Tomó champagne, hizo un gol y paró con un dedo roto

David Hirst es un héroe de culto en el fútbol inglés. Goleador del Sheffield Wednesday en la década del ’90, armó su anécdota de gloria en un año nuevo, contra el Manchester City. Cuando los citizens eran un equipo perdedor, lejos de los petrodólares de ahora.

Pablo Cheb para revistaUNCAÑO.- “Ron Atkinson era el técnico y nos hizo bajar a desayunar a las siete de la mañana en el día del partido. En el medio de cada mesa había una hermosa botella de champagne rosado con copas alrededor”, cuenta David Hirst, ex delantero y goleador del Sheffield Wednesday, en una entrevista del año 2015 para la TV británica. Han pasado 29 años del año nuevo de 1990, ese día en que su equipo del alma jugaba contra el Manchester City. Todavía no había jeques ni Guardiola, pero el City andaba mejor que el Wednesday. Y debían enfrentarse en año nuevo: ese 1 de enero, fecha ridícula que el fútbol inglés ocupaba incluso antes del invento de la Premier como tal.

Así que por ahí andaba la cosa, cuando el 9 grandote y potente de los blanquiazules bebió -dice- algunos vasitos de champagne en la previa del juego por la liga. “Probablemente tomé seis o siete, o hasta quizá ocho copas esa mañana. En el primer tiempo me las arreglé para meter un gol que nos puso 1-0 al frente, pero ya me sentía un poco cansado para ese momento”, relata Hirst. Y cierra: “En el segundo tiempo tuvimos la mala suerte de que se nos lesionó el arquero, Kevin Pressman: tuvimos que sacarlo a rastra de la cancha porque se rompió los ligamentos cruzados. Y yo decidí decirle al entrenador: ‘Voy a la portería’. Terminé el partido con un dedo roto, pero mantuve la valla invicta. Ganamos 2-0”.

Así que por ahí andaba la cosa, cuando el 9 grandote y potente de los blanquiazules bebió -dice- algunos vasitos de champagne en la previa del juego por la liga. “Probablemente tomé seis o siete, o hasta quizá ocho copas esa mañana. En el primer tiempo me las arreglé para meter un gol que nos puso 1-0 al frente, pero ya me sentía un poco cansado para ese momento”, relata Hirst

La anécdota es tan hermosa como difícil de comprobar. Si bien encontramos el calendario de aquella temporada y ratificamos el enfrentamiento entre los clubes en el arranque del año calendario, no pudimos rastrear imágenes de aquel gol de Hirst ni de su actuación como guardametas. Apenas llegamos al City-Wednesday de la ida en ese torneo, que terminó con triunfo de los de Manchester. Sí hay una foto del enguantado Hirst que sobrevivió e ilustra este artículo. La gesta de Hirst tampoco apareció en el compilado de la temporada 89/90 que hizo la cadena inglesa ITV. Pero decidimos creerle. Después de todo: que la realidad no te arruine una hermosa historia, y menos si la contó el propio protagonista.

AÑO NUEVO (1990) Hirst, con la equipación y guantes de portero

Aquel año terminó con el descenso de Sheffield Wednesday, pero también con el renacer futbolístico del equipo. Con Hirst como titular y figura (anotó 32 de sus 128 goles en el club durante la temporada 90/91), los hombres de Hillsborough volvieron rápido a Primera e incluso ganaron la Copa de la Liga, tras vencer en la final al Manchester United de Ferguson, declarado admirador del centrodelantero rival. Al año siguiente, las Lechuzas del Wednesday terminaron terceras en la liga, sólo detrás del Leeds y el United.

 

Al finalizar esa temporada, el club rechazó una oferta de Ferguson por su delantero estrella: 4 millones de libras, cuando todavía era mucho dinero por un futbolista.

En 1993, el Sheffield Wednesday perdió dos finales contra el Arsenal. La de la FA Cup (gol de Hirst en el primer partido, que fue empate, Arsenal se llevó el replay) y la de la Copa de la Liga. El héroe se quedó y pasó 11 años en Sheffield. Jugó tres veces con la selección de Inglaterra e hizo un solo gol, contra Nueva Zelanda. Era duro, rudo, corredor. Tenía buen control de pelota y una potencia tremenda en sus dos piernas. Todavía se recuerda un tiro en el travesaño que se presume récord y –calculan- llegó a 114  millas por hora (183km/h).

Era duro, rudo, corredor. Tenía buen control de pelota y una potencia tremenda en sus dos piernas

Él decía que era zurdo, pero parecía darle igual. Regaló algunos goles memorables con las dos piernas. Lo arruinó, cuándo no, una lesión. Un tobillo fracturado en un partido contra el Arsenal. Los dolores y problemas físicos ya no lo abandonaron. Se fue de Sheffield a Southampton en 1997. Al año siguiente, le hizo este golazo a su equipo de siempre.

En 2000, tras 18 meses sin poder arrancar un partido, decidió retirarse.