol’ es fútbol en estado puro. “El origen de la película era un proyecto con material de archivo de mi familia”, explica Sergio Oksman*. “Tenía muchas películas domésticas de mis padres, de mis abuelos… Pero en mi trabajo anterior, ‘Una historia para los Modlin’, ya había usado material de archivo y no quería repetir”.
No tiene nada que ver con ‘Evasión o victoria’, ‘Quiero ser como Beckham’ o ‘Buscando a Eric’. Tampoco es un documental sobre una estrella como Maradona, Zidane o Cristiano Ronaldo
Aunque no acabase de dar con la fórmula, lo que Sergio Oksman tenía claro es que necesitaba abordar la historia de su familia. Inmerso en un proceso de divorcio, no quería repetir con su hijo una actitud que los hombres de su familia habían desplegado a lo largo de generaciones. “Todos los hombres de mi familia, en un momento dado, se marchaban de casa. Por eso, ese proyecto era para mí una forma de exorcizar todo eso con objeto de no repetir lo mismo con mi hijo”. Sergio recuerda su infancia según las fechas de los mundiales. Nacido apenas un mes antes de que se celebrase el Mundial del 1970, su padre se marchó de casa en el Mundial del 74, dejaría de verlo después del Mundial del 94 y, desde entonces, pasarían cinco campeonatos hasta que, en 2014, se juntasen para rodar juntos ‘O futebol’. “No es una película autobiográfica. Tampoco es una película para ajustar cuentas. Eso ya se dio entre mi padre y yo un año antes, en 2013, cuando viajé a Brasil para reencontrarme con él. En esa visita, después de 25 años sin verle y 40 sin convivir juntos, el tema que volvía cada cinco minutos era el fútbol”.
El territorio común en el que Sergio y su padre se reencontraron tenía además la particularidad de no ser el mundo del fútbol actual, sino el de los años 50, 60, 70. Un territorio mítico, tal vez idealizado, pero compartido al fin y al cabo. “Mi cartografía emocional está en España, que es el país donde llevo casi 20 años, donde tengo mi vida, mis amigos, mi hijo… Brasil es para mí un territorio literario. Brasil es la política o el fútbol de los 70, 80 e incluso de los años 50, antes de que yo naciera. No tengo ni idea de equipos o jugadores brasileños actuales, sin embargo, mi cabeza está habitada por el fútbol de décadas pasadas, hasta el punto de que, cuando recordaba la voz de mi padre, la recordaba como la de uno de los locutores de radio más famosos de Brasil”. Durante ese proceso de recuperar la memoria compartida, Sergio le pidió a su padre que, antes de regresar a Madrid, fueran juntos al estadio del Palmeiras, el mítico Pacaembú. “Le pedí que me llevase al estadio, como cuando me llevaba de pequeño. Una vez allí, saqué una camarita de vídeo que había llevado pero que no había utilizado en todo el viaje. La coloqué y nos rodamos los dos en el césped. De repente, se puso a llover y me estropeó todo el plano, que es justamente con el que comienza la película”.
“Le pedí que me llevase al estadio, como cuando me llevaba de pequeño. Una vez allí, saqué una camarita de vídeo que había llevado pero que no había utilizado en todo el viaje"
‘O futebol’ es una película atravesada completamente por el azar. El realizador, que en cualquier otra producción cinematográfica es lo más cercano que hay a un demiurgo todopoderoso, en esta ocasión quedó a merced de la suerte, lo inesperado, e incluso la muerte. “Al regresar a España, me encontré con que cada 15 días llamaba a mi padre. ¿De qué hablábamos? De fútbol. Entonces pensamos que ahí podría haber una historia. Empecé a hacer el guión con Carlos Muguiro y apuntamos un montón de ideas para después rodarlas o para que nos diera el tono que tenía que tener la cinta. Una de esas ideas era sobre el padre y el hijo que no se van a volver a ver más, pero nunca pensamos que sería porque mi padre muriera”. A mitad del rodaje, Simão Oksman fue ingresado en un hospital y falleció a los pocos días. A la tristeza del hecho, se sumaba la complicada decisión de seguir o no seguir rodando y cómo hacerlo. “En ‘El séptimo sello’, Bergman lo explica muy bien. La única forma de burlar a la muerte es con el juego. Nosotros teníamos la sensación de que durante el Mundial no podría sucedernos nada malo, pero no fue así.
