Simon Kuper: «Si hubiese un Estado catalán, el Barcelona no sería tan necesario»

En nuestro primer número el escritor Simon Kuper ya adelantaba muchas de las cuestiones que hoy son de actualidad entre fútbol y política. Su libro, 'Fútbol contra el enemigo', es un repaso por medio mundo que ayuda a conocer los vínculos entre el deporte rey y la evolución de diferentes identidades sociales.

Texto Rodrigo Marciel | Fotografía Fernando Sánchez.- Modesto y recogido, el hotel donde nos encontramos a Simon Kuper (Uganda, 1969) define la personalidad de un escritor que ha recorrido medio mundo buscando respuestas sobre el fútbol y su relación con la política y la sociedad. Su libro, ‘Fútbol contra el enemigo’ (Editorial Contra 2012) profundiza sin temores sobre la relación entre la sociedad de numerosos países y los acontecimientos deportivos. Amante del tren como transporte y de la palabra como arma, Kuper ha vivido en países tan distintos como Alemania, Estados Unidos o Sudáfrica que le han permitido crecer entre la diversidad y que definen la personalidad de un hombre singular. Tímido en el trato pero directo en sus mensajes, resume en 21 capítulos lo que es, ha sido y quizás será siempre el fútbol de hoy en día.

El fútbol contra el enemigo’, un título que nos lleva a reflexionar y a preguntar a Kuper ¿Cual es el enemigo del fútbol en la actualidad?
El amaño de partidos con claridad, las apuestas ilegales, lo que pasó con el Argentina-Perú aunque ahora todo se centra en las apuestas. Es muy lucrativo el hecho de comprar un partido como ocurrió en España con el Hércules o hace poco con un Chievo-Sampdoria en Italia en la que todos apostaron por un empate y luego así sucedió. Esto pasa mucho en Italia y también en Europa del Este.

Todo el mundo habla del Argentina-Perú de 1978. Después de investigar todo aquello, ¿Qué conclusión sacas? ¿Fue el momento más triste del momento del fútbol?
Ya se demostró que los argentinos pagaron, es triste pero no es la única vez que pasó. El Corea del Sur-Italia de 2002 también fue amañado, el árbitro está ahora en prisión, llegó además a Nueva York con heroína debajo de sus pantalones. Queda claro que es un criminal y de lo que era capaz de hacer. Tienes que saber lo que ha pasado, si el Corea del Sur-Italia fue comprado ¿Quién te dice que el Corea del Sur-España no lo fue? Estamos hablando del mismo Mundial. Ya no hay gente que hable de lo de Argentina en el 78, está todo muy claro.

«El fútbol es un juego pero cuando hay tanta gente que se interesa por esto deja de serlo. El fútbol dice mucho de un país, de una cultura.» 

Uno los capítulos lleva el título de ‘El Barça y la cuestión escocesa’ ¿Qué conexiones políticas encuentras en el Barcelona como institución?
El fútbol es un juego pero cuando hay tanta gente que se interesa por esto deja de serlo. El fútbol dice mucho de un país, de una cultura. Sabemos, por ejemplo, que el Barcelona es más que un club, yo intento de explicar de una manera neutral mi visión. El caso del Barça es similar al escocés porque el Barça es tan importante ya que no existe un Estado catalán. Si hubiese un Estado catalán, el Barcelona no sería tan necesario. De ahí que eso es un gran ejemplo de saber que el fútbol nunca puede ser considerado como sólo un juego.

En España asistimos a una crisis económica en la que el fútbol representa un claro ejemplo. Numerosos equipos estuvieron en Ley Concursal aunque, a diferencia de otros países, sobrevivieron año tras año ¿Cómo se ve desde fuera?
En el libro intento utilizar el fútbol par ver la realidad de un país. En España puedes ver la crisis del fútbol es muy distinta. Aquí existen Bancos regionales que han dado mucho dinero a los clubes de cada zona debido a la ‘regionalización’ del país. El Gobierno autonómico de turno te dice que tienes que mantener a este equipo como ha sucedido con el Sporting de Gijón. Lleva la publicidad del Principado y la de la propia ciudad. Son cosas que sólo he visto en España y llama mucho la atención.

