Salir del armario, el gran tabú del fútbol

El fútbol no ha podido con una barrera que la sociedad ya ha superado en todos su ámbitos. La falta de visibilidad de futbolistas gays no tiene lógica. El deporte rey se ha mostrado agresivo con las escasas salidas del armario. Repasamos la historia de esta asignatura pendiente.

Alberto Cabello.- Soy un jugador de fútbol, así que no puedo ser gay, solía repetirme esta frase a mí mismo. En 1991, a pesar de que yo era uno de los jóvenes más prometedores de Alemania, dejé mi carrera. Cada día, me estaba escondiendo. Fingiendo no ser diferente al lado de entrenadores, directivos, aficionados o familiares. Luché tratando de controlar cada gesto, y no tenía vida fuera del fútbol. Al final, tuve que decidir. La elección fue el fútbol o mi vida. Yo elegí la vida”. Antes que un chico, el primer amor de Marcus Urban fue el fútbol. Aprendió a quererlo en una de esas rígidas escuelas deportivas de la Alemania Democrática, pero pronto descubrió la incompatibilidad con la que la sociedad juzgaba sus sentimientos hacia el balón y la atracción hacia personas de su mismo sexo. Todo lo contó en su biografía ‘Jugando al escondite. La historia del futbolista gay Marcus Urban’.

Era centrocampista -cuenta que de tan buena pegada como Rafael Van der Vaart- aunque admite que siempre se empleó en el campo con un punto de agresividad con el propósito de construir su sólida coartada para que nadie sospechara que detrás de ese enérgico futbolista se escondía un homosexual. Terminó por admitirlo a uno de sus mejores amigos en el vestuario del Weimar, cuando su decisión de retirarse ya estaba decidida. Comenzó entonces un tratamiento psicólogico para airear todo lo que tuvo que reprimir durante tantos años.

URBAN» Confesó su homosexualidad una vez retirado. 

Es más sencillo encontrar en un estadio una esvástica nazi o escuchar un cántico en el que se desea la muerte a un jugador que la bandera arco iris del orgullo gay. Al fútbol le queda una última frontera por traspasar: la integración del colectivo homosexual. Un cuarto de siglo después de la historia de Marcus Urban; otro futbolista, Robbie Rogers, se vio obligado a renunciar a su carrera en la Premier League por el mismo motivo. En Francia, un chico de 14 años fue expulsado del equipo amateur F.C. Chooz días después de que saliera del armario. La causa esgrimida por el club era evitar “los problemas que esta situación podría crear en el vestuario”.

HOMOFOBIA EN FRANCIA
Casi nadie se atreve ni siquiera a opinar sobre el asunto. Justin Fashanu, el primer jugador inglés en reconocer su homosexualidad en 1990, acabó suicidándose. La cadena BBC 3 encargó el año pasado a su sobrina Amal un documental sobre futbolistas gays en Inglaterra. Ningún jugador importante aceptó sus peticiones de entrevista. El psicólogo francés Anthony Mette sólo consiguió el sí de seis equipos de la Primera División (Ajaccio, Girondins de Burdeos, Brest, Evian, París Saint-Germain y Saint-Etienne, además de otros siete de Segunda) para participar en una encuesta en 2013 para calibrar el grado de homofobia y de aceptación de la homosexualidad en los vestuarios galos. La conclusión de su estudio es que el 41% de los futbolistas profesionales admite “opiniones hostiles a la homosexualidad”. Francia sufre un aumento significativo de los incidentes homófobos desde que el expresidente de la República, François Hollande, promulgara la ley que avala el matrimonio entre personas del mismo sexo.

La conclusión de su estudio es que el 41% de los futbolistas profesionales admite “opiniones hostiles a la homosexualidad”.

Brighton es conocida como la capital gay de Gran Bretaña: alrededor de un 20% de su población es gay, según los últimos datos. Mucho han cambiado las cosas en la ciudad desde que en 1822, el ciudadano George Wilson fue detenido por ofrecer un soberano y dos chelines a un guardia para ir a la playa a “cometer actos contra natura”. La cercanía con Londres y la inauguración en 1841 del ferrocarril convirtieron a Brighton en un centro turístico y un reclamo para los homosexuales de la capital.

