Diego Barcala | Mandy Barker.- Pensemos por un momento en la cantidad de balones que hemos tenido a lo largo de nuestra vida. Y sobre todo, cuántos hemos perdido. Ahora pensemos que cuando están deshechos, los paneles descosidos, convertidos en óvalos o desinflados sin remedio pasan a formar parte de la basura oceánica. La fotógrafa inglesa Mandy Barker se lo preguntó en 2014 y actuó. Hizo un llamamiento en las redes sociales para que la gente le mostrara los balones vertidos al océano. En apenas cuatro meses recibió 992 esféricos, 769 de ellos de fútbol. “El balón de fútbol que más me sorprendió fue una pelota que salió de Japón durante el tsunami japonés en 2011 y fue encontrado por un hombre en la costa oeste de EE UU. La pelota mantenía escrito con rotulador el nombre y la ciudad japonesa de su propietario a pesar de haber cruzado el Pacífico Norte”, recuerda la fotógrafa. La obra de Barker (Inglaterra, 1954) busca la denuncia medioambiental.
“El balón de fútbol que más me sorprendió fue una pelota que salió de Japón durante el tsunami japonés en 2011 y fue encontrado por un hombre en la costa oeste de EE UU. La pelota mantenía escrito con rotulador el nombre y la ciudad japonesa de su propietario a pesar de haber cruzado el Pacífico Norte”, recuerda la fotógrafa.
Con sus fotografías recrea sugerentes imágenes en fondo negro con los multicolores desperdicios plásticos recoleptados del mar. Aprovechando la celebración del Mundial de Brasil en 2014 pensó que los balones podrían ser un buen altavoz para la causa. “Una pelota de fútbol es uno de muchos artículos y objetos de plástico fabricados en masa. Más de ocho millones de toneladas de plástico ingresan al mar cada año y con el ritmo de producción actual de plástico los vertidos aumentarán tres veces en los próximos 10 años. Este problema está en un punto crítico. Si puedo crear conciencia sobre el tema en su conjunto utilizando las pelotas de fútbol para atraer aún más a una audiencia habré alcanzado mi objetivo”, resume la autora de ‘Penalty’. Los balones de su fotografía evocan un sistema solar futbolístico. Barker seleccionó aquellos que mejor obedecían a su idea. Sin duda, eligió algunos de los 228 que recuperó un solo hombre en las playas de Escocia. “Tuve que conducir en una camioneta para recogerlos”, recuerda Barker.
Los balones de su fotografía evocan un sistema solar futbolístico. Barker seleccionó aquellos que mejor obedecían a su idea. Sin duda, eligió algunos de los 228 que recuperó un solo hombre en las playas de Escocia. “Tuve que conducir en una camioneta para recogerlos”, recuerda Barker
La artista se ofreció a pagar ella misma el coste del envío de las pelotas pero descubrió que la gente estaba encantada en contribuir a su obra gratis. “Todavía tengo 300 balones que se utilizan en la exposición itinerante. Los que estaban en buenas condiciones los mandé a África para que jugaran los niños de allí”, añade. En total, participaron 89 personas en el envío de balones desde 144 playas de 41 países diferentes. La obra completa incluye 32 imágenes de estudio de un solo balón. Son 32 por los participantes en un Mundial y por las tapas que tiene un balón tradicional, el blanco y negro que asociamos a Oliver y Benji por ejemplo. En esas imágenes se puede apreciar la escasa calidad de los balones comercializados actualmente.
El título de la obra, ‘Penalty’, tiene un doble siginificado. Es la pena máxima del fútbol la que sirve de metáfora para la penalización “que pagaremos todos si no cuidamos nuestros océanos al gestionar el consumo excesivo de plástico y ser responsables de su uso”, describe la autora.
El consumismo masivo que provocan las marcas deportivas junto a la sofisticación de los balones profesionales ha provocado que un balón de máxima calidad tenga un precio inalcanzable frente a la proliferación de esféricos de escasa calidad a precios asequibles. Barker ha completado una década de lucha por la sensibilización contra las consecuencias del cambio climático. Su obra ha sido vista en este tiempo en Reino Unido, EE UU, China y otros 40 países. “Mi obra siempre está basada en hechos científicos”, detalla. Su rigor artístico ha sido premiado por organizaciones como National Geographic o la agencia de fotografía Magnum. El título de la obra, ‘Penalty’, tiene un doble significado. Es la pena máxima del fútbol la que sirve de metáfora para la penalización “que pagaremos todos si no cuidamos nuestros océanos al gestionar el consumo excesivo de plástico y ser responsables de su uso”, describe la autora. •