Sin fans no hay fútbol: en Inglaterra empezó todo

Mánchester y Wimbledon son las capitales de la resistencia del fútbol inglés frente al negocio. Hinchas que se negaron a la desnaturalización de los clubes de sus padres y de sus abuelos. En Inglaterra comenzó todo, el fútbol y también, el fin del proyecto de la Superliga.

Àlex de Llano.- Durante las protestas contra la Superliga de los fans del Chelsea antes del pasado partido de liga frente al Brighton se pudo leer en las pancartas: “Queremos nuestras noches frías en Stoke” o “Aficionados, no clientes”. Lemas que además de representar el malestar hacia la gestión de sus equipos por parte de unos propietarios que no los han escuchado demasiado también exponen la satisfacción de un sistema en el que los clubes sueñan con alcanzar la cima.

“Los equipos ya no son clubes, están gestionados como negocios. Y es comprensible. El problema es que estos clubes ya estaban mucho antes de que estos hombres de negocios llegasen”, explica Dominic Rosso, vicepresidente de la unión de aficionados del Chelsea. “Hubo mucha frustración, nos sentimos traicionados, como creo que todos los aficionados de otros clubes. Sobre todo los del Manchester United y el Liverpool, que tienen una gran reputación por sus logros en competiciones europeas. No creíamos que los propietarios estuvieran felices al poner en peligro nuestra participación en la Premier League, en la FA Cup, en la Champions League, por esta competición autoservicio en la que sólo quieren estar ellos”, concluye.

«Los equipos ya no son clubes, están gestionados como negocios. Y es comprensible. El problema es que estos clubes ya estaban mucho antes de que estos hombres de negocios llegasen», explica Rosso.

“El sistema en el fútbol inglés es así, los equipos suben y bajan”, explica Nizaar Kinsella, periodista de Goal en Inglaterra. “Tenemos los casos de Nottingham Forest o Derby County, equipos que eran muy poderosos y que ahora están en divisiones inferiores. El Leeds United y el Aston Villa, gigantes del fútbol en Inglaterra no hace demasiado y que ahora están en mitad de tabla. Incluso Manchester United y Liverpool no siempre han estado ahí arriba, también han tenido años malos. Es un sistema que fluctúa. Quizás ahora hay algo más de estabilidad, pero siempre hay cambios y sorpresas. Nos gusta eso, este sistema en el que un equipo pequeño puede soñar con llegar arriba y ganar cosas. Esa es la fortaleza del fútbol inglés. La tradición en Inglaterra es muy importante, los aficionados no quieren ver cómo se rompe su liga. Recientemente hemos tenido la historia del Leicester City ganando la Premier League, esta temporada ha ganado la FA Cup y es que los equipos saben que pueden lograrlo gracias a un reparto televisivo equitativo. Es difícil competir ante los gigantes, pero si están gestionados de una forma inteligente tienen esperanza. Por eso, los aficionados se han levantado también. Quieren ganar, sí, pero de una forma en la que ellos tengan voz en el club. En Inglaterra celebramos la tradición: tenemos la FA Cup, la competición de fútbol más antigua del mundo, quizás sea un poco arrogante por nuestra parte, pero creo que es bonita la forma en que defendemos nuestras tradiciones, nuestra cultura y aquí, como ocurre en España, el fútbol tiene mucho que ver con la cultura del país”.

 
PROTESTAS» Una de las manifestaciones de la temporada pasada en Old Trafford.

Unos aficionados que transmiten su sensación de hastío continuamente a la propiedad del club son los del Manchester United. Han sido noticia por asaltar Old Trafford y evitar la disputa del clásico frente al Liverpool, pero su protesta no nace con la intención de su equipo de disputar la Superliga. Los Glazer pasaron de tener un 3.17% del club a finales de 2003 a controlar el 100% de las acciones en 2005, utilizando activos del club para financiar la compra las mismas a través de préstamos. Una estrategia mercantil que no sentó nada bien a la afición pues supuso endeudar al club cuando pensaban que los problemas económicos formaban parte del pasado. Ante aquella situación algunos fans tomaron otro camino: “¿Aceptamos la derrota y continuamos apoyando al equipo mientras protestamos contra el régimen o este es el fin de nuestros días como aficionados al Manchester United, equipo que amamos desde la cuna y que hemos visto por todo el mundo?”, recuerda David Bergin, miembro fundador del FC United of Manchester, un club alternativo, propiedad de los socios, cuya iniciativa es la más popular de Inglaterra.

«¿Aceptamos la derrota y continuamos apoyando al equipo mientras protestamos contra el régimen o este es el fin de nuestros días como aficionados al Manchester United, equipo que amamos desde la cuna y que hemos visto por todo el mundo?», recuerda David Bergin.

