Vuelve el gol en Las Gaunas

Logroño es uno de los lugares con más encanto del fútbol español. La Unión Deportiva Logroñés, uno de los dos clubes surgidos para llenar el vacío del histórico equipo local, ha llegado a la elite de Segunda División tras una agónica temporada marcada por la pandemia. 

Fotografías Riojapress/UD Logroñés

Marta Marañón.- Gooooool en Las Gaunaaaaas!” es, quizá, una de las frases radiofónicas más recordadas. Logroño vivió entre los años ochenta y noventa su época dorada, disfrutando de fútbol de Primera División durante nueve temporadas, ocho de ellas consecutivas. La capital riojana veía pasar a Hugo Sánchez o Maradona mientras se forjaban sus propias leyendas: Julen Lopetegui, Quique Setién o el Tato Abadía, que se convirtió en la cariñosa bandera de la autenticidad del Club Deportivo Logroñés. El fútbol que se practicaba en el Viejo Las Gaunas era el de verdad: el de barro, bocadillo y transistor. Aquel que convertía los domingos en un día sagrado para padres e hijos, abuelos y nietos hasta que el 18 de enero de 2009 se consumó la desaparición del club y que ahora, vuelve a ver la luz.

La Unión Deportiva Logroñés, uno de los dos clubes surgidos para llenar el vacío del histórico equipo local, ha llegado a la elite de Segunda División tras una agónica temporada marcada por la pandemia. La ciudad despierta de un letargo de 20 años. La última alegría a los grande vivida en Logroño por el fútbol se remonta al 14 de junio de 1987, el día del ascenso a Primera. En el último partido de la temporada Las Gaunas recibía al Valencia de Alfredo Di Stéfano, ya ascendido.

El conjunto riojano estaba dirigido por Txutxi Aranguren. Manuel Baltasar Alonso Méndez, más conocido como ‘Noly’, marcó en el minuto 4. Pero en el último suspiro, cuando parecía que todo estaba hecho, el Valencia empató y congeló Las Gaunas. Segundos después, el linier levantaba el banderín señalando fuera de juego, anulando el gol y el árbitro marcó el pitido final. Lo habían conseguido. Después de 47 años de historia, Logroño era de Primera. Con el ascenso se ponía a una comunidad autónoma fundada tan solo cinco años antes en el mapa.

Después de 47 años de historia, Logroño era de Primera. Con el ascenso se ponía a una comunidad autónoma fundada tan solo cinco años antes en el mapa.

ABADÍA
En aquel equipo destacaba Noly, el héroe del ascenso, pero también Miguel Ángel Lotina. Fue el delantero de referencia del conjunto riojano durante ocho temporadas. Después de colgar las botas, Lotina inició su camino como entrenador en la capital de La Rioja e incluso abrió varios negocios de restauración que siguen activos. Pero si hay un jugador que ha marcado a los logroñeses a lo largo de la historia del club es Agustín Tato Abadía. Su característico bigote -que conserva intacto- y su entrega no se olvidan. “No había, y ahora mucho menos, jugadores con mi aspecto. Además, yo corría y parecía que me iba a caer constantemente, no estábamos tan preparados como lo están ahora”, cuenta Abadía.

A pesar de ser natural de Binéfar (Huesca), Abadía es para los logroñeses como el paseo del Espolón, la calle Portales, la estatua del Espartero o un buen vino de Rioja. “Yo no soy de Logroño, pero la gente piensa que sí, y eso es, en parte, por el sentimiento que había antes de fidelización del jugador con el club, la afición y la ciudad del equipo al que llegaba. Ahora ya no es así, se ha perdido esa magia, ese ir por la calle y que todo el mundo te salude como a un vecino más”, reflexiona. Después de sus tres ciclos como jugador en Logroño, regresó en 2002 como entrenador. Jugó el playoff de ascenso a Segunda, pero no logró el objetivo y al final de la temporada abandonó el club. En 2005, con el equipo cuesta abajo y sin frenos en el aspecto económico, regresó a La Rioja y se puso al mando de la dirección deportiva. De su mano llegaría Quique Setién al banquillo, a quien relevó en 2008 tras ganar tan sólo dos de los últimos once partidos, pero cansado de los problemas internos decidió dejarlo.

