Paolo Sorrentino: «Desgraciadamente, la juventud de Maradona duró demasiado poco»

El director de cine Paolo Sorrentino presenta su última película basada en el mito napolitano de la sirena Parthenope. La cinta sirve para contar su ciudad, la mágica Nápoles, que en el realizador italiano siempre evoca al 10 de su juventud.

Julio Ocampo.- En narraciones sucesivas a la Odisea se cuenta que las sirenas, vistas y superadas por Ulises en el golfo de Nápoles, se suicidaron, y que el cuerpo de una de ellas -Parthenope- fue depositado justo en el lugar donde el río Sebeto confluye con el mar. Allí surgiría la ciudad homónima, después bautizada como Città Nuova o Neapolis. Así pues, si la prodigiosa urbe se levanta sobre el cuerpo de esta figura mitológica, Nápoles probablemente tiene cimientos de encanto y muerte. 

De todo esto habla Paolo Sorrentino (1970), quien conversa por videoconferencia con Líbero para hacer la autopsia a su última película, una epopeya de la belleza, término curiosamente lleno de vida y de peligro ya que también puede incurrir en mera seducción. Lo cierto es que, viendo la cinta, uno tiene la sensación de comprender mejor el alma de esta ciudad deseada, escurridiza y sacra, capaz de escapar a cualquier atisbo de ser poseída. El último film del cineasta napolitano habla de vida en todas y cada una de sus múltiples aristas. Y eso incluye la defunción también. 

La película tiene muchas lecturas. Además de la leyenda sobre la fundación de Nápoles, su magia, se habla de la juventud y la melancolía. El calor humano y la eternidad. Todo y nada. El hijo del profesor de antropología (Silvio Orlando) está hecho de agua y sal. Cuando le descubre la protagonista (Celesta Dalla Porta) ensalza su belleza.
La película quiere transmitir un sentimiento relacionado con el pasar del tiempo en todas sus esferas. Me centro en lo que cabe ahí: la belleza que nace, crece, florece, luego se convierte en otra cosa… Como en este caso el hijo de Silvio Orlando. También me focalizo en la melancolía, sí, en la esperanza, en el recuerdo de la juventud. La necesidad de que siempre exista un futuro, aunque se tengan 70 años. En definitiva, en la cinta están todos los sentimientos y las emociones amalgamadas que tienen que ver con el pasar del tiempo. 

Un universo milagroso lleno de personajes. Comencemos con Celeste y su encanto, su juventud efímera. La historia se cuenta a través de su vida, desde 1950 hasta hoy. ¿Por qué dura poco la dichosa juventud?
Dura poco respecto a otras fases de la vida. Diez años, no mucho más. Además, creo que esa percepción de efímero que tenemos todos es porque se trata de un periodo caótico y abrumador. Un momento sin conciencia de sí mismo, donde no hay demasiada cabida para la reflexión. Eso da idea de velocidad, de fugacidad.

Sorrentino LíberoRODAJE» El cineasta italiano grabando en Nápoles. 

Parthenope termina con Stefania Sandrelli (la protagonista en edad madura) esbozando una sonrisa cómplice mientras la ciudad celebra el tercer Scudetto. El primero desde Maradona. La juventud del Diez también duró poco.
Desgraciadamente sí. Coincidió con la mía, y lo recuerdo muy bien. La mía también duró muy poco. 

Con esa escena final de Sandrelli, ¿querías mostrar que es posible mirar atrás sin remordimientos o sentimiento de culpa?
Sí. Quería mostrar un cuadro sobre la belleza de la juventud, pero mirándola sin reproche, sin nostalgia. Stefania Sandrelli es un personaje desencantado que comprende perfectamente lo que significó ese periodo: un recipiente de felicidad y dolor, y que la vida se acepta tal cual es. Es inútil mirar el pasado con dolor; es mejor mirar el futuro con ilusión. *

*Lee la entrevista en la edición 51 de Líbero. Pide aquí tu ejemplar.