Vero Boquete: «Crecí sin referentes de jugadoras»

Vero Boquete es mucho más que una excelente futbolista, es también una pionera. El músico Igor Paskual ha tenido la suerte de llegarla a conocer y de contar con ella en su videoclip con la canción 'Pasos de baile'. El artista entrevista a la futbolista española más emblemática de los últimos años. El estadio San Lázaro, de Santiago de Compostela (su ciudad natal), lleva ya su nombre.

*Igor paskual.- Vero Boquete (Santiago de Compostela, 1987) tiene una de las mejores frases sobre fútbol: “Dios tiene que ser un mediocentro”. Sin embargo, ella comenzó jugando de líbero y a la espalda llevaba el número 4 de Koeman. De hecho, en su primera aparición en prensa el titular rezaba: Una Baresi en femenino. Vero, como diría José Luis Moreno, es nuestra jugadora más internacional, más carismática, capitana de la selección española y que ha pasado por el PSG francés antes de partir a China en 2018. Ha pasado por distintos equipos en España (dos veces ganadora de la Copa de la Reina), EE.UU. (donde fue escogida Mejor Jugadora de la WSL en 2011), Rusia, Suecia y Alemania, donde ganó la Bundesliga con el Bayern y la Copa de Europa con el Frankfurt.

Nos vemos en la maravillosa cafetería del Museo Reina Sofía. El día anterior jugó un entrenamiento contra Suiza en Oliva (Valencia) en medio de un gran vendaval y está a punto de volver a París. No es muy alta, pero tiene fuego en la mirada y transmite la fuerza de quien está acostumbrada a luchar por todo. Aunque, en estos dos últimos años, el fútbol femenino ha ido adquiriendo más popularidad en España, aún tiene camino por recorrer. Por ejemplo, intenten buscar en YouTube algún resumen de algún partido de la selección absoluta. No lo hay. Hagan la misma prueba con las selecciones inglesa y francesa y se verá la diferencia.

*(entrevista realizada en la primavera de 2017)

Es inevitable que te pregunte por tus inicios.
Mi padre era entrenador de ligas preferentes de Regional, de Tercera División y, de hecho, sigue entrenando fútbol base y mi hermano, que es 3 años mayor, también jugaba al fútbol. Y desde que empecé a andar ya estaba con el balón, siempre con ellos dos jugando a la pelota y acompañándoles de partido a partido. Y así crecí, copiando.

¿Cómo das el salto a equipos profesionales?
Empecé jugando en el equipo de mi barrio; yo era la única niña y tenía cinco o seis años. Pero había una norma que prohibía jugar a las niñas. Así que, ese primer año, iba a los entrenamientos y el día del partido veía cómo mis compañeros jugaban al fútbol. Entonces, entre mi padre y el presidente del club recurrieron a la federación, fueron al Consejo Superior de Deportes y, al final, consiguieron cambiar esa norma. A partir de ahí, empecé a jugar.

Compatibilizaba fútbol sala, que jugaba con niñas, y fútbol 11, que eran niños. Con 15 años me fui a Aguiño un equipo de fútbol sala que era ya Liga Nacional y de ahí pasé a la selección gallega jugando en competiciones territoriales. Es cuando me vieron los seleccionadores y con 16 años me convocaron para la sub-19 que encima ese mismo año quedamos campeonas de Europa. Fue a partir de ese momento cuando los clubes de Primera empezaron a llamarme. Pero decidí esperar a terminar el Bachillerato para luego poder estudiar una carrera en la ciudad que quisiese.

¿Y por qué te decantas por el Praínsa Zaragoza?
Aunque tenía ofertas de clubes más grandes como el Levante, el Rayo Vallecano o el Espanyol, me decanté por el Zaragoza porque era un proyecto donde yo iba a tener un papel protagonista, donde iba a jugar, iba a pelear por no descender y no pelear por títulos, y en ese momento pensé que era lo mejor para mi evolución.

» PSG
La jugadora con una camiseta de uno de sus equipos. FOTO. Lino Escurís.

