Sin fans no hay fútbol, pero quiénes son los fans y qué es el fútbol.

Editorial que abre el ejemplar número 37 dedicado a la entrevista a Roberto Baggio de portada y que en su interior lleva un especial sobre el efectivo eslogan Sin Fans No Hay Fútbol.

Líbero.- El final de la temporada de la pandemia nos trae un debate esencial acerca del papel de los aficionados, la importancia del negocio en el espectáculo y la responsabilidad social de los clubes y las federaciones. En resumen: nuestro tema. Porque desde que Líbero nació en junio de 2012 la línea editorial obedece casi en exclusiva a defender la esencia que hizo de este deporte y cultura nuestra pasión. Y nosotros somos en definitiva aficionados que cuentan historias de fútbol. Con esas cartas sobre la mesa tenemos que abrazar las cinco potentes palabras que vienen desde las islas británicas: Sin Fans No Hay Fútbol (SFNHF).

Pero nos hemos hecho mayores y cada vez nos sentimos más incómodos en el maniqueo disfraz de las redes sociales que visten hoy con naturalidad los contendientes de cualquier debate público. Exprimidores del capitalismo salvaje hablando de “salvar el fútbol” y corruptos perseguidos por el FBI abrazando el “fútbol popular”. (Instrucciones para despistados. Florentino Pérez lideró la propuesta de la Superliga con el eslogan de salvar el fútbol por las pérdidas millonarias de la pandemia. Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, defendió que la Champions League seguía vigente ante esa amenaza sobre el altar del fútbol de los aficionados).

Nos hemos hecho mayores y cada vez nos sentimos más incómodos en el maniqueo disfraz de las redes sociales que visten hoy con naturalidad los contendientes de cualquier debate público. 

Pues sí, sin fans no hay fútbol, ¿pero qué son los fans y qué es el fútbol? Ni los fans son los que montan clubes cooperativistas hartos del ninguneo de los clubes tradicionales, ni el fútbol son las ligas regionales con partidos a cara de perro. Es un debate complejo pero nos haría bien asumir que una parte importante de lo que nos encanta es un negocio millonario sostenido por audiencias planetarias. Y más allá de la regañina, una propuesta: ¿No deberían ser las federaciones, como organismos semipúblicos, los que regularan las competiciones para evitar que los aficionados se quedaran por el camino? En lugar de eso, parece que solo velan por seguir expandiendo el negocio y favoreciendo inversiones de fortunas planetarias, sin mayor valor que el de crecer económicamente.

¿No deberían ser las federaciones, como organismos semipúblicos, los que regularan las competiciones para evitar que los aficionados se quedaran por el camino?

Todos de acuerdo en que la esencia es un niño rompiendo una ventana con un balón. Y eso lo representa una superestrella como Roberto Baggio. Nos atiende retirado en su huerta, rodeado de su mística, para defender el juego como elemento común que nos une. Roberto Baggio explicando lo que sufrió fallando el penalti del Mundial y lo que disfrutó inventando jugadas y goles que nos llenan el alma. Todos queremos ser Roberto Baggio salvo él, siempre concentrado en cómo combatir a aquellos interesados en romper la magia, ya sea la ambición empresarial desmedida que le arrancó de Florencia o un entrenador rácano que desdeña el talento.