Muchos pensaron que otro club sería desleal al Manchester United. Es comprensible. Sin embargo, alrededor de 700 aficionados firmaron un formulario diciendo que estarían interesados. De la nada, esta idea se desarrolló rápidamente, aunque fue una carrera contrarreloj para crear algo a dos meses del inicio de la temporada. Increíblemente, y gracias a que la North West Counties League aceptó nuestra solicitud para unirnos al décimo nivel de la pirámide del fútbol logramos votar el nombre, diseñar el escudo, contratar un entrenador y un equipo técnico, y una plantilla en cuestión de semanas. Y lo más importante, encontramos un terreno de juego, el estadio del Bury FC, Gigg Lane, a unas pocas millas de Manchester. Y así comenzó este maravilloso viaje hacia lo desconocido”, narra Bergin.

El FC United of Manchester milita actualmente en la Northern Premier League, el séptimo escalón del fútbol inglés, tres divisiones por debajo de la Football League, categoría en la que todos sus clubes son profesionales. Aunque el éxito para ellos no está relacionado con lo deportivo. “Lo más importante es tener un club autosostenible que no tenga problemas para pagar los préstamos que tenemos para el estadio. Si tenemos éxito financiero, entonces podremos pensar en subir de división y ser capaces de competir. Pero no queremos llegar a un nivel en el que no podamos ser competitivos, en el que tengamos que pagar a los jugadores más de lo que podemos pagar, y arriesgar el futuro a largo plazo del club. Existe el temor a perder nuestra identidad al competir en divisiones profesionales. Lo más importante que tenemos como FC United es nuestra identidad, y si eso cambia respecto a nuestros principios fundacionales originales, habremos fracasado. Cuanto más subamos, más subirán los precios de las entradas, con más vigilancia y policía, y una experiencia mucho menos agradable. Debemos tener cuidado de mantener el amor por el juego, y lo que el fútbol representa, sin volver al concepto de fútbol moderno que dejamos atrás hace 16 años”, añade.

FANS» Uno de los primeros partidos del Wimbledon AFC en 2002.

WIMBLEDON FC
En 2002 ocurrió uno de los grandes escándalos de abuso de poder respecto a la propiedad de un club. Un equipo con 123 años de historia, el Wimbledon FC, recordado por las fechorías de Vinnie Jones [Entrevista al mito inglés en Líbero] y su triunfo frente al Liverpool en la FA Cup de 1988, era trasladado del sur de Londres a Milton Keynes, una nueva ciudad en el condado de Buckinghamshire, cambiando su nombre a MK Dons. Una mudanza que los dueños del club llevaban mucho tiempo planeando, con un intento frustrado de llevar el equipo a Dublín y formar los Dublin Dons, iniciativa que contaba con el beneplácito de la Premier League y que estuvo muy cerca de suceder. La mudanza derivó en la creación de un nuevo club. “Se llevaron a nuestro equipo a 100 kilómetros de distancia de su hogar. Los aficionados pensamos que el fútbol pertenece a la comunidad, así que quisimos empezar de nuevo. Así que empezamos desde abajo para ir escalando en la pirámide del fútbol inglés. Y así inició la aventura del AFC Wimbledon”, relata Erik Samuelson, el que fuera director ejecutivo del equipo de nueva formación desde 2007 hasta 2019.

«Se llevaron a nuestro equipo a 100 kilómetros de distancia de su hogar. Los aficionados pensamos que el fútbol pertenece a la comunidad, así que quisimos empezar de nuevo. Así que empezamos desde abajo para ir escalando en la pirámide del fútbol inglés. Y así inició la aventura del AFC Wimbledon», relata Erik Samuelson.

“Uno de los problemas que tuvo el Wimbledon FC fue que, tras la tragedia de Hillsbrough, las dos primeras divisiones del fútbol inglés debían tener estadios con asientos para todos los espectadores. El Wimbledon había ascendido desde las divisiones menores hasta llegar a la cima, por lo que el estadio no estaba adaptado para eso. Plough Lane no cumplía esas condiciones. Así que jugamos nuestros partidos como local en Selhurst Park, en el barrio de Croydon en Londres. Empezó a hablarse mucho sobre el tema y salió una opción, que durante un tiempo fue muy real: Dublín. Los Dublin Dons. No fue de la noche a la mañana cuando perdimos nuestro club, sino que fue un proceso. La decisión de la FA sí que nos sorprendió, pero ya no podíamos hacer nada. Así que decidimos aprovechar nuestro enfado para crear un nuevo equipo. Utilizamos toda esa energía en algo positivo, es la mejor manera de emplear el enfado”, cuenta Samuelson, autor del libro ‘All Together Now’, que relata el camino del AFC Wimbledon desde su formación hasta la actualidad.

 
SEDE» La sede del club desaparecido con pintada del nuevo.

El equipo ha tenido una trayectoria meteórica desde su creación. Empezó a competir en la temporada 2002/2003 en el décimo nivel del fútbol inglés, la Combined Counties Football League, en la que consiguió el ascenso en su segunda campaña. De ahí a llegar a la Football League pasaron apenas siete años con cuatro promociones más. 