Los sombreros rosas y las plumas alrededor del cuello sustituyen a las gorras y las bufandas en el disfraz de hincha de los animosos seguidores del Brighton & Hove Albion que acuden al Falmer Stadium a apoyar. Una afición pintoresca que sufre cada domingo la burla homófoba de hinchas y jugadores rivales. La emisora de regional de la BBC en Sussex tuvo que cerrar el micrófono ambiente y pedir disculpas a sus oyentes en la retransmisión radiofónica de un partido ante el Burnley debido a los cánticos de horrendo gusto de los hinchas locales a sus rivales: “¿Saben vuestros novios que estáis aquí?”, “Brighton, ciudad de maricones”... Todo esto queda recogido en un informe que 'Gay Football Supporters’ Network (una organización británica creada por aficionados gays que denuncia comportamientos homófobos en el fútbol), ha elaborado sobre los insultos a los aficionados a lo largo de la temporada 2012/2013.

PREMIER» Campaña contra la homofobia en Inglaterra.

Casi en el 72% de los encuentros se han producido este tipo de reproches o amenazas hacia los hinchas. “Eh, ¿te lo tiras?”, le preguntaron unos aficionados del Millwall a un seguidor del Albion que iba acompañado de su hijo al partido. Incluso aparecen en el listado gestos obscenos de jugadores rivales como uno del delantero del Blackburn Rovers, Colin Kazim Richards, por el que tendrá que comparecer ante la justicia el próximo agosto tras ser denunciado por el propio Brighton & Hove.

¿Es este el mejor clima para que un jugador profesional admita públicamente su homosexualidad? Parece evidente que no. Desde que Fashanu dio el paso en 1990, ningún jugador profesional de fútbol ha salido del armario en Inglaterra. El estadounidense Robbie Rogers lo hizo en febrero de 2013, un mes después de abandonar el Leeds United, alegando que era “imposible” continuar con su carrera después de reconocer que era gay; un anacronismo que extendía una vez más el hedor de la homofobia en este deporte. De vuelta a su país, el futbolista fichó por Los Ángeles Galaxy con una fanfarria mediática alrededor del acontecimiento que delata cuánto de excepcional tiene aún en este mundo algo tan cotidiano en otros territorios.

ROGERS» El jugador estadounidense en los Galaxy.

El periódico The Guardian, siguiendo la pista de la historia de Rogers, apuntó que ocho jugadores profesionales ingleses han desvelado a sus compañeros de equipo su homosexualidad. Siete de ellos renuncian a reconocerla públicamente no por la reacción del vestuario o del club, sino por el temor al ataque de los medios y los aficionados. “Un equipo está más que preparado para asimilar que uno de sus miembros es gay”, asegura Patricia Ramírez, psicóloga deportiva que ha trabajado en vestuarios de Primera División. “El problema es que hay un número importante de aficionados con un nivel de crueldad intolerable. Sus dardos van directos a las debilidades, tratan de hacer daño”, continúa. Existe una contrariedad evidente entre lo que dicen las encuestas y la banda sonora que se escucha los fines de semana en los estadios. La mayoría de seguidores afirma que aceptarían sin problema alguno que un futbolista de su club saliera del armario, pero después la realidad demuestra que hay más rechazo de lo que las estadísticas apuntan.

