Diego Barcala.- El auditorio permanece silencioso y sentado esperando a que Joseph Blatter, el presidente de la FIFA, abra el sobre. “El ganador para organizar la Copa del Mundo para 2022 es… Qatar”. Un pequeño grupo salta sobre sus asientos en una explosión de alegría que contrasta con las miradas incrédulas de los presentes en el auditorio suizo. Solo se ve en las imágenes a Vicente del Bosque, ganador del Mundial apenas unos meses antes, reírse y comentar algo a su acompañante sobre el alborozo árabe. Es el 2 de diciembre de 2010. La fecha en la que el mundo del fútbol saltó por los aires en la sede suiza de la FIFA.
Nadie esperaba que la FIFA fuera a saltarse todas las normas tácitas que se habían aplicado hasta entonces. Ese mecanismo por el cual los Mundiales se alternaban de un lado a otro del planeta cada cuatro años por decisiones a mitad de camino del negocio, la expansión económica o incluso los intereses políticos y un cierto aroma o reconocimiento a la tradición deportiva. Pero ¿Qatar? ¿Un pequeño país peninsular desconocido de apenas 250.000 ciudadanos (el resto, hasta los 2 millones son extranjeros), dirigido por una monarquía absoluta y cuyo deporte predominante eran las carreras de camellos? Solo había una explicación a esta ruptura histórica. El dinero de la tercera reserva mundial de gas se había comprado un Mundial. Sin embargo, los intérpretes del funcionamiento interno de la FIFA no se sorprendieron por la elección de Qatar.
Las fuertes inversiones del proyecto catarí en el fútbol desde una década anterior a 2010 hacían incluso inevitable que su candidatura ganara posibilidades. Lo que fue realmente inesperado para los expertos es que aquel fatídico 2 de diciembre de 2010 fuera elegida Rusia para organizar el Mundial de 2018 frente a la favorita, Inglaterra. No lo esperaba ni siquiera Rusia que no tenía altos mandatarios en el auditorio. Esa doble votación tenía dos ganadores en términos de lógica histórica: Inglaterra 2018 y EEUU 2022. Pero los 24 votos del Comité Ejecutivo de la FIFA sorprendieron e hicieron posible que Vladimir Putin y la familia Al Thani cumplieran sus deseos organizando el mayor evento deportivo global, una Copa del Mundo.
Lo que fue realmente inesperado para los expertos es que aquel fatídico 2 de diciembre de 2010 fuera elegida Rusia para organizar el Mundial de 2018 frente a la favorita, Inglaterra. No lo esperaba ni siquiera Rusia que no tenía altos mandatarios en el auditorio.
Todo resultó oscuro en aquella votación inesperada. Empezando por la doble elección. La explicación es puramente económica. Después de dos mundiales deficitarios como los de Sudáfrica y Brasil, el equipo de Blatter, Platini, Grondona, Teixeira y compañía apostaron por una doble elección de sedes que permitiera sacar más tajada por la venta en paquete de los derechos televisivos. La votación se produjo en la propia sede de la FIFA en Zurich.
Un edificio que simboliza a simple vista la organización que alberga. Dos pisos que no dejan entrar la luz solar sobresalen al nivel del suelo. Bajo tierra, cinco plantas subterráneas con inhibidores de cobertura. Allí se sitúa el auditorio que dejó perplejo a David Beckham y al resto de prensa británica con lo que acababa de suceder. Eso se pudo ver en televisión. Lo que no se vio fue a Bill Clinton lanzando un cenicero contra un espejo de su hotel al comprobar que el presidente de la FIFA había incumplido su promesa de llevar de nuevo el fútbol a EEUU.
Lo que no se vio fue a Bill Clinton lanzando un cenicero contra un espejo de su hotel al comprobar que el presidente de la FIFA había incumplido su promesa de llevar de nuevo el fútbol a EEUU.
Los norteamericanos estaban convenidos de su propuesta que iba a batir todos los registros de venta de entradas con más de 90 millones de asientos disponibles ya construidos y una cobertura mediática y publicitaria mayor que en cualquier otro país. Les ganó un país que obligaba a celebrar el torneo en invierno para evitar temperaturas de más de 40 grados y con todos los estadios concentrados en una pequeña ciudad, Doha. Como le dijo off the record a los periodistas el dinosaurio Julio Grondona, vicepresidente de la FIFA y eterno dirigente del fútbol argentino: “Están todos locos, van a ir todos presos. A mí me da igual porque para 2022 estaré muerto”. Grondona falleció en 2014, un año antes de que saltara el FIFA Gate y se le descubrieran cuentas millonarias en Suiza.