Has estado en mil equipos. ¿Cómo haces para estar casi un año en cada club?
Si pudiese escoger, hubiera elegido iniciar y terminar mi carrera en un único club. Es lo que me hubiera gustado, como jugadores como Gerrard del Liverpool. Compartir esos valores, llegar al primer equipo, retirarte con el calor de la afición... yo creo que no hay nada más grande para un jugador. Pero en el fútbol femenino, hasta ahora, no había ningún tipo de estabilidad. Si querías estar al máximo nivel, un año tenías que estar en la mejor liga que era la americana, otro año era la sueca y otro era la alemana.

A mí me ha movido siempre mi ambición y quería jugar con y contra las mejores. Para eso tenía que moverme y no me importaba ir a donde hiciese falta. En el Tyresö estuve tres años (y jugó una final de Copa de Europa) y me fui porque el club entró en bancarrota y desapareció. Hace cuatro años que no descanso. Estaba jugando en España, terminaba en mayo o junio y me iba directamente a EE.UU. Allí la temporada son seis meses, llegaba a mitad de temporada, estaba esos tres últimos meses y me volvía a España, jugaba toda la temporada y de nuevo a EEUU. Cuatro años sin descanso, ni vacaciones ni nada. Ahora ya no lo puedo hacer, es un ritmo de competición y un esfuerzo para el cuerpo muy grande.

Dime las diferencias que ves entre las ligas de distintos países.
La americana tiene la ventaja de que allí todo se hace a lo grande, y todo es como una película; llegas y te dan un coche con el escudo de club. Vas a poner gasolina y las niñas te paran, llegas al estadio y hay colas de gente. Creí que eso no lo iba a vivir nunca y ves que es posible. En ese sentido, es donde más profesional me he sentido. En Portland veías los bares y las calles de alrededor llenas de gente para ver tu partido.

Vas a poner gasolina y las niñas te paran, llegas al estadio y hay colas de gente. Creí que eso no lo iba a vivir nunca y ves que es posible.

En Suecia disfruté mucho, no sólo por el deporte, que tienen una cultura deportiva muy diferente a la nuestra, sino que también son mucho más igualitarios. El fútbol femenino está muy bien visto y las familias venían al campo. En la liga sueca no hay grandes clubes ni estadios; ibas a pueblos, así que lo más importante que tenían que hacer en seis meses era tu partido, con jugadoras internacionales. Y desde la mañana ya preparaban fiesta. Eso te transmite mucho, es lo que yo había vivido con mi padre por los pueblos, que la gente acababa de comer y venían al fútbol y lo volví a vivir en Suecia, pero compitiendo al máximo nivel y con un equipazo.

A Alemania fui porque, cuando perdí la final de Champions, mientras las jugadoras del Wolfsburgo estaban levantando la Copa, ya las miraba diciéndome: “No sé dónde tengo que ir, pero el año que viene yo tengo que estar aquí y ganar”. De ahí me fui a Portland, esos tres meses, y volví directamente a Frankfurt, un histórico que ha ganado varias Champions; mis objetivos eran la Champions y la Bundesliga. La primera la gané con el Frankfurt y la segunda con el Bayern. Es una liga muy fuerte, muy competitiva, con un estilo muy alemán, pero el apoyo que tienen a nivel federativo y organizativo es muy bueno, y lo notas desde el primer momento. Además, cualquier equipo defiende bien, sale a la contra... En Frankfurt fue bien porque teníamos un equipo bueno y se adaptaba más a mi forma de juego, organizábamos más, y el Bayern, para mis características, no era el mejor equipo, me costó más por el estilo de juego y una lesión.

En todas mis etapas me he tenido que adaptar y eso supone un gran desgaste.

Pero los objetivos que me marqué los cumplí. En todas mis etapas me he tenido que adaptar y eso supone un gran desgaste. Y por eso me fui a Francia, porque tras dos años en Alemania, con los objetivos cumplidos, busco otra cosa, sé que estoy en el mejor momento de mi carrera y que no me quedan muchos años al máximo nivel. El PSG en concreto me ofrecía un estilo más parecido al que hacemos en la selección, quieren combinar más, y entienden mejor el juego, pero también es muy física, de mucho nivel.

