Rexach: «¿Qué es más que un club? Pues que hubiese gente a quién el fútbol no le gustara pero que el domingo preguntara qué había hecho el Barça y, si había ganado, se pusiera contenta por lo que representaba»

Fue el optimismo en época de resignación azulgrana. El querido Charly debutó en el epílogo de la peor década de un Barça traumatizado por Berna que no ganó ni una Liga. Su temperamento alejado del carácter barcelonista le hicieron una institución del club y vivir, más tarde, años de gloria en el banquillo con Cruyff.

Fotografía Flaminia Pelazzi

*Laia Cervelló.- Útimamente cuando miro al Barça me siento como mi abuelo hace 20 años. Cuando era día de partido sabía que no le podía hablar. Se encerraba en su cuarto radio en mano. De vez en cuando, se escuchaban sonidos renqueantes procedentes de su pequeña guarida. Las instrucciones de procedimiento de mi abuela para mi hermano y para mí eran claras: “Cuando salga, ni una palabra”. Terminaba el partido. Se abría la puerta y tan solo con ver su cara sabías cómo habían quedado. Si llevaba el ceño fruncido, mal. Si llevaba cara de escepticismo, habían ganado. Siempre me sorprendía ese sentimiento que le rodeaba en cuanto a fútbol se refería, el pesimismo. Pesimismo. Estar preparado siempre para lo peor. Algo que forma parte de la idiosincrasia del Barça y que sigue latente aún a día de hoy entre los más veteranos y los que lo hemos heredado de nuestros abuelos, a pesar de haber vivido la etapa más exitosa del club. Carles Rexach vivió de cerca esa transición y la creación de los elementos que forman parte de la identidad del Barça, el pesimismo y el ser “más que un club”. Ha pasado por prácticamente todos los estratos posibles dentro de la entidad. Debutó en el epílogo de la peor década del Barça, los 60, como un joven canterano. ‘El Noi de Pedralbes’. Se retiró tras 17 años como lo que ahora se llama un ‘One club man’. Fue segundo entrenador de Luis Aragonés y del Dream Team con Johan Cruyff, técnico interino y, finalmente, primer entrenador en la 2001/02. Fue el que dio el visto bueno a un joven Messi para que vistiera de azulgrana.

Comenzó su andadura con el club en su peor momento, aún con la sombra del trauma de Berna asolando el equipo y el famoso entorno. Habían desaparecido los últimos vestigios del Barça triunfador de los 50. Del Barça de Luis Suárez, de Kubala, que fue despedido en un partido honorífico acompañado por Di Stéfano y Puskas, que se enfundaron la camiseta culé para la ocasión. Eran otros tiempos. Las estrellas fueron reemplazadas por juventud y apuesta por la cantera. Tampoco andaba muy bien la entidad azulgrana económicamente. Se había construido el Camp Nou y aún no se había materializado la venta del campo de Les Corts. Un directivo barcelonista, intentando hacer caja como fuese, vendió a un chatarrero algunos trofeos del club. El Espanyol se enteró y quiso convertir ese material en orinales con el escudo del FC Barcelona. La humillación fue detenida a tiempo para construir ‘La Copa de Tots’, un trofeo que aún sigue expuesto en el museo del club. Estamos en plena pandemia, pero Rexach se ofrece a que le entreviste en un Camp Nou plagado de publicidad en las gradas que poco tiene que ver con el estadio que disfrutó de sus goles medio siglo antes

 Decíamos que fue en esa época en la que aparece ese pesi[1]mismo que ya forma parte del carácter del culé, pero también aparece un concepto que apalabró Narcís de Carreras: “El Barça es más que un club”. ¿Qué significa para ti eso?

Siempre se dice que el fútbol debe quedar apartado de la política. Eso es imposible. En una carrera mismo, cuando llega el primero ya le tienen preparada en la meta la bandera de su país. En esa época de represión franquista, la única válvula de escape que tenía la gente era el Barça. ¿Qué es más que un club? Pues para mí que hubiese gente a quién el fútbol no le gustara pero que el domingo preguntara qué había hecho el Barça y, si había ganado, se pusiera contenta por lo que representaba. Para mí eso es ser más que un club. Que no solo la gente que seguía el fútbol se alegrara de nuestras victorias sino lo que representaban. Y eso lo arrastraban toda la semana.

Entonces, ¿crees que el Barça sigue siendo más que un club?
Lo sigue siendo porque sigue viniendo mucha gente mayor. Pero la esencia del catalán profundo se ha perdido. Ahora ves a mucho turista en el campo. Se ha masificado demasiado. Para los cuatro de siempre sí lo sigue siendo. Antes solo no había catalanes en el campo en el Trofeo Gamper, que venían los turistas en verano a ver a las estrellas. Durante la temporada siempre estaba el mismo socio. Ahora vienes y no conoces al de al lado. No quiero ser pesimista, pero prima más ‘el caler’ (el dinero). Y esto es así en todos lados, lo que ocurre es que en otros sitios lo que representaba el equipo para la ciudad no era lo mismo que aquí. Es diferente, es complicado de explicar.

RETRATO Con Cruyff hizo un tándem de vestuario impecable. Reconoce que él era el poli bueno y el que trabajaba era Toni Bruins.

Mencionabas al franquismo. Cuando a principios de los 60 el Barça apeó al Real Madrid de la Copa de Europa se escribían titulares así: “El Barça elimina a España”. Con este clima, ¿os sentíais de alguna forma como la oposición?
Sí. En España, tu a día de hoy vas a los aficionados y preguntas si prefieren Barça o Madrid y te encontrarás que siete te dicen que el Madrid y cinco que el Barça. Incluso en la época de Guardiola podía haber más que te dijeran el Barça. En nuestra época el porcentaje era 7-1 en nuestra contra. Ibas a diferentes capitales españolas, por ejemplo, A Coruña, y la mayoría de la gente, si su equipo jugaba contra el Madrid y perdía, ya le parecía bien. Si íbamos nosotros, nos encontrábamos a un rival terrible. Ahora esa dualidad es más equitativa. Hay mucha gente que es del Barça, incluso gente que no es ni española. Eso ha mejorado el fútbol, los arbitrajes, el entorno mediático…*

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