Probablemente, el equipo más importante de la historia

El Manchester United de los 'Fergie Boys o Babes'. Un club que gobernó con puño de marketing y guante de juego sobre el césped en los 90. Suyas fueron siete de las diez primeras Premier y el broche del 'milagro' del Camp Nou.

Fermín de la Calle.- El 10 de abril de 1992, Eric Cantona recibió una pelota complicada de domesticar en la esquina del área del Chelsea. Llegaba a media altura y estaba comprometido por la inquietante presencia de un rival a su espalda. Pero el francés convirtió el inconveniente en oportunidad acariciando la pelota para hacer un primer sombrero hacia adentro al central que le encimaba y luego, sin dejarla botar, un segundo sombrero hacia afuera tras el cual conectó un derechazo a bote pronto para coronar la obra de arte clavando el balón en la escuadra de la portería de Dave Beasant. Cantona, que lucía una camiseta con el dorsal 14 y sin nombre, saltó la valla de publicidad y se lanzó a abrazarse con la afición del Leeds, que enloqueció con el monumental gol del galo. Era el 3-0 en una victoria que confirmó la candidatura del Leeds al título, pero, sobre todo, era la tarjeta de presentación de Cantona en el fútbol inglés.

Apenas un mes antes, el 1 de febrero, el genio de Marsella había aterrizado en Leeds procedente del Nimes Olympique. De allí se marchó arrastrando una merecida fama de jugador polémico e inestable. Llegó a Inglaterra con 25 años y amenazando con retirarse por sus enfrentamientos constantes con sus entrenadores y directivos, momento en que apareció la figura de Howard Wilkinson para rescatarle y llevarlo a Leeds. Aquel gol fue visto, y muy celebrado, por un puñado de jóvenes que se encontraban concentrados en un hotel de Manchester. 48 horas después jugaban la vuelta de la Copa juvenil inglesa. Ante la televisión se encontraban, entre otros, David Beckham, Nicky Butt, Ryan Giggs o Gary Neville. Los Fergie’s Fledglings (Polluelos de Fergie), más concretamente la segunda generación, ya que la primera fue alumbrada en 1986 con nombres como los de Lee Sharpe, Lee Martin o Tony Gill. Entrenados por Brian Kidd y Eric Harrison, hombres de confianza de Alex Ferguson, aquellos chicos se proclamaron campeones de la FA Youth Cup ante el Crystal Palace el 12 de abril. Un grupo que se terminó convirtiendo en la 'Clase del 92' tras sumarse Paul Scholes, finalista de la FA Youth Cup en 1993, que perdieron ante las promesas del Leeds, y Phil Neville, hermano menor de Gary que fue suplente en la final del 1993 y capitán en la del 95.

Los Fergie’s Fledglings (Polluelos de Fergie), más concretamente la segunda generación, ya que la primera fue alumbrada en 1986 con nombres como los de Lee Sharpe, Lee Martin o Tony Gill. Entrenados por Brian Kidd y Eric Harrison, hombres de confianza de Alex Ferguson, aquellos chicos se proclamaron campeones de la FA Youth Cup ante el Crystal Palace el 12 de abril.

'CLASS OF 92' El elenco de jóvenes que marcó un antes y un después en la historia de los red devils.

Un grupo al que el fútbol inglés terminó rebautizando, por esa afición incontenible de los tabloides ingleses, como los 'Fergie Boys'. Por aquel entonces el Manchester United se había convertido en un equipo irrelevante en el fútbol inglés, que aquel primer semestre de 1992 vivía días cruciales por la transformación de la histórica Football League First Division en la Premier League. En mayo Eric Cantona y el Leeds conquistaron la última edición de la First Division, un título liguero que devolvía la gloria a los de Ellan Road 18 años después de la época gloriosa del 'Dirty Leeds' de Don Revie.

El fútbol inglés, castigado por la violencia en las gradas de sus hooligans y marcado por la tragedia de Heysel, llevaba años desaparecido de las competiciones europeas de clubes y con la selección rindiendo a un nivel muy pobre. Y entonces se decidió dar una vuelta a todo. La Federación inglesa llevaba años trabajando para revertir la situación, algo que hizo a partir de la creación del ‘Informe Taylor’, un documento que en 1990 obligó a todos los clubes pertenecientes a la máxima división inglesa a que sus estadios tuvieran un asiento para cada espectador antes de 1994. Mientras que a la 2ª y 3ª división le dieron de plazo hasta 1999.