SUDÁFRICA» Blatter de visita en 2009 a la cárcel de Mandela.
Dicen que el día de la elección de Qatar, la FIFA ofendió al imperio. Y con el imperio no se juega. El imperio del poder económico y político de nuestro tiempo no es otro que EEUU. El tío Sam salió esa noche de Zurich con una venganza que cumplir en la funda de la pistola. Había que acabar con esos directivos que se habían reído en la cara de EEUU designando a un país árabe para su Mundial. Aunque algunos periodistas como Ken Bensinger [autor de ‘Tarjeta Roja’, un libro indispensable sobre el FIFA Gate] aseguran que en el FBI ya había una carpeta con indicios de corrupción de la FIFA desde antes de esa votación, pocos dudan de que aquel día la antigua FIFA cavó su propia tumba.
“A EEUU le quitaron el Mundial, se enoja, destroza la antigua FIFA e impone las nuevas reglas de la nueva FIFA. Así dicho parece brutal pero a veces el poder es brutal. Ken Bensinger dice que la investigación de la FIFA comenzó antes pero también dice que era una investigación que caía en saco muerto. Tras la votación hay una reunión del Departamento de Estado entre los diversos cabezas del poder político y judicial de EEUU y se decide ir por la FIFA. Es una decisión política. Puede que EEUU al no tener el rol de otros países históricos del fútbol se sintiera más libre para investigar”, opina el periodista Ezequiel Fernandez Moores, autor de ‘FIFA Gate. Por el bien del fútbol’, un minucioso documental sobre la FIFA producido por la televisión pública argentina.
La prensa anglosajona se lanzó al cuello de la FIFA por la elección de Qatar, pero a decir verdad, los aficionados de todo el planeta no esperaban otra cosa de la organización que históricamente había llevado la Copa del Mundo a todo tipo de países de dudoso pedigrí democrático. A nadie con un mínimo de memoria histórica le sorprende que un país que no respeta la libertad sexual o laboral celebre un Mundial. Lo ejemplifica bien Fernández Moores: “Soy argentino y aquí la FIFA hizo un Mundial en 1978, con lo cual yo debería de ser honesto conmigo mismo y decir que es mucho más inexplicable ese Mundial que el de Qatar, donde hay una monarquía y ese es el poder estable. Aquí, en el 78, había una dictadura que mientras se jugaba el Mundial arrojaba a sus prisioneros desde aviones al río de la Plata y secuestraba niños y torturaba embarazadas. Y eso sucedía en pleno Mundial a 700 metros del estadio de River. Si tengo que describir el horror, no hay más que ese y se jugó ese Mundial. Intento indignarme poco y buscar una explicación para las cosas. Suena irracional este Mundial en Qatar pero forma parte de un mundo moderno donde Biden le dijo a Arabia Saudí que era un Estado paria y a los tres meses se fue a darle la mano para pedirle petróleo. No encuentro una sorpresa con el Mundial”.
«Soy argentino y aquí la FIFA hizo un Mundial en 1978, con lo cual yo debería de ser honesto conmigo mismo y decir que es mucho más inexplicable ese Mundial que el de Qatar, donde hay una monarquía y ese es el poder estable. Aquí, en el 78, había una dictadura que mientras se jugaba el Mundial arrojaba a sus prisioneros desde aviones al río de la Plata y secuestraba niños y torturaba embarazadas. Y eso sucedía en pleno Mundial a 700 metros del estadio de River».
Desde 2010 hasta hoy los asuntos oscuros de la FIFA han ocupado la agenda de los medios ingleses, estadounidenses y latinoamericanos. El desarrollo de la investigación en Nueva York del FIFA Gate con las detenciones de la mayor parte de los directivos latinoamericanos de la FIFA hizo que la localización del epicentro mediático se situara fuera de foco de la prensa europea y por supuesto española que han vivido la oscuridad de la FIFA como algo ajeno. Sin embargo, Europa es el corazón geográfico y estratégico de la FIFA desde su fundación el 21 de mayo de 1904 en París. De hecho, de los 24 directivos que eligen las sedes de los Mundiales, ocho son de la UEFA, el doble que cualquiera del resto de uniones federativas del resto de continentes. El acto fundacional de esta unión de federaciones en la Rue de Saint-Honoré contó con representantes de Francia, Suecia, Dinamarca, Bélgica, Países Bajos y Suiza. Por parte de España acudieron los directivos del Real Madrid.