5.000 JUGADORES GAYS
Hoy en día, son mayoría los entornos donde las personas homosexuales, hombres y mujeres, son capaces de expresar su orientación sexual con seguridad. Artistas, modelos, políticos y deportistas -de modalidades en principio tan “varoniles” como el rugby- la han reconocido sin sufrir humillación, vergüenza, o discriminación. Se calcula que en la actualidad uno de cada diez hombres es gay y que alrededor de medio millón se dedican al fútbol profesionalmente en el mundo. Así que según este promedio unos 5.000 jugadores en activo guardarían en secreto su orientación sexual. La sospecha es que es la heteronormatividad (el estado en el que se impone la heterosexualidad como lo normal) del fútbol la causante de este miedo. “Creo que el cálculo de que el 10% de los jugadores son gays no es válido. La proporción es menor ya que hay un filtro importante desde la niñez. El niño homosexual tiende a inclinarse por otro tipo de actividades”, matiza Ramírez.

Sea cual sea el promedio, lo indiscutible es que sólo dos (el sueco Anton Hysen y Robbie Rogers) lo han confesado de entre esos 500.000 profesionales en activo en el planeta: (el 0,0004%), una cifra que muy probablemente no refleja la verdadera realidad. El tema también es tabú en España. Han aparecido casos de militares que han admitido su homosexualidad o incluso sacerdotes, pero ningún futbolista. Tanto que Paco Jémez, entrenador del Rayo Vallecano, afirmó no hace mucho que en el supuesto de que se diera el caso, el jugador no tendría más opción que retirarse ante la presión y mofa de la hinchada rival. Según el técnico, el público identifica el fútbol como un deporte de hombría.

HYSEN» El futbolista sueco salió del armario en 2011. Foto. Shangay

El gusto por cuidar la imagen o prestar cierta atención a la moda ya fue suficiente coartada para que Guti o David Beckham sufrieran el reproche a coro de “maricones” en muchos estadios españoles. Al futbolista se le identifica con un determinado estilo de vida. Todo lo que está fuera de ese código ya es identificado como “raro” o “anormal”. Algo así le sucedió al inglés Graeme Le Saux, ex jugador del Chelsea, que fue identificado como gay por tener una carrera universitaria, leer periódicos de izquierda o coleccionar antigüedades.

“Los vestuarios no son el problema, son muy bromistas, se escucha eso de mira que maricona o cosas por el estilo, eso quizá pueda crear cierta presión o miedo al homosexual, pero no veo ahí el problema. Insisto que un vestuario de un equipo en España asimilaría con la mayor de la normalidad un anuncio así”, apunta Patricia Ramírez. La psicóloga cree que en la decisión de ocultarlo se maneja también una variable espacio-tiempo, “el jugador sabe que su carrera llegará hasta los 33 o 34 años. Entonces cree que es mejor guardar el secreto durante unos años, que compensa ese tiempo de silencio a la presión exterior que recaerá sobre él. Sin embargo, hay un aspecto importante que también se debe resaltar: todos los estudios concluyen que el deportista gay aumenta su rendimiento después de reconocerlo. La ansiedad es la respuesta que desencadena el organismo ante una amenaza. No ser aceptado por el grupo, por tus fans y ser motivo de comentarios en la prensa, es una amenaza, e impide estar centrado en la competición y los entrenamientos”.

El fútbol necesita un héroe homosexual como dijo una vez el portero danés Anders Lindergaard. Hasta el momento sólo son héroes  anónimos.

La revista Zero se hizo famosa por publicar ‘outings’ de personajes famosos, casi todos relacionados con personajes del espectáculo en España. Sin embargo, hubo una portada que no consiguió llevar a los kioskos, la de un futbolista declarando abiertamente que era gay. Durante meses los responsables del magazine insinuaron que un jugador del Real Madrid estaba dispuesto a dar el paso, pero nunca se llegó a publicar esa portada “Creo que he tenido compañeros gays y nunca me lo han dicho. Saberlo genera más morbo que otra cosa. Si un jugador me lo dijera, estaría encantado. Creo que controlo quién lo es, por indicios o demás. Creo que algunos de los que hablan de que ligan mucho, lo son y hablan así como protección. Es algo que respeto”, contó Unai Emery al diario Levante cuando todavía era entrenador del Valencia. El fútbol necesita un héroe homosexual como dijo una vez el portero danés Anders Lindergaard. Hasta el momento sólo son héroes  anónimos.