FERGUSON Salvó el puesto gracias a su primera FA Cup 1990 y se consolidó con la Recopa de 1991

El 20 de febrero de 1992 se creó la sociedad anónima 'FA Premier League', que se terminó por convertir en el pulmón financiero del fútbol inglés y el motor de la liga más potente del planeta. La primera decisión fue liberalizar la negociación de los patrocinios y dejar a los clubes que cerrasen sus acuerdos directamente con las empresas patrocinadoras sin pasar por la Football League. Eso revitalizó rápidamente un mercado de fichajes en el que los grandes clubes ingleses dejaron de ser vendedores.

La marcha del United al Barcelona de Mark Hughes, la de Ian Rush del Liverpool a la Juventus, la venta de Waddle del Tottenham al Olympique de Marsella o la de Paul Gascoigne a la Lazio, cerraban una época de despatrimonialización del fútbol inglés, que además comenzaba a ver cómo sus jugadores se asomaban al gran escaparate del Balón de Oro, que terminó con la coronación de Michael Owen en 2001. Así, el 15 de agosto de 1992 arrancó la nueva y ambiciosa Premier League. Y lo hizo con el Manchester United como protagonista. Más concretamente como víctima, porque el primer gol de la nueva competición acabó en la portería del United. Un gol muy inglés con un saque largo de banda del Sheffield United que un defensa peinó sin querer prolongando el balón al área y Brian Deane cabeceó a la red de los ‘red devils’ con el consiguiente enfado de Ferguson. 26 años llevaba el Manchester United sin ganar la liga en Inglaterra y el técnico escocés llegaba para tratar de reverdecer esos laureles olvidados ya por sus aficionados.

Así, el 15 de agosto de 1992 arrancó la nueva y ambiciosa Premier League. Y lo hizo con el Manchester United como protagonista. Más concretamente como víctima, porque el primer gol de la nueva competición acabó en la portería del United.

Ferguson venía de dirigir a Escocia en el Mundial de México 86 y de conquistar una Recopa con el Aberdeen en la que eliminó al mismísimo Bayern Múnich, rival que marcó su carrera de entrenador. Sir Alex llegó el 5 de noviembre de 1986 para suplir a Ron Atkinson con el equipo 19º, y desde el primer día dejó claro que su idea era “apostar por la cantera del club y construir un equipo dominante, algo que llevará años”. En los primeros años los resultados mantenían sumido en la mediocridad al United y el crédito del escocés comenzó a decrecer. Pero en 1990 el club volvió a conquistar un título, la FA Cup ante el Crystal Palace, y eso le permitió jugar la Recopa de 1991, competición que acabaría ganando al Barcelona en la final de Róterdam con dos goles de Hughes y uno de Ronald Koeman. Cabe destacar que ese año se produjo el regreso de los equipos ingleses a Europa tras la sanción de cinco años por la tragedia de Heysel. Y el United lo hizo conquistando un título que devolvió la tranquilidad a Ferguson.

En aquel United del 91 brillaban jugadores como Paul Ince, Gary Pallister, Denis Irwin o un imberbe galés con una zurda de seda que madrugó la llegada a toda su generación, Ryan Giggs. Ese verano del 91 aterrizaron en Old Trafford el danés Peter Schmeichel y el defensa Paul Parker, pieza fundamental para Ferguson en la confección defensiva del equipo. El equipo creció hasta convertirse en candidato al título, que perdió ante el Leeds de Cantona en una cerrada lucha final de campeonato. Pero los ‘red devils’ al menos ganaron la Copa de la Liga al vencer 1-0 al Nottingham Forest. El United comenzaba a acostumbrarse a pisar las finales y, sobre todo, a ganarlas.

CANTONA» Emblema del equipo y de la década del revolucionario Manchester. 

El arranque de la Premier comenzó con la triste efeméride de encajar aquel gol de Deane, pero más allá de eso, los mancunian se mostraron como un equipo solvente. Sin embargo, Sir Alex echaba en falta un jugador determinante en ataque. Cantona se había convertido en la referencia absoluta del Leeds, con una actuación deslumbrante en la final de la Charity Shield, celebrada el 8 de agosto de 1992 en Wembley. El partido, que enfrentaba a Leeds United y Liverpool, terminó 4–3 para los primeros con hat-trick del francés para remontar el marcador. Y una semana más tarde, en la primera jornada de la recién creada Premier League, Cantona volvió a marcar tres goles, esta vez al Tottenham.

