Keka Vega Leandro (exfutbolista y delegada de la AFE)
El 2019 fue un año increíble y trascendental para el fútbol femenino. No solo por los récords de audiencia y de asistencia a los campos de fútbol (no olvidemos el éxito sin precedentes de la Copa Mundial Femenina disputada en Francia o el partido que se disputó en el Wanda Metropolitano entre el Atlético de Madrid y FC Barcelona, con una asistencia de 60.739 espectadores), sino también por las justas reivindicaciones de las futbolistas en su lucha por la regulación y mejora de sus derechos laborales. Pero si el 2019 estuvo marcado por acciones reivindicativas, el 2020 nos dejará dos días que no olvidaremos jamás: el 18 de febrero, día en el que se dio un paso adelante y definitivo hacia la igualdad, el día que se firmó el I Convenio Colectivo de Fútbol Femenino de la historia en Europa. Y el 14 de marzo, fecha en la que el Gobierno decretó el estado de alarma, frenando, como en otros ámbitos, la tendencia de crecimiento que el fútbol femenino había empezado a experimentar recientemente con anterioridad a al inicio de la pandemia.
Y el 14 de marzo, fecha en la que el Gobierno decretó el estado de alarma, frenando, como en otros ámbitos, la tendencia de crecimiento que el fútbol femenino había empezado a experimentar recientemente con anterioridad a al inicio de la pandemia.
Tengo que decir que no fue nada fácil sellar el histórico acuerdo. Más de un año de negociaciones, más de 30 reuniones y hasta una convocatoria de huelga que fue todo un éxito, ya que contó con un seguimiento del 100% de todos los equipos de la 1ª División Femenina. Una decisión apta únicamente para valientes, y esas son nuestras futbolistas, que decidieron parar la competición durante la 9ª jornada del Campeonato de Liga, una acción clave y determinante para que clubes y sindicatos alcanzasen un preacuerdo. Hace más de 20 años, y antes de que sucediera todo esto, yo soñaba con ser algún día futbolista profesional. Mi entrenador, por aquellos tiempos, mi padre, jamás me explicó que las mujeres futbolistas no podían vivir de su profesión, que no estaban consideradas como trabajadoras, que no tenían derechos. Al contrario, me enseñó a luchar por mi sueño con la misma intensidad con la que él luchó y trabajó para el fútbol femenino.
I CONVENIO COLECTIVO DE FÚTBOL FEMENINO DE CLUBES DE LA HISTORIA, creer es PODER Gracias fútbol. Gracias futbolistas.#conveniofemeninoya #ConvenioDeLaIgualdadDeAfe pic.twitter.com/ReDKIVOJMV
— Keka Vega (@keka20vega) February 18, 2020
Crecí viendo cómo él organizaba una liga de fútbol femenino en mi ciudad, peleaba por conseguir un trozo de campo para que yo pudiera entrenar, buscando patrocinadores... En definitiva, mejoró las condiciones para que yo y muchas otras chicas pudiéramos seguir soñando. Este pasado verano puse fin a mi carrera deportiva tras 14 años en la élite del fútbol femenino español. Durante todos esos años gané Ligas, Copas, disputé competiciones europeas y hasta vestí la camiseta de la Selección Española. Cumplí todos mis sueños en el mundo del fútbol profesional, pero nunca pude contar con un documento oficial que recogiera mis derechos como trabajadora.
Cumplí todos mis sueños en el mundo del fútbol profesional, pero nunca pude contar con un documento oficial que recogiera mis derechos como trabajadora.
23 años después, y en calidad de exfutbolista y miembro de la mesa negociadora del I Convenio Colectivo en representación del sindicato mayoritario, AFE, presencié junto a una treintena de futbolistas, amigas y excompañeras, un acto en el Congreso de los Diputados en el que se homenajeó por fin a las mujeres, que ya tienen un marco legal que reconoce sus derechos que no tenían reconocidos hasta ahora. Todo un hito para el deporte femenino cuyos puntos principales son: salario mínimo de 16.000 euros brutos al año, jornada laboral de 35 horas semanales en cómputo semestral, vacaciones remuneradas, percepción del 100% del salario en caso de baja laboral, indemnización de 60.000 en caso de muerte y 90.000 en caso de incapacidad permanente y la renovación automática por una temporada más con las mismas condiciones en caso de que la jugadora se quede embarazada.
Sin duda alguna, un momento único y emocionante que cambiará para siempre nuestras vidas. Hoy, el fútbol femenino se ve amenazado por las implicaciones de la crisis actual. Nos tocará seguir luchando, una vez más, para que las inversiones anteriores a la crisis no se retiren del fútbol femenino y poder así seguir manteniendo un escenario de impulso. POR LAS QUE ESTUVIMOS, POR LAS QUE ESTÁN Y POR LAS QUE VENDRÁN. •
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