Aquel club de caballeros pretendía el fomento del deporte hacia la paz mundial. Y tras dos guerras mundiales más o menos mantuvieron ese espíritu hasta la llegada en 1974 del brasileño Joao Havelange, considerado el padre del fútbol negocio. Su primer Mundial fue el polémico 78 en Argentina, sede que la FIFA había designado en 1964 junto con Alemania y España, sumida en una oscura y violenta dictadura que en ese momento no era la democracia incipiente de 1982.
FISCAL» Loretta Lynch, fiscal nombrada por EEUU para investigar a la FIFA.
Havelange fue el maestro de Sepp Blater en la institución pero el ideólogo que convirtió el deporte en una inmensa maquinaria de dinero es el hijo del fundador de Adidas, el alemán Horst Dassler, considerado el padre del marketing deportivo. “Él me enseñó los pequeños detalles de la política en materia deportiva. Para mí fue un gran maestro”, declaró Blatter tras la muerte de Dassler en 1987. La historia de Horst Dassler está contada en detalle en ‘FIFA Mafia’, el excelente libro de Thomas Kistner publicado en 2012 y reeditado en España por la editorial Córner. Horst aprendió el oficio de la marca deportiva fundada por su padre Adi Dassler, enfrentado hasta la muerte con su hermano mayor Rudolf Dassler, fundador de Puma. La lucha por vestir a los mejores deportistas entre los hermanos fundadores de Puma y Adidas en los años 50 y 60 fue salvaje y mafiosa. Los sobres con regalos, dinero, viajes y sobre todo zapatillas corrieron como la pólvora por las villas olímpicas. Todo valía para que las estrellas salieran en las fotos con las marcas alemanas en las zapatillas.
“En la final de Wembley del Mundial de 1966, Adidas amenaza por primera vez con ser el primer gran vencedor: los dos finalistas, Inglaterra y Alemania, llevan las tres tiras. Pero Puma no se da por vencido; de repente, el guardameta inglés Gordon Banks y el defensa Ray Wilson salen al campo con botas Puma. Antes, Banks y Wilson han hecho el calentamiento con botas Adidas, pero se las han cambiado en el lavabo. Allí les esperaban las botas dentro de la cisterna del retrete. Por la carrerilla hasta el baño cada uno se habría llevado unos 10.000 francos”, narra Kistner. De esa guerra comercial con zapatillas escondidas como pistolas de James Bond, plagada de sobornos y dinero negro es de la que aprendió Blatter, el artífice del sistema que dejó al descubierto el FBI en su investigación.
Pero Puma no se da por vencido; de repente, el guardameta inglés Gordon Banks y el defensa Ray Wilson salen al campo con botas Puma. Antes, Banks y Wilson han hecho el calentamiento con botas Adidas, pero se las han cambiado en el lavabo.
La operación de EEUU contra la FIFA se desató en la primavera de 2015 en el histórico Hotel Baur au Lac de Zurich. Varios dirigentes fueron detenidos por agentes coordinados por la Fiscal General de EEUU Loretta E. Lynch. “Comenzando en 1991, dos generaciones de dirigentes del fútbol usaron sus cargos de confianza en sus organizaciones respectivas para pedir pagos de empresas de marketing deportivo a cambio de los derechos comerciales sobre torneos de fútbol. Corrompieron a través de sobornos para influir en la decisión” de las sedes de los torneos, resumió la fiscal ante los medios en un tono severo junto al director del FBI y con toda la prensa mundial atenta a sus explicaciones. En resumen acusó a los directivos de la FIFA de haberse repartido 110 millones de euros en sobornos para enviar Mundiales y demás torneos a diferentes países.
