Fotofrafía Stuart Roy Clarke
*Texto Alberto G. Palomo.- Quizás sea por la abrupta pronunciación en castellano, pero Stuart Roy Clarke no tiene ni idea de lo que son las barras bravas. Este fotógrafo inglés no cae cuando se le menciona a este sector violento de aficionados. A pesar de que lleva tres décadas inmortalizando las gradas de mil estadios. Tampoco le quita el sueño: le encantaría, por supuesto, visitar estos ambientes latinoamericanos donde se originaron. Igual que le gustaría inspeccionar los españoles o los de cualquier país donde se profese amor al fútbol. Se ha centrado, sin embargo, en Reino Unido. Su tierra natal le ha bastado para elaborar un relato visual y sociológico de este deporte. Lo ha logrado gracias a la constancia. Desde su juventud, Roy Clarke (Berkhamsted, 1961) nunca ha dejado de asistir a los partidos con su cámara. Buscaba una mirada al otro lado. Al lugar que el resto de lentes suele obviar. Su archivo, de más de 100.000 imágenes tomadas en carrete, es uno de los más numerosos del mundo. Y le ha valido para pasear desde 1991 la exposición itinerante ‘The homes of football’ (Los hogares del fútbol), que ahora se ha convertido en el libro ‘The game revisited’ (El juego revisitado).
Desde su juventud, Roy Clarke (Berkhamsted, 1961) nunca ha dejado de asistir a los partidos con su cámara. Buscaba una mirada al otro lado. Al lugar que el resto de lentes suele obviar.
Sus páginas sintetizan las instantáneas tomadas en más de 4.000 partidos. “Mi modo de actuar es sencillo. Intento ver la mitad del juego por mi cuenta, el resto lo hago a través de los ojos del público. Y los últimos diez minutos, mi cabeza no para de dar vueltas”, ilustra con sorna. Roy Clarke considera las gradas como un espacio “mágico”. “Puedes moverte de un lado a otro y son muy democráticas”, comenta. En ellas ha captado la conversación airada de dos espectadoras, la adrenalina que aflora con el gol o cómo un perro se colaba entre la multitud para observar el espectáculo desde la valla, entre otros instantes singulares. Sus preferidas son las del Burnley F.C., un equipo fundado a finales del siglo XIX en el centro de Inglaterra. “Tiene una gran historia”, arguye lacónico.
» 1990 Imagen del autor de ‘The Homes of Football’ en el estadio de Halifax Town hace casi 30 años.
En cada estadio, el fotógrafo consigue alumbrar algún matiz que lo diferencia del resto de terrenos de juego. “En Reino Unido, curiosamente, los fanáticos actúan de manera distinta con respecto a su club incluso en un ratio de 15 kilómetros de distancia”, apunta. “¿Es por cómo es el campo? ¿Por su trayectoria? ¿Por el acento de la gente?”, cavila, “Tal vez sea todas estas cosas y algún ingrediente británico adicional relacionado con la confianza, el respeto”. A esas dudas particulares se suman dos más de carácter general. La primera: ¿Se atrevería a decir que el resultado depende del público? “Puede alterarlo hasta un 50%, pero no más.
En el caso del Chelsea, el Cheltenham Town o el Coniston sirve en ocasiones para que jueguen un 10% mejor. Lo suficiente para ganar en casa”, bromea este seguidor del Watford F.C., el equipo de una ciudad cercana a la que se crió. Y otra clásica: ¿Es posible cambiar de club con la edad? “Nunca puedes dejar atrás a tu equipo. Lo he intentado las últimas temporadas, que creía que en el Watford eran todos unos mercenarios, pero luego los veo con mi hermano, en la televisión o en las redes sociales y el amor sigue ahí”, suspira. “No obstante, cuando me mudé a 400 kilómetros de mi domicilio original, me enamoré del que tenía al lado de casa, el Carlisle United. Tanto, que me invitaron a ir con ellos en su furgoneta durante la temporada 94/95. Me veían como un amuleto de la suerte. Era una fiesta”, rememora quien asegura tener un flechazo de este tipo cada semana, aunque los sitúe en un peldaño inferior.
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