Texto Pepe Moreno.- Desde la noche de los tiempos del capitalismo, hará unos 300 años, las marcas han tratado de significarse con el principal fin de ser diferentes. Primero diferentes de sus competidores, después, ya en estos tiempos de confusión y casi fin de siècle constante, tratando de construir una personalidad que compita con los iconos culturales, las deidades por fascículos o las aplicaciones móviles que te salvan la vida. Una marca es lo que hace sentir con su producto o su servicio a quien se relaciona con ella. No solo al que la consume, porque no todos consumimos marcas concretas, pero si todos estamos en contacto con ellas, con sus puntos de vista o con su capital simbólico. Una marca es significado en el 90%. Por decir un porcentaje alto. También podría ser un 87% por ejemplo. Casi el mismo porcentaje de agua que tiene un ser humano. El resto son tangibles, emociones a la carta y territorios comunes entre el consumidor y el que hace consumir. Es en ese territorio mixto, en ese campo de batalla amistoso, donde se comienzan a producir complicidades e intercambio de opiniones.
Exactamente igual que en el bar de la esquina o en la grada del estadio municipal. Las marcas deben mucho al fútbol, a esa trasfusión constante de pasión y sobre todo, de competición. Y el fútbol debe mucho a las marcas. No sé si más, pero mucho. Sobre todo en cómo las marcas han ayudado a construir personalidades relevantes y diferenciales en un segmento, el fútbol, que lucha constantemente contra el mimetismo y contra las botas de colores distintas todas iguales. A lo largo de los años muchas marcas han significado cosas distintas en diferentes momentos y para públicos variados. Pero son las que han mantenido constante ese conjunto de atributos, que son los significados, las que trascienden y forman parte de la cultura popular. Coca Cola fue la música y fue Michael Jackson y fue Tina Turner en grandes estadios incluso en plazas de toros. Lucky Strike fue la guerra de Vietnam y fue la ciudad en llamas desde la ventanilla de una taxi amarillo. Harley Davidson fue el forajido, el fuera de la Ley que se quita el traje y la corbata para dejar atrás su vida convencional y aburrida, rompe con todo, para luego volver a ello a la hora de comer sin que nadie haga preguntas. Nike fue el grito de apoyo al deportista que tenemos dentro cada uno, aunque sea solo cuando corremos para coger el autobús.
Exactamente igual que en el bar de la esquina o en la grada del estadio municipal. Las marcas deben mucho al fútbol, a esa trasfusión constante de pasión y sobre todo, de competición. Y el fútbol debe mucho a las marcas.
Alfa Romeo era sentir durante un rato que la M30 serpenteaba y que lo que veías por la ventanilla en el atasco no era el Pirulí, frio y tacañón; era el lago Como y eran barcas de madera brillante y no coches sin pasar la ITV. En el fútbol sucede igual. Las marcas son la música que nos ayuda a entrar en los recuerdos primero y en la memoria después. O si no es la música es el olor, más efectivo si cabe a la hora de hacer butrones contra el pasado. A veces llegas antes a un jugador o a una final ganada o a un penalti mal tirado si piensas en las marcas que ayudaron a construir la escena. Porque se trata de eso, de escenografía, casi de micro teatro con fondo verde. El fútbol sin marcas solo sería un deporte. Que no es poco, pero no es tanto como lo es una llave al pasado, una máquina del tiempo en 4-4-2 o una repetición bien tirada.
LOS QUE JUEGAN DE INICIO
1. Zanussi y el Real Madrid Barro, frío, pantalones más que cortos, póster central de AS Color, Hugo Sánchez a la primera, vallas metálicas que pinchan y una fábrica en Alcalá de Henares.
2. Buitoni y el Napoles Maradona en un helicóptero llegando como Elvis a San Paolo, sol y papeles sucios volando, salsa de tomate densa como lava, botas desabrochadas, ojos vidriosos, azul celeste contra verde alto, partido a puerta cerrada, faltas suaves por la escuadra.
3. Meyba y el Barcelona Una M misteriosa desde Madrid, Cruyff sentado en un balón, Alexanco de 9, los baldosines marrones del banquillo del Camp Nou y Chendo resbalando sobre ellos sin poder evitarlo.
4. Sharp y el Manchester United Goles en el descuento y negros alemanes llorando, un portero que es una valkiria y niños skinheads con dientes de menos. WalkMan y afeitadora, Beckham y Giggs, lluvia fina y balones blancos, blancos.
5. Mediolanum y el Milan Saachi calvo dándole gafas de sol al sol, Buyo y de repente ya 3-0, trenzas, bigotes y chilenas, todas las portadas de Don Balón. San Siro con torres redondas y rojas, partidos de vuelta intrascendentes, un banco que suena como a la luna o como a algo que se puede comer.
6. Pirelli y el Inter de Milan Ronaldo llorando por los dientes y con la mano en la rodilla, la potencia sin control no sirve de nada, Figo equivocándose, suelas que son gomas en barbecho, Zanetti como el negro y el azul, siempre ahí, una final de la UEFA contra el Parma a doble partido, Zamorano es el 1+8.
