Nacho Carretero.- Hace unos días el Werder Bremen inauguró un sector visitante en su estadio. Lo primero que hicieron sus hinchas, en colaboración con el club, fue publicar en redes sociales las medidas de la grada destinada a las aficiones rivales para que estas pudieran calcular el tamaño de sus tifos y pancartas al acudir al Weserstadion. La historia está sacada de una dimensión muy lejana a la que habitan muchos dirigentes y clubes, numerosos periodistas deportivos y, por qué no decirlo, bastantes aficionados en España. Una dimensión en la que no existe la cultura de grada, en la que no se entiende que el fútbol está antes en el estadio que en la televisión.
La Liga española es, probablemente (quítenle el probablemente) la competición que más desprecia a los aficionados en las gradas. Los ignora, no le importan, no le preocupan. La Liga es un ente (muy eficaz) focalizado en funcionar como empresa, con una gran labor financiera y social (trabaja comprometida de forma ejemplar contra el racismo y el amaño de partidos), pero con una cultura nula de lo que significa el aficionado, la animación, los desplazamientos o cualquier otra cosa relacionada con el fútbol de a pie, y no desde el sofá.
La Liga es un ente (muy eficaz) focalizado en funcionar como empresa, con una gran labor financiera y social (trabaja comprometida de forma ejemplar contra el racismo y el amaño de partidos), pero con una cultura nula de lo que significa el aficionado.
¿Han visto un estadio durante un partido de la liga alemana? Otro universo. Siempre llenos, con libertad para usar pancartas, banderas y tifos, con miles de aficionados visitantes en cada encuentro (son los propios hinchas locales los que quieren que así sea), también libres de preparar sus coreografías. La Liga va en dirección contraria y lo hace precisamente en el momento en que, por primera vez, gran parte de los aficionados jóvenes ha abrazado la cultura de animar al equipo de su tierra y dar la espalda al agotador binomio mediático Madrid-Barça (binomio del que los muchos hinchas de Madrid y Barça también están hartos). Uno podría pensar que es cuestión de prioridades, que apostar por la grada antes que por la televisión haría la competición peor, más pobre. Es curioso porque es mentira. La Liga está lejos económicamente de otras competiciones que sí cuidan a sus hinchas y pronto podría ser rebasada por Alemania. Es decir, ni siquiera hay una justificación. *
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