En su segunda temporada en la Football League, los dos equipos protagonistas de esta historia, AFC Wimbledon y MK Dons, se enfrentaron. “Sabíamos que esto iba a pasar, aunque ocurrió antes de lo previsto. Nos encontramos en la FA Cup en 2012. Siempre he rechazado ir allí, nunca he querido ir. Así que no asistí al partido, ni siquiera lo vi por televisión. Esto no era por cuestiones de rivalidad, sino que era una obligación, el sorteo nos juntó y se convirtió en una obligación no deseada. Yo creía que los directivos no teníamos que ir, finalmente decidimos que, si iban, rechazarían cualquier gesto de hospitalidad por parte del MK Dons, se sentarían con los aficionados en la grada visitante. Uno de mis compañeros en la directiva, que había sido aficionado del Wimbledon FC de toda la vida, me contó que cuando se bajó del autobús al llegar allí se puso a llorar. Fue muy emocional. Me cuentan, porque no lo he visto nunca, que tuvimos muy mala suerte al perder (el AFC Wimbledon perdió con un gol en el último minuto de partido). Aunque para mí lo más importante fue que pasamos ese día sin dañar nuestra reputación. Todo el mundo nos vio cómo los débiles, los buenos de la película, a los que les habían hecho algo malo… si hubiésemos ido allí y nos hubiésemos comportado mal, la opinión general nos hubiese dado la espalda. ¡Por lo menos perdimos! Un empate hubiese sido peor, no quería que vinieran a nuestra casa. Ganamos mucho dinero con ese partido debido a los ingresos por televisión y lo utilizamos para fichar a jugadores que nos ayudaron a no descender. De forma accidental fueron cómplices de nuestra salvación, lo que fue bastante irónico”, explica Samuelson.

«Sabíamos que esto iba a pasar, aunque ocurrió antes de lo previsto. Nos encontramos en la FA Cup en 2012. Siempre he rechazado ir allí, nunca he querido ir. Así que no asistí al partido, ni siquiera lo vi por televisión. Esto no era por cuestiones de rivalidad, sino que era una obligación, el sorteo nos juntó y se convirtió en una obligación no deseada», recuerda un aficionado del partido contra el otro club surgido del Wimbledon.

En 2020 han logrado uno de los objetivos que se marcaron en el momento de la fundación: volver a jugar en Wimbledon. “El no tener estadio se remonta a antes de la mudanza del equipo a Milton Keynes. Plough Lane había sido la casa del Wimbledon FC hasta el Informe Taylor, después de la tragedia de Hillsbrough en la que todos los estadios tenían que tener asientos para los aficionados. Era un estadio bastante modesto porque el equipo siempre había estado fuera de la Football League hasta 1977. Por lo tanto, hemos estado 30 años sin ver a nuestro equipo aquí. Uno de los motivos por el que trasladaron al equipo fue porque era imposible construir un estadio aquí. Cuando empezamos de nuevo en 2002, el tema del estadio era uno de nuestros objetivos principales: poder jugar de nuevo en Wimbledon. Nos decían que era imposible. Nos pusieron muchos problemas, Boris Johnson retrasó todo antes de ser Primer Ministro, no es lo peor que ha hecho… ¡pero lo conseguimos! El estadio está a 200 metros de donde se encontraba el anterior, así que el equipo está de vuelta en las calles donde jugaba desde 1910 hasta 1991. Durante la construcción del estadio hubo un problema financiero, se necesitaban 11 millones más para completar la construcción. En enero de 2020 los aficionados recolectaron la mayor cantidad de dinero por un equipo de fútbol en el Reino Unido, 5,5 millones. Aquí los aficionados son el club”, cuenta Charlie Talbot, vicepresidente de la unión de aficionados del AFC Wimbledon.


ESTADIO» La vuelta a Wimbledon se consiguió en 2020.  

El éxito deportivo plantea retos de integridad. “Hemos superado nuestras ambiciones con creces. Hemos regresado a la Football League, yo creía que eso nos iba a llevar alrededor de 20 o 25 años, que sería un hombre muy mayor para entonces, pero lo logramos en nueve. Ahora estamos en League One (tercera categoría) y hemos conseguido mantenernos cinco años de forma consecutiva. Ahora tenemos el nuevo estadio, por lo que con lo que ingresemos a través de él podremos mirar un poco más hacia arriba y quizás llegar a Championship (segunda categoría). Eso es realmente complicado porque está llena de equipos que han estado en la Premier League, equipos con mucha historia y que pagan sueldos diez veces superiores a lo que nosotros nos podemos permitir”, expone Talbot. “Según las encuestas a nuestros socios queremos el mayor de los éxitos pero manteniendo nuestro compromiso de que los fans sean los propietarios del club. No cerramos las puertas a gente que quiera invertir o participar, pero nunca podrán controlar nuestro club”, concluye.

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