7. Marbella y el Atlético de Madrid Camisetas de manga corta y el Villa de Madrid que empieza todavía de día. Alemao y Schuster ponen el amarillo, Abel Resinos tiene el record, Manolo se marca solo, Futre le quita una copa al Rey con una gorra del Atleti en la cintura, como una pistola.
8. Patrick y Michael Laudrup unas botas casi negras pero con dos líneas venidas de lejos, de Dinamarca, que es otra galaxia, Laudrup moviéndolas en paralelo, Ramón Mendoza pidiendo perdón a Michael con los ojos por tenerlo vestido de futbolísta y él con americana de verano y camisa azul.
9. Krafft y la Real Sociedad letras rojas y blancas, Wagner en el pecho, motores puestos a punto, frío mañanero y Karpin con media sonrisa. De Pedro poniéndola con rosca y Anoeta echando de menos Atocha, la Liga en el tobillo de un turco, Kovacevic sin dientes y con cara de tonto.
10. Le Coq y España (La Furia) Michel corriendo, huyendo, Martín Vázquez con barba tratando de pasar desapercibido, Roberto perdiendo la O final, México de madrugada, Italia con las persianas bajadas por el sol impasible. Calderé pidiendo cine quinqui y las cadenas de los jugadores golpeando el cuello del gallo encerrado en el triángulo.
11. Umbro y Brasil Estados Unidos, Romario y Bebeto, Nirvana y botellas de agua en la banda. Roberto Baggio con coleta taleguera y UMBRO pasando de estar en la calva de Grobbelaar al pecho de Mazinho, que hacia un arco marbellí con las piernas.
LOS QUE ESTÁN EN EL BANQUILLO
12. Cepsa y el Tenerife Pier huyendo del sol y girando una mano como el que mueve una maza, Rocha devolviendo una pared al Heliodoro, las gorras blancas de Buyo que se equivocaron de deporte. Redondo, Chemo y Chano. Felipe Miñambres y Agustín Rodríguez. Partidos contra el Madrid, sí. Pero sobre todo una vez en San Mamés contra en Athletic.
13. Reusch y Ablanedo Guantes con mensaje encriptado, impronunciable y hasta doloroso. Ablanedo, que es un Gatu, salta y ataja con ellos mientras de tanto volar de palo a palo, se le va haciendo cada vez más amplia la frente. Se le despeja. Igual que él despeja vestido de verde y negro en medio de delanteros más altos y menos listos que él. Es El Molinón en el partido de las 9 y es ir a los mundiales para no jugar. Porque jugar es de pobres.
14. Danone y la Juventus de Turín Peruzzi bajo palos, que ya por tener un portero medio gordo sales ganando 1-0 y además dos o tres más que meten miedo; Padovano, Torricelli o Del Piero que son una mezcla entre mosqueteros y un cuadro flamenco. Delle Alpi respirando humo de bengala fucsia y del puro de Lippi, que es un Paul Newman en chándal, y esperando a que le cambien otra vez el nombre, como a Leningrado. Ravanelli metiendo goles con cana antes de que Zidane pasase frio entre patadas y finales perdidas.
15. Citroën y el Celta Mitad de Balaídos con mucho sol y mitad oscuro como un percebe corrupto. El horario distinto al resto para que dé tiempo a ir a fútbol a los de la fábrica, a los del turno de mañana que también tienen derecho. El espacio detrás de las porterías es el mayor del mundo, como una zona desmilitarizada. El túnel de vestuarios en un fondo, como tiene que ser. Patxi Salinas cogiendo del cuello a Mostovoi, que es Zar y ha decidido irse del campo. El Madrid perdiendo al descanso y Penev, Karpin y Gudelj poniendo cara de Guerra Fría, de Berlín Este.
16. Mikasa y el equipo de mi barrio FT5, que no es un tanque mandado por Zhukov, pero ya le hubiera gustado repeler a los nazis con esos balonazos secos aunque lloviera y duros como un blindajes tricotado por una madre. Domingos por la mañana con miedo a tocar el primer balón, no sea que el pie se deshaga o las manos desaparezcan. Un balón que es un ser vivo porque necesita agua para ser más áspero y más pesado. Una red de balones Mikasa era un ser mitológico de triángulos blancos y negros, plácido como un calamar gigante pero con el peligro del que ya no tiene nada que perder. La gente que ahora tiene 40 y ha jugado con Mikasa es capaz de cambiar el sistema, inventar otra vez la democracia, tirar abajo dogmas. Todo a patadas con el tobillo, que ya lo soporta todo.
NO CONVOCADO POR DECISIÓN TÉCNICA
Ford y la Liga de Campeones
Antes de la guerra de plataformas la Champions era dos partidos el mismo día para todos y Alfonso Celemín con abrigo de paño verde a pie de campo inventando el spoiler sin saberlo. Ford patrocina la Champions League. Y tú pensabas que algo así, tan grande y tan napoleónico, no debería terminar nunca. Ford y la Champions League nos dejaron ver por primera vez un negro noruego, que era John Carew y nos enseñaron que los partidos en casa del Spartak de Moscú, acababan siempre antes de empezar los del Ajax, que le iba a meter 4 al Grasshopper, por ejemplo. •