Sin embargo, la relación entre el jugador y Howard Wilkinson se fue deteriorando, hasta el punto de que durante una llamada de teléfono del técnico a su amigo Ferguson para preguntarle por el fichaje de Denis Irwin, Sir Alex le preguntó por Eric y Wilkinson le ofreció el fichaje. El técnico del Leeds, cansado de la inestabilidad de Cantona, lo vendió al Manchester United el 26 de noviembre de 1992 por 1,2 millones de libras, en la que sigue siendo considerada la operación más rentable de la historia de la Premier.

El técnico del Leeds, cansado de la inestabilidad de Cantona, lo vendió al Manchester United el 26 de noviembre de 1992 por 1,2 millones de libras, en la que sigue siendo considerada la operación más rentable de la historia de la Premier.

Cantona debutó el 6 de diciembre en un derbi ante el City formando pareja con Mark Hughes y el 19 de diciembre le marcó al Chelsea su primer gol como ‘red devil’. Ferguson había completado el puzzle. El Manchester United alcanzó la velocidad de crucero con los goles de Cantona (9 goles en 22 partidos) y los de Old Trafford ganaron la Premier e inauguraron el palmarés de la nueva competición con una ventaja de 10 puntos sobre el Aston Villa. Ferguson había cumplido su palabra y el título volvía al Teatro de los Sueños 26 años después.

El United se consolidó como equipo dominante repitiendo título de Premier en la temporada 1994, a los que sumó las Community Shield de 1993 y 1994 y la FA Cup de 1994. Y Ferguson fue apuntalando el equipo tras pagar una cifra récord por Roy Keane, y jugadores de fondo de armario como el ucraniano Andrei Kanchelskis.

CELEBRACIÓN» Escena habitual de los red devils en los 90.

La temporada 94-95 fue aciaga. Solo ganó la Charity al Blackburn. Sin embargo, ocupó todas las portadas por un hecho que se produjo el 25 de enero del 95 en un partido contra el Crystal Palace en Selhurst Park. Cantona había sido expulsado y mientras se retiraba a los vestuarios, un espectador se acercó a él y le insultó con gritos xenófobos. La reacción del futbolista fue lanzarle una patada y luego golpearlo hasta que le separó la seguridad del campo. Cantona fue duramente sancionado y no regresó a los campos hasta el 1 de octubre.

Ferguson aprovechó aquella temporada aciaga para acometer la primera remodelación seria de la plantilla con la marcha de futbolistas como Paul Ince, Mark Hughes o Kanchelskis, huecos que fueron cubiertos por la famosa Clase del 92: Paul Scholes, Phil Neville, Gary Neville, David Beckham, Nicky Butt… Giggs se rodeó del resto de polluelos y la sangre joven disparó al United, lo que le llevó a conquistar la histórica Triple Corona local ganando la Premier a un Newcastle que gastó mucho dinero, la FA Cup al Liverpool y la Community también al Newcastle. A esas alturas nadie dudaba ya de que el Manchester United estaba marcando una era.

Kenyon disparó los ingresos, convirtió la camiseta roja Umbro con publicidad Sharp en la más vendida del fútbol mundial y triplicó los derechos televisivos y de marketing del club.

En todo este camino Ferguson encontró un aliado en la persona de Peter Kenyon, ex director de la marca Umbro que llegó al club para hacer crecer la marca comercial Manchester United. Kenyon disparó los ingresos, convirtió la camiseta roja Umbro con publicidad Sharp en la más vendida del fútbol mundial y triplicó los derechos televisivos y de marketing del club. Sir Alex ya tenía dinero para fichar lo que quisiera, aunque para ello tuvo que tragar con algunas cosas que no le hacían tanta gracia.

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En la temporada 95-96 Umbro creó una tercera equipación para el United. La primera era roja, la segunda blanquiazul a franjas verticales y en esta tercera se apostó por el gris, un color que desde el principio no gustó al entrenador. El equipo se vio obligado a utilizarla por motivos comerciales, pero los diablos rojos no eran capaces de ganar con ella. De cinco partidos, perdieron cuatro y empataron el otro. Pero nada fue comparable con lo ocurrido una tarde de abril del 96 ante el Southampton en The Dell. Los de Ferguson, que lucían el uniforme gris, perdían al descanso 3-0. Y entonces ocurrió lo que cuenta Lee Sharpe: “Cuando llegamos al vestuario Ferguson nos gritó: ‘Quitaos ese uniforme, os vais a cambiar’.