«El Gobierno autonómico de turno te dice que tienes que mantener a este equipo como ha sucedido con el Sporting de Gijón. Lleva la publicidad del Principado y la de la propia ciudad. Son cosas que sólo he visto en España y llama mucho la atención.»

Has dado la vuelta al mundo para escribir tu libro ¿Qué país te ha impactado más por su relación entre fútbol y política?
Cuando llegué a Argentina nadie se sorprendió de la intención de mi libro. Todo el mundo asumía con claridad las conexiones entre el fútbol y la política. Desde Perón, en Argentina los vínculos han sido muy fuertes, no sucede tanto como en Europa ni mucho menos. Es muy palpable. Siempre se habla de Reino Unido, de Escocia, de Celtic y Rangers y todo lo que rodea a la religión. ¿Es tan fuerte ese odio? Lo que sucede en Escocia se puede asemejar con lo que pasa con Barça y Madrid. Hay una gran rivalidad pero no es tan fuerte como se dice. El tema religioso es inexistente, los aficionados del Celtic no van a la Iglesia. Hablé con un cura y me dijo que los que cantaban y nombraban al Papa nunca los vio por su la Iglesia. Los católicos y los protestantes trabajan juntos, se casan entre ellos y el fútbol no es más que una exageración. El día a día no es tan radical, la rivalidad es muy fuerte pero lo que vemos en las gradas no es más que una decoración para hacer más grande el evento en sí. Y en un Madrid-Barça pasa lo mismo.

¿Cómo se refleja todo esto en una Eurocopa o una Copa del Mundo? Por ejemplo, ahora con Polonia y Ucrania organizando una fase final, algo impensable hace unos años.
Todo ha cambiado mucho. Destaco lo que pasó entre Holanda y Alemania o entre Polonia y la URSS pero ahora ya no es así antes era como una guerra llevado al césped y al estadio. Después de la Primera Guerra Mundial hubo mucho odio pero he visitado seis Copas del Mundo y los aficionados se abrazan, se dan sus camisetas, se hacen fotos y no pasa nada. El nacionalismo es muerte y ahora la Eurocopa va a ser un carnaval, una fiesta, lejos de lo que pasaba antes hace 20 o 30 años donde el fútbol era reflejo de un conflicto político, era como una guerra.

Inglaterra representa uno de los países más atractivos en el mundo del fútbol y según cuentas, los 80 marcaron al país así como a Europa. ¿Cómo es la sociedad inglesa y su relación con este deporte? 
Thatcher pensó en terminar con el fútbol profesional en Inglaterra. No le interesaba el fútbol, siempre veía problemas ahí. Le dijo a sus ministros que por qué no se acaba con todo eso. Sin embargo, por fortuna se cambiaron los estadios después de Hillsborough y luego todo aquello fue un ejemplo para Europa. En el capítulo ‘Gazza, Europa y la caída de Margaret Thatcher’ hablo de Gascoigne como una persona muy importante de aquellos tiempos porque jugaba como un europeo y tenía un carácter muy inglés. Representaba lo que quería la sociedad inglesa. Nos sentimos a veces europeos y a veces no. Esa combinación de persona inglesa con estilo europeo era el ideal que Inglaterra buscaba y alejarse de ver las cosas como una guerra. Ahí el fútbol te enseña de una forma simple el por qué de muchas cosas.

«En el capítulo ‘Gazza, Europa y la caída de Margaret Thatcher’ hablo de Gascoigne como una persona muy importante de aquellos tiempos porque jugaba como un europeo y tenía un carácter muy inglés. Representaba lo que quería la sociedad inglesa.»

¿Existe racismo en el fútbol?
Beckham ha sido uno de los ejemplos contra el racismo. El fútbol no puede cambiar una sociedad pero si señalar el camino para que todo vaya por otro sitio. Antes en los campos ingleses se notaba mucho y ahora entre todos hemos logrado que eso no pase, al menos ya es algo. Has viajado por veintidós países para elaborar tu obra. ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención? Encontrarme a Mandela, a Roger Milla, viajar en tren por todos los rincones del mundo, historias increíbles en cada lugar que he visitado. Tenía la sensación de lo que me pasaba no podía ser verdad. Es más sorprendente de lo que hubiese esperado. El fútbol es una cosa política pero he descubierto mucho más que eso. Espero que el libro ayude a cambiar la imagen que se tiene del fútbol.