«Cuando tenía cinco o seis años una norma prohibía jugar a las niñas. Así que, ese primer año, iba a los entrenamientos y el día del partido veía jugar a mis compañeros».

¿Quiénes son tus referentes?
Yo crecí sin referentes de jugadoras y sin saber que podía ser profesional, sin saber que había ligas profesionales o una selección con la que jugar Eurocopas o Mundiales. Mi único y gran referente fue Marta, que años después terminamos jugando juntas en el Tyresö y ahora tenemos amistad. A nivel masculino sí tuve más referentes, el primero Koeman, porque yo de pequeña jugaba de líbero y me fijaba en él. Pero el jugador que más me impresionó fue Ronaldo (Nazario) en su época en el Barcelona, y a partir de ahí inicio mi paso a una posición más ofensiva. Me fijaba mucho en él, sus goles, sus celebraciones. Y ahora Xavi e Iniesta, porque yo nunca había visto jugadores como ellos. Y encima ver que son de aquí, que no es Gerrard en el Liverpool, no es Pirlo... son de aquí y, además, ese estilo de juego es lo mío. Y ahora, lo de Messi, que es el mejor jugador de la historia, y siempre pregunto a mi padre por Maradona... pero no, es Messi.

¿De qué equipo eres?
Soy del Compostela y, de hecho, entre mi casa y la casa de mi abuela está el campo de fútbol. Crecí yendo al estadio y con ese ambiente de fútbol. Pero desde mi etapa en el Español, soy perica. Hoy en día es el único club que quiero que gane siempre y el que me intereso por seguir.

Soy del Compostela y, de hecho, entre mi casa y la casa de mi abuela está el campo de fútbol.

¿Qué es lo que más te gusta del fútbol?
Yo disfruto el simple hecho de estar ahí. Y ya no sólo en el campo, que disfruto del competir, sino que disfruto esa semana entera. Los entrenamientos y, claro, en el partido quiero siempre dar buen rendimiento y ganar. Ganar, ganar y ganar.

Te vi jugar en Mareo, contra Eire. Y me llamó la atención que mandabas muchísimo.
En ese sentido quizás me pase, pero es mi forma de ver el fútbol, creo que ha venido de mi padre, que es entrenador, y sé que ese es mi futuro. Es lo que quiero, me gusta y ya me estoy preparando para ello. No lo fuerzo, me sale prestar atención, analizar los partidos antes y después, y lo he vivido de pequeña. En mi casa siempre había fútbol y mi padre nos explicaba cosas, siempre hablamos de fútbol, te fijas en esta transición, en esto, lo otro. Me fijo y lo digo, mi carácter es más de colocar al equipo.

Veo que tu juego es vertiginoso, a un toque, te entretienes poco con el balón.
Me gusta y eso lo cogí del fútbol sala y, aparte de que técnica y tácticamente te aporta mucho, el juego es más rápido, no tienes tiempo. Si te quedas hablando con el compañero una jugada, ya te han marcado gol. Me gustan los partidos intensos, el estar 100% concentrado en lo que haces. Y en fútbol es muy fácil que, si el balón está en otro lado, no estés atento, o que si mi equipo está atacando, los defensas estén viendo el partido, pero no lo están jugando. Me gusta que tenga un ritmo y, de hecho, creo que lo que le falta un poquito al fútbol femenino es esa intensidad y ese ritmo que al final te lo da el físico. Me gusta entrenar y jugar a mucha intensidad.

» DERROTA
La imagen de la derrota en el Mundial de 2015. FOTO. GETTY.

«En mi casa siempre había fútbol y mi padre nos explicaba cosas, siempre hablamos de fútbol, te fijas en esta transición, en esto, lo otro. Sé que mi futuro es ser entrenadora».