Los europeos se preguntaron por qué las chaquetas azules con las letras amarillas del FBI salían de la sede de la FIFA con cajas de documentación. La Fiscal explicó que el lavado de dinero se había realizado en el sistema bancario estadounidense. En realidad, el entramado legal que otorgó poder a la policía estadounidense a actuar había sido más complicado. La Fiscalía acudió a una ley creada ad hoc para luchar contra la mafia de Al Capone. La ley RICO (Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act) permite al FBI investigar el crimen organizado desde un simple caso de fraude fiscal. Y así fue cómo la Fiscalía se presentó en la Torre Trump de la Quinta Avenida de Nueva York una mañana para captar al personaje clave que destapó toda la corrupción de la FIFA, el presidente de la Federación de Fútbol de EEUU, Chuck Blazer. El trato con este personaje grotesco que nadaba en tal abundancia de dinero que alquilaba un apartamento de la Torre Trump solo para sus gatos, fue rápido y sencillo. Colabora o te empuramos por fraude fiscal. Grabó conversaciones con todos los implicados en el FIFA Gate.
INFANTINO» Junto con Donald Trump en una visita a EEUU.
A Blatter le explotó la detención de su directiva en 2015 pero no importó para que fuera reelegido meses después frente a su rival, el catarí Ali Bin Hussein. “¡Let’s go FIFA! ¡Lets go FIFA!”, clamaba en su reelección a sus votantes. Pero no pudo con la presión de la Fiscalía estadounidense y se vio obligado a dimitir. Tampoco aguantó en su cargo el único representante del Comité Ejecutivo de la FIFA que había reconocido públicamente haber votado por Qatar, el presidente de la UEFA, Michel Platini. La leyenda de Francia dijo que se lo había pedido el expresidente francés, Nicolás Sarkozy. La coartada cuadraba viniendo de uno de los artífices de la compra catarí del PSG, el equipo del expresidente francés. Las investigaciones posteriores revelaron que un hijo de Platini había conseguido un contrato millonario en Qatar y lo que terminó por echarle fue la filtración de que Blatter le había pagado dos millones de euros sin justificación. Dicen que esa información salió de dentro, como suele ocurrir en entidades oscuras de luchas de poder, y que la posible procedencia no era otra que el heredero de todo el poder, Gianni Infantino, relevo de Blatter y jefe de la nueva FIFA.
Infantino entró en 2016 con la promesa pública de limpiar la FIFA y la actuación privada de ensuciarlo todo más. “Infantino echó a los presidentes de los comités de Ética y Disciplina que le estaban investigando y designó a gente amiga. Ahí no se ve diferencia. La conducción del poder se llame Blatter o Infantino es igual. Infantino es más personalista y con más pretensiones políticas que Blatter. Se acercó con abogados, viajes, fotos con Donald Trump”, resume Fernández Moores del mandatario italiano. En 2018, la nueva FIFA saldó una deuda pendiente con EEUU y eligió la sede del Mundial 2026 para el país que había desmantelado la antigua FIFA junto a México y Canadá. Cumplido el objetivo de llevar el fútbol a EEUU, país donde están las sedes de los fondos de inversión que dominan buena parte de los principales clubes ingleses y las televisiones latinoamericanas que habían protagonizado los principales sobornos a los directivos de la FIFA (Torneos, Globo, Televisa), la fiscal Lynch salió del foco mediático. La exfiscal de la Administración Obama trabaja actualmente en un despacho de abogados contratado por la FIFA.
En 2018, la nueva FIFA saldó una deuda pendiente con EEUU y eligió la sede del Mundial 2026 para el país que había desmantelado la antigua FIFA junto a México y Canadá.
La investigación judicial del FIFA Gate se frenó con la llegada de Infantino, pero las federaciones y clubes europeos mantienen el volcán opositor a la nueva FIFA a la espera de reactivación. “Algunas federaciones como Alemania o Inglaterra amenazaron con una escisión si la UEFA y la FIFA siguen funcionando tal cual. Tengamos en cuenta que para determinadas votaciones [como la elección del presidente de la FIFA] cuenta lo mismo el voto de España que el de Seychelles”, advierte Thomas Kistner, autor de FIFA MAFIA. Con la alfombra levantada y el hedor sobrevolando el césped en Qatar, la federación española guarda silencio frente a brazaletes de arco iris y demás medidas de protesta del resto de federaciones europeas. España aspira a organizar el Mundial de 2030. •