El rodaje se tuvo que modificar. A partir de entonces, solo se escucha la voz de los locutores de televisión y se ve cómo se vive el campeonato dentro del hospital. Hay un hombre muriéndose, pero el mundo no se para porque un hombre se muera”. No, el mundo no se para por la muerte de un hombre. Tampoco por un Campeonato del Mundo de Fútbol, al menos en el caso de Brasil 2014. Días antes de la inauguración, las multitudinarias protestas en contra de las costosas inversiones realizadas para acoger el Mundial habían llenado las calles del país bajo el lema “Não vai ter Copa”. “Cuando llegué a Brasil para rodar la película, me di cuenta de que en Brasil no había Mundial. En cualquier otro lugar, a través de la televisión, había más ambiente de fútbol que allí. El Mundial es un espectáculo hecho para la tele y, además, en contra de lo que pueda decir la publicidad, Brasil es un país triste. Tanto es así que, si quisiera hacer una película sobre París o Tokio, podría utilizar imágenes de Sao Paulo sin ningún problema”. ‘O futebol’ es una película de vacíos, de huecos, de soledades. La soledad de las calles de São Paulo; los huecos que Sergio Oksman completaba en las colecciones de cromos de su infancia; los espacios en blanco de los crucigramas que resuelve su padre; los silencios que se llenan hablando de fútbol; la distancia que existe entre un padre y su hijo. “Por supuesto que uno de los puntos de intersección entre mi padre y yo era la familia, ¿te acuerdas del primo tal…?.
Pero en nuestro caso, al mismo nivel que la familia o de ese primo, estaba el fútbol o Sócrates, al que mi padre me llevó a ver cuando debutó. Hay que entender que Brasil, que es un país tan joven, tiene otra mitología. En España, cuando hablas de reyes, vas a El Escorial. En Brasil vas al campo de fútbol porque, en Brasil, el rey es Pelé”. El guión de Oksman y Muguiro nunca intentó ser complaciente con el espectador. En la película no habría música. Sería tan lenta como puede serlo el fútbol en ocasiones. El hilo conductor, dos personas que pierden el tiempo viendo partidos. Concretamente, todos los encuentros del Campeonato del Mundo. “Durante el segundo partido del Mundial en el que jugaban equipos europeos, mi padre cambió el canal y se puso a ver un documental sobre el mundial del 54, en el que un niño que quiere llegar a Berna para ver la final, pasa por diferentes lugares como la casa de Chaplin. Ya lo había visto pero, de nuevo, el territorio compartido es el fútbol, pero el del pasado. Además, a mi padre no le gustaba el fútbol europeo. Decía que para ver eso prefería ver la tercera división brasileña”. Entonces llegó el turno del partido de España con Holanda.
“Durante el segundo partido del Mundial en el que jugaban equipos europeos, mi padre cambió el canal y se puso a ver un documental sobre el mundial del 54, en el que un niño que quiere llegar a Berna para ver la final, pasa por diferentes lugares como la casa de Chaplin
Simão Oskman le pregunta a su hijo con quién va y, una vez más, muestra su más absoluta falta de interés por el fútbol que no sea brasileño. “Iba con España, claro. ¿Con quién iba a ir? Mi vida está aquí y estaba Diego Costa. Tenía curiosidad por verlo jugar. Fue un desastre. Tengo grabado ese partido. Yo estoy mirando la tele y mi padre está detrás, sin prestarle atención. Lo único que dice es: ‘Creo que alguien va a tener que empezar a mirar vuelos para España’, y no sabes bien si me lo está diciendo a mí o a la selección”. Pocos días después, Simão Oksman es ingresado en el hospital donde falleció. Tras su muerte, su hijo y un empleado se encargaron de recoger sus pertenencias. Entre ellas, decenas de revistas de crucigramas y un automóvil Peugeot en el que también hay un agujero: el de la radio. “El ultimo plano de la película es mío. Yo conduciendo el coche solo, en silencio, por las calles de la ciudad el día de la final. Se oye que alguien ha marcado un gol, pero no hay radio, así que paro el coche, pregunto quién ha sido y me responden que Alemania. Mi padre ya había dicho que Alemania ganaría el Mundial. Se consideraba el hombre que más sabía de fútbol. Tenía acumulados en la memoria datos que nadie conocía. También acumuló miles y miles de palabras en multitud de crucigramas, pero ninguna frase”. En un momento de la película está en un bar, borracho. Intenta hacer de padre, quiere decir una frase con sentido, pero tampoco le sale porque lo que dice es totalmente inteligible. Al final es en el hospital donde dirá su última frase. No la última de su vida, sino la última que dice en la película: “Busquemos un restaurante cualquiera”. “Creo que esa es la mejor frase para acabar una vida: Busquemos un restaurante cualquiera, comamos un pollo juntos . Lo demás da igual”.
*Sergio Oksman (São Paulo, 1970) -fotografía Lino Escurís-
Realizador especializado en documentales. Entre sus producciones se cuentan‘Una historia para los Modlin’ (2012) o ‘Goodbye America’ (2004) en la queAl Lewis, conocido por interpretar al abuelo de la Familia Monster, repasa suvida como activista político y actor. ‘O futebol’ no es su primer acercamiento cinematográfico con el mundo del cine. En el pasado realizó algunos de los 22 episodios de la serie ‘El partido del siglo ’(2000), como el dedicado a Pelé y suyo es también el documental ‘Ronaldo: Manual de vôo’ (1997).