En los amistosos recientes contra Inglaterra y Francia hicisteis un buen fútbol, pero queda un pequeño peldaño para alcanzarlas. ¿Cuál es? ¿Cómo conseguirlo?
Lo que falta, y es lo que notamos las jugadoras que jugamos en otras ligas, es el ritmo, la intensidad del juego, el poder subir y bajar, hacer una presión, y eso te lo dan las competiciones de nivel. Hasta ahora las desventajas de las jugadoras de la liga española, puesto que no eran profesionales, era que se entrenaba mucho menos que en otros países. Aquí se entrenaba tras muchas horas de trabajo, de estudio, y eso te condiciona, ese es el salto que falta y creo que se está dando. En España las condiciones cada vez son mejores, la selección es mejor y esa diferencia física con grandes selecciones se está acortando. Táctica y técnicamente no tenemos nada que envidiar a ninguna.

«Lo que falta en España, y es lo que notamos las jugadoras que
jugamos en otras ligas, es la intensidad del juego, el poder subir y bajar, hacer una presión, y eso te lo dan las competiciones de nivel».

Háblame sobre la denuncia que pusisteis un grupo de jugadoras a la FIFA ante el Tribunal de Derechos Humanos de Ontario antes del Mundial 2015. (Un denuncia por discriminación de género ya que se las obligó a jugar un Mundial sobre hierba artificial).
Surge cuando estoy en el Portland, en EEUU. Viene ya de antes, hay varias quejas, y nace de las americanas, que tienen más peso. Ellas hablan conmigo y me preguntan qué es lo que se habla en Europa. Ya se pone un gabinete de abogados en contacto con nosotras, y hablamos las jugadoras que somos más referencia y nuestra intención era que no fuesen sólo las americanas. Y queremos tener la colaboración de todos los países y hacer una queja conjunta.

 

Primero se le hace saber a FIFA y no obtenemos respuesta y, por eso, lo hacemos público. ¿Qué pasa? Pues que, a partir de ahí, vienen federaciones que prohíben a sus jugadoras estar en esa lucha, con amenazas de que no van a ir al Mundial. Y el objetivo final que hubiera sido jugar en hierba natural no lo conseguimos, pero pese a eso, creo que sí conseguimos que no se vaya a repetir esa situación. Todo el mundo supo de ese problema, tuvimos el apoyo de muchos deportistas. Además, en ese momento no se iba a resolver porque reorganizarlo lleva tiempo y se acercaba el Mundial y no íbamos a poder solucionarlo.

¿Es el gol contra Escocia el más importante de tu carrera? (Gol en el último minuto ante Escocia que sirvió para clasificarse en la Euro del 2013)
Sí. Y el más emocionante. Era por toda la situación, el momento personal en el que yo estaba. Venía de perder la Liga en Suecia, de perder la final de la Copa a penaltis. Nada quería salir bien. Esa eliminatoria es a dos partidos... allí me lesiono en el último entrenamiento y no puedo jugar la ida. La vuelta la juego infiltrada. Llega el penalti..., lo tiro, quiero pegarle más de empeine porque con el interior creo que lo voy a notar porque con la infiltración podía aguantar 70 minutos y ya estábamos en la prórroga. Y me sale a media altura y lo fallo.

Llega el penalti..., lo tiro, quiero pegarle más de empeine porque con el interior creo que lo voy a notar porque con la infiltración podía aguantar 70 minutos y ya estábamos en la prórroga.

Aún y así, durante todo el partido tenía la sensación de que iba a tener un buen final. Y es que tenía dos opciones: o quedarme llorando hasta que el árbitro pitase o correr. Y pensaba que una mas íbamos a tener. Viene el balón, un centro desde la banda derecha, y cuando está en el aire pensé, “va a acabar aquí”, y desde que lo toca Erika (Vázquez, delantera del Athletic de Bilbao), hasta que baja, nos parece que pasa un minuto y medio y es sólo un segundo. Es como la canción de “Carros de fuego” (lo canta). Y es que siempre que marca Messi (así es como llaman a Silvia Messeguer, la genial centrocampista del Atlético de Madrid y autora del gol del empate), siempre cambiaba algo. Cuando jugábamos juntas siempre era así. Nos había pasado ya en el Praínsa Zaragoza y cuando vi que marcó, dije “ya está, lo tenemos”. Marca goles que significan algo. Y fíjate que antes de mi gol, Messi hace una carrera de área a área para recuperar un balón que nadie le daba importancia y gracias a ese balón hacemos el siguiente ataque. •