Ultras en Italia: La defensa de una fe

Románticos, violentos o marginados. El periodista inglés Tobias Jones relató en su libro ‘Ultra. El submundo del fúbtol italiano’, la compleja red social de las aficiones que habitan las curvas de los estadios y también las calles oscuras de las ciudades.

Borja Bauzá.- Corría el año 2003 cuando varios ultras romanistas decidieron mostrar una bandera un tanto extraña en la Curva Sud del Estadio Olímpico de Roma. La bandera no contenía ningún símbolo, solo un lema: “ULTRAS NO PROFIT”. Traducido al cristiano: “Los ultras no hacen negocio con su militancia”. Iba dirigida a otro ultra romanista. Concretamente, al capo de un grupo llamado Ultras Romani que estaba aprovechando sus contactos dentro del club para hacer caja. Sin embargo, a pesar de ser el síntoma de un enfrentamiento interno, la bandera no tardó en hacerse famosa allende la grada romanista y muchos ultras foráneos vieron en aquel lema una pulla al mayor enemigo de los fanáticos 'giallorossi': Fabrizio Piscitelli, alias 'Diabolik', líder de los Irriducibili de la Lazio. Hoy Diabolik está muerto. Fue asesinado el verano de 2019 en un parque de la periferia de Roma. Hay quien piensa que su muerte era una crónica anunciada.

Fabrizio Piscitelli, alias 'Diabolik', líder de los Irriducibili de la Lazio. Hoy Diabolik está muerto. Fue asesinado el verano pasado en un parque de la periferia de Roma. Hay quien piensa que su muerte era una crónica anunciada

A fin de cuentas, tras convertir a los Irriducibili en una marca tremendamente rentable gracias a una visión comercial superlativa, Diabolik subió de nivel y comenzó a traficar con drogas. Dicen las autoridades que no era ningún mindundi. Que el capo de la Lazio era una figura importante en los bajos fondos de la capital; alguien capaz de garantizar suministros y de mantener la paz entre los diferentes clanes romanos. Por eso se cree –la investigación sigue abierta– que su asesinato fue un golpe estratégico bien planeado. Los principales sospechosos son la Camorra napolitana y la mafia albanesa. Una de las consecuencias de su muerte es que ya nunca sabremos qué hubiese opinado de Ultra. The Underworld of Italian Football; un libro sobre las curvas italianas –sobre sus orígenes, su evolución y sus infinitas paradojas– que vio la luz pocos días después del crimen y que, como era de esperar, dedica muchísimas páginas a Diabolik. El autor, Tobias Jones, un periodista inglés fascinado con Italia, nunca llegó a conocer al capo de la Lazio pese a dedicar cuatro años a investigar el fenómeno ultra. Sí conoció, empero, a personas que le habían tratado muchísimo. “Ninguna tenía buena opinión de él”, explica por teléfono. “Tampoco la mayoría de los fanáticos de otros equipos con los que pude hablar”, añade. “Para ellos Diabolik no era un ultra; era un mafioso”.

El autor, Tobias Jones, un periodista inglés fascinado con Italia, nunca llegó a conocer al capo de la Lazio pese a dedicar cuatro años a investigar el fenómeno ultra. 

Tobias Jones empezó a frecuentar Italia en los años 90 y no tardó en encontrar su nicho: el género true crime. También se interesó muy pronto por las dinámicas de grupo. Como ambos temas tocan de lleno el mundo ultra, era cuestión de tiempo que comenzara a fijarse en los estadios italianos. La idea de escribir un libro llegó en 2015, tras analizar con cuidado lo que sucedía cada fin de semana en las curvas y concluir que, pese a la opinión imperante, los ultras como Diabolik no son la norma. “Cuanto más investigaba, más desinformación encontraba”, sostiene Jones. “Lo que te cuenta la policía no tiene nada que ver con lo que te cuentan los ultras, y como para un periodista es mucho más fácil hablar con las autoridades al final la única versión que ve la luz es la suya”.

» SANDRI Hinchas de la Lazio homenajean en 2007 a Gabriele Sandri, víctima de un disparo de un policía.

Pero entre la versión oficial y la versión de los ultras, ¿con cuál quedarse? Según el periodista inglés, con ninguna. Las autoridades perciben a los ultras como una suerte de infrahumanos que no merecen ni el aire que respiran; como delincuentes que manipulan a las masas y ponen la ciudad patas arriba con tal de bordar un negocio redondo. Los ultras, por su parte, se consideran los últimos románticos de un mundo cada vez más globalizado en el que unas élites sin escrúpulos van esquilmando a una sociedad conformista, adormecida y estúpida.

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