En 2005, con el equipo cuesta abajo y sin frenos en el aspecto económico, regresó a La Rioja y se puso al mando de la dirección deportiva. De su mano llegaría Quique Setién al banquillo, a quien relevó en 2008 tras ganar tan sólo dos de los últimos once partidos, pero cansado de los problemas internos decidió dejarlo.

En 2011 le propusieron entrenar a la Sociedad Deportiva Logroñés, uno de los clubes surgidos tras la extinción del histórico Logroñés, año en el que también inaugura ‘La casa de los quesos’ en el corazón del Casco Antiguo de la capital riojana, negocio que regenta junto a su mujer. Consiguió ascender a la SDL a Segunda B, pero en 2014 no pudo evitar el descenso a Tercera y hastiado del fútbol decidió dedicarse en cuerpo y alma a su comercio. “La etapa en la que estuve como director deportivo del club me quemó mucho, fueron años muy complicados y la tienda cada vez me generaba más trabajo, así que dejé el fútbol”, afirma. “Estoy contento porque por fin la ciudad vuelva a tener fútbol profesional y de poder volver a Las Gaunas y ver fútbol de calidad. Han sido muchos años fuera de la élite y Logroño y su gente se lo merecían”, concluye.

ÉPOCA DORADA
En 1988 se produjo un acontecimiento que cambiaría por completo la forma de ver el fútbol en Logroño. La llegada del empresario vitivinícola Marcos Eguizábal, nuevo presidente de la institución, supuso una gran inyección de capital y el comienzo de la época dorada. El Logroñés se convirtió en sociedad anónima deportiva en 1992, reestructurando el equipo por completo. De la mano de Eguizábal llegaron fichajes como Setién, Sarabia, Poyatos, Lopetegui, la vuelta de Abadía, Ochotorena y pasaron técnicos de la talla de Javier Irureta, David Vidal o Juande Ramos. Además, el nuevo presidente colocó al equipo en el mapa internacional y fueron muchos los extranjeros rojiblancos: Óscar Ruggeri, Antonio Alzamendi, Luis Alberto Islas, Gilson, Nelson Gutiérrez, Silviu Lung, Anton Polster, Cléber, Rubén Da Silva, Oleg Salenko, Amarildo, Dejan Markovic, Nebojša Gudelj, Sílvio, Rubén Sosa… y hasta un Lewandowski. Argentinos, uruguayos, brasileños, serbios, bosnios, polacos…

IMÁGENES DE TVE

Logroño se internacionalizó y se convirtió en un rival respetado. Después de varios años logrando la salvación en las últimas jornadas, el Logroñés no pudo evitar el descenso en 1995. Ese año pasaron hasta cinco entrenadores por el banquillo y el equipo terminó colista de la tabla a más de 20 puntos de la permanencia. Una temporada que Juande Ramos se encargó de hacer olvidar ascendiendo al equipo de nuevo a Primera el año siguiente.

Uno de los técnicos que mejores recuerdos dejó en La Rioja es el argentino Carlos Aimar. Llegó a Logroño en 1988 como un absoluto desconocido -en Argentina sólo había dirigido a Deportivo Español-, y cuando se fue en 1997 -después de varias idas y venidas-, lo hizo como un salvador. “Tengo unos recuerdos maravillosos de Logroño. Los guardo con mucho cariño. El fútbol allá se vivía con mucha intensidad. Ser hincha del Madrid o el Barcelona es muy fácil… Lo difícil es ser del Logroñés. Es estar cada fin de semana en una cancha como Las Gaunas alentando haga frío, calor