Salimos de blanquiazul y terminamos perdiendo igualmente 3-1”. El problema no es que la camiseta fuese gafe, los malos resultados tenía una justificación racional: los jugadores no se veían entre ellos. Después de la derrota ante el Southampton el Manchester United no volvió a utilizar aquella camiseta, que huelga decir que se ha convertido en pieza de coleccionistas. Y, por supuesto, desde aquel día todos los diseños de las equipaciones tuvieron que contar con el visto bueno de Sir Alex.

En el inicio de la temporada 96-97 se marchó Steve Bruce, pero Ferguson pescó en un caladero que siempre le había llamado la atención, el noruego. Desembarcando en Old Trafford un delantero con cara de niño, Ole Gunnar Solskjaer, y un futbolista consistente como Ronny Johnsen. Esa temporada, en la que el United se volvió a proclamar campeón de la Premier, Cantona marcó el considerado mejor gol de su carrera, al Sunderland, y colgó las botas jugando su último partido el 11 de mayo de 1997 contra el West Ham. Siete días después hacía público un escueto mensaje: “He sido profesional durante 13 años, es demasiado tiempo. Me gustaría hacer otras cosas en mi vida. Siempre he meditado retirarme cuando estuviera en lo más alto, y con el Manchester United he llegado a la cima de mi carrera”.

MILAGRO» El fin de ciclo con la Champions en el Camp Nou.

Ferguson ajustó el equipo en la 97-98 con la llegada del central holandés Jaap Stamp y reforzó la delantera con la contratación de Teddy Sheringahm y el delantero de Trinidad y Tobago, Dwight Yorke. Jugadores que encajaron perfectamente en el engranaje del equipo, hasta el punto de llevarle a ganar la Premier y la Copa. Pero Ferguson sabía que su obra necesitaba ser coronada por la consecución de la Champions League.

Y llegó la temporada 98-99. Los canteranos ya se habían ganado una madurez que les permitía medirse a cualquier equipo en Inglaterra y en Europa. Y los fichajes encajaban con naturalidad en los planes de Ferguson, que señaló como objetivo prioritario la Champions. “Alex nos habló aquel verano de ir por la Champions. Nosotros veníamos de jugar el Mundial de Francia y nos llamó la atención porque nunca se había focalizado en un título de esa forma. Pero es cierto que en el grupo se hablaba de que era el título que nos faltaba para cerrar una era y dejar un legado perfecto en el club”, confesó años después David Beckham.

El grado de exigencia que se autoimpusieron Ferguson y la plantilla no solo les llevó a meterse en la final del Camp Nou. Por el camino conquistaron la Premier, el séptimo título en los nueve años de existencia de la competición, y la Copa, al vencer al Newcastle United con goles de Sheringham y Scholes. Para llegar a la final del Camp Nou tuvo que recorrer un largo y tortuoso camino, al verse obligado a jugar la fase previa donde eliminó al Lodz de Polonia. En la fase de grupos se vio las caras con Bayern, Barcelona y Brondby. Goleó a los daneses (5-0 y 2-6), empató con los azulgrana a tres los dos partidos y empató con el Bayern 2-2 en Múnich y 1-1 en Manchester. Lo que le valió para pasar segundos del grupo D con diez puntos, dos más que el Barcelona y uno menos que el Bayern.

En semifinales le esperaba la Juventus, que se adelantaron en Manchester con un gol de Antonio Conte. Pero entonces salió a flote la resiliencia de un equipo que creía en sí mismo y perseguía el sueño de ganar la Champions a cualquier precio. 

Superado el escollo, en cuartos le esperaba el Inter de Milán. Old Trafford se había convertido en un fortín y cumplió como tal con un triunfo cómodo (2-0) con doblete de Dwight Yorke. Buen resultado que refrendaron con un empate en Milán con gol de Scholes. En semifinales le esperaba la Juventus, que se adelantaron en Manchester con un gol de Antonio Conte. Pero entonces salió a flote la resiliencia de un equipo que creía en sí mismo y perseguía el sueño de ganar la Champions a cualquier precio. Un gol milagroso de Giggs dejó la eliminatoria en todo lo alto camino de Turín. Y la historia se repitió. Los bianconeros se adelantaron con dos goles de Filippo Inzaghi en menos de quince minutos, y cuando todo estaba perdido Ferguson tocó la fibra a los suyos. “No hemos llegado hasta aquí para esto. No vamos a rendirnos. Nadie quiere tanto la Champions como este equipo”. Y ocurrió el milagro. Roy Keane recortó diferencias a los 24 minutos, Dwight Yorke empató a los 34 y Andy Cole metió al United en la final con un gol en el 83 que abría de nuevo la posibilidad de coronarse reyes de Europa.

