¿Recuerdas aquella noche, Jose? por Javier Aznar

El escritor Javier Aznar escribe a José Mourinho una carta plagada de nostalgia de un personaje que para el autor llevó al Real Madrid ‘carisma, competitividad y un punto de locura’. Algo que esperan encontrar ahora en Roma.

Javier Aznar.- 20 de abril de 2019. Hola, José, ¿cómo estás? ¿Te sorprende que te escriba? Tanto tiempo es normal. Pues es que estaba aquí solo, leyendo en la prensa sobre tus posibles destinos, y me había puesto a recordar. Me entró la melancolía y te tenía que escribir. A veces tengo la sensación de que estuviste aquí 15 años. Fue todo muy intenso. Tal vez demasiado. Hubo luces y sombras. Modrics y Altintops. Pero si me preguntas, como decían en True Detective, creo que la luz gana. Trajiste carisma, competitividad y un punto de locura. Abriste ventanas del viejo palacio para airear los salones. Veníamos de años difíciles. De un imperio decadente. De jugar con Gago, Palanca y Drenthe en el Camp Nou, del chorreo en Liverpool y del 2-6 en el Bernabéu. De vivir atascados en octavos de Champions y de alcorconazos. Del educado ingeniero que se dejaba zarandear por la prensa y que se vio superado por la transición. Nadie se atrevía a decir que el emperador iba desnudo. Hasta que apareciste tú. Luego nos salimos en una curva por ir demasiado deprisa.

 Abriste ventanas del viejo palacio para airear los salones. Veníamos de años difíciles. De un imperio decadente. De jugar con Gago, Palanca y Drenthe en el Camp Nou, del chorreo en Liverpool y del 2-6 en el Bernabéu. 

Fueron años divertidos. Salvajes, diría. Todavía recuerdo algunas de tus ruedas de prensa: impertinente, desaliñado, canoso, sin afeitar y, a tu manera, brillante. Eras el Doctor House. ¿Recuerdas aquella noche con los aspersores en el Camp Nou? Las risas que nos hacíamos antes todos juntos. Hoy no queda casi nadie de los de antes. Y los que hay, han cambiado. A veces entro al parking y creo que me estás esperando junto a un coche como a Teixeira Vitienes. Pero luego solo es una sombra. Sonrío, sacudo la cabeza y arranco el coche. Aunque siempre miro por el retrovisor. Por si acaso.

Pero tampoco creas que te echamos de menos. Desde que te fuiste ganamos cuatro Champions Leagues. La ansiada Décima que tanto perseguiste. Tu Moby Dick. Tu gran obra inacabada. Algunos te echarán siempre en cara que te quedaras a las puertas. Otros sabemos que fuiste parte importante del proceso. Aunque a veces ya sea mejor no decir nada. No sé si leíste que ahora nos vuelve a entrenar Zidane, al que tuviste a tu lado durante un tiempo. Tipo listo este Zizou. No se mete en jardines, sonríe a la prensa y no gasta energías empezando guerras que sabe que no puede ganar. Ejem. Muchos dicen que tiene suerte. Eso es que va por el buen camino.

No sé si leíste que ahora nos vuelve a entrenar Zidane, al que tuviste a tu lado durante un tiempo. Tipo listo este Zizou. No se mete en jardines, sonríe a la prensa y no gasta energías empezando guerras que sabe que no puede ganar. 

Pero bueno, ¿tú qué tal? Lo mismo hasta tienes nietos. ¿Qué proyectos tienes? Espero sean divertidos. No seguí mucho a tu Manchester, la verdad. Mi equipo es el Madrid. No soy de esos que te acompañan allá donde vayas como perritos falderos. Bastante trabajo me da el Madrid. Ya sabes: aquí cuando llueve, diluvia. Y el año pasado nos cayó una buena.

EL DEDO» Ilustración de Daniel Diosdado.

¿Ves mucho a Pep? Me gusta pensar que en Manchester a veces os encontrabais en el videoclub, en la sección de películas románticas, o en un restaurante, y que os mirabais como cuando dos chicas coinciden en una boda con el mismo vestido. No te negaré que empieza a preocuparme tu capacidad de autodestrucción, José. Ríete de la obsolescencia programada de los productos Apple. En cuanto las cosas no empiezan a salir como tú quieres, dinamitas todos los puentes para que nadie se te acerque. Como un animal herido que quiere morir solo. Empeñado en hablar siempre de tu pasado, glorioso, sí, pero pasado, y convirtiendo siempre logros colectivos en individuales. Has entrado en ese momento en el que tu cuerpo empieza a devolver los cheques que tu ego ha estado firmando. Dicen que estás acabado. Pues podría ser que sí. Pero creo que aún te queda una última bala.

Has entrado en ese momento en el que tu cuerpo empieza a devolver los cheques que tu ego ha estado firmando. Dicen que estás acabado. Pues podría ser que sí. Pero creo que aún te queda una última bala.

Yo, la verdad, como siempre. Sigo yendo al Bernabéu. Ganar Copas de Europa no me cansa. Pero me encuentro vacío.

No te voy a mentir, a veces pienso en cómo nos iría si nuestros caminos no se hubiesen separado. O si hubieras vuelto y ahora entrenaras a Kroos o a Casemiro, al que tú subiste. Pienso en cómo te llevarías con Isco. Seguro que mal. Pero supongo que eso es algo que ya nunca sabremos.

Te pudiste haber ido mejor. Pero fueron demasiadas batallas. Todos acabamos agotados. Creo que ese fue tu gran error estratégico. Y que te arrepientes. Aunque nunca lo confieses. Entendiste demasiado tarde cómo funciona el Real Madrid. Siempre te pudo el orgullo.

Bueno, pues ya me despido. Si te mola me contestas. Espero que mis palabras desordenen tu conciencia.

Te pudiste haber ido mejor. Pero fueron demasiadas batallas. Todos acabamos agotados. Creo que ese fue tu gran error estratégico. Y que te arrepientes. Aunque nunca lo confieses.

Te confesaré que tengo un sueño recurrente. Vuelves al Madrid con Cristiano joven. Vivimos de contragolpes fulgurantes y ganamos partidos con un 15% de posesión. Pepe juega de stopper y Pedro León sonríe en la grada. Los del ‘señorío’ braman y se quejan de Khedira. Volvemos a fichar a Coentrao por 35 millones. Corremos bajo aspersores. Y nos quedamos de nuevo sin grises. Pero nunca seremos tan jóvenes ya.

Pues nada, chico, lo dicho. Hasta pronto si nos vemos. Yo sigo con mi Madrid. Tú sigue con Mendes. •

*¿Te ha gustado este relato? Suscríbete aquí a Líbero y ayúdanos a seguir publicando textos como este. Gracias.