La final de la Champions de 1999 se disputaba en el Camp Nou ante un equipo mayúsculo, el Bayern de Múnich de Kahn, de un Matthaus que se resistía a retirarse, del arrogante Effenberg o del gigante Carsten Jancker. Se habían cruzado en la fase de grupos cosechando dos empates, pero a Ferguson no le gustaba medirse a aquel equipo. Era tan robusto como el suyo y además tenía el gen alemán. El United saltó con Schmeichel; Gary Neville, Johnsen, Stam, Denis Irwin; Butt, Beckham, Giggs, Blomqvist; Dwight Yorke y Andy Cole. Los alemanes tomaron la delantera con un gol de falta de Mario Basler a los cinco minutos. Con la delantera en el marcador, Ottmar Hitzfeld dio orden de hacer desaparecer la pelota y los Fergie Boys sufrieron para quitársela a los bávaros.

Pasaban los minutos y no había forma de superar el blindaje defensivo de Babbel, Kuffour, Linke, Tarnat, Jeremies y compañía. Es más, el resultado se antojaba corto después de que la suerte se aliase con los ingleses, que veían cómo dos remates alemanes se topaban con los palos de Schmeichel. Entonces Ferguson, que contaba con las bajas de Keane y Scholes, apostó por el juego directo y metió en el campo a Teddy Sheringham en el minuto 67 en lugar de Blomqvist. Y en el 81 llamó a Ole Gunnar Solskjær y le dijo: “Hijo, te necesitamos”. El asesino con cara de niño asintió y saltó al campo por Cole.

El partido entraba en el descuento con el Manchester United. Pero era legendario en Inglaterra el uso que Ferguson hacía de los descuentos, hasta el punto de que se rebautizó como ‘Fergie Time’. Los descuentos en Inglaterra se convertían en elásticos añadidos que el escocés manejaba a su antojo, como reflejó el análisis de la empresa de estadísticas Opta Sport. Los descuentos del United cuando ganaba duraban un promedio de 3 minutos y 18 segundos, mientras que si iba perdiendo llegaban a extenderse hasta 4 minutos y 37 segundos. 79 segundos de margen a favor, más que ningún otro club de la Premier. Pero esta vez se trataba de la Champions, y ahí Sir Alex no podía meter la cuchara.

Lo que ocurrió después se conoce como el Milagro del Camp Nou. Un centro de córner de Beckham desde la izquierda del ataque inglés en el minuto 91 atravesó el área alemana y provocó un cuerpeo en las alturas entre Linke y Schmeichel, que se había animado a subir para rentabilizar su 1,90. La pelota cayó llovida a los pies de Yorke, que no acertó a rematar bien, y un defensa teutón despejó al borde del área, donde Giggs realizó un remate mordido con la derecha que no pintaba peligroso. Pero Sheringham estaba con la caña preparada en el área pequeña y remachó a la red el balón desatando la euforia de los ‘red devils’. Empate y a la prórroga. O no...

El gol más cruel de la historia del fútbol. El que concretaba la obra maestra de Ferguson.

Porque 60 segundos después se produjo una nueva secuencia con idéntica puesta en escena. Centro desde la izquierda de Beckham con la rosca hacia adentro que Sheringham madruga a la defensa alemana rematando en el primer palo y durante su viaje a la portería, Solskjær acierta a meter su pierna derecha y redirigir el balón a la red. El gol más cruel de la historia del fútbol. El que concretaba la obra maestra de Ferguson. Y el que coronaba al Manchester United como el dominador del fútbol inglés en el momento en que la Premier de convertía en la competición de referencia en el mundo.

Un final digno de Hitchcock para coronar al cénit del equipo más trascendental de la historia reciente del fútbol. El Manchester de los Fergie Boys. Un club que gobernó con puño de hierro y guante de seda sobre el césped en los 90, pero que hizo mucho más que eso. Como club redimensionó el negocio del fútbol, redefinió los límites fuera del campo con sus giras mundiales, sus ventas millonarias de camisetas, sus planes de marketing… Sir Alex Ferguson, sin saberlo, había construido algo mayúsculo alrededor de su equipo campeón. Una industria, la del fútbol, la del éxito, la del United. Y de aquellos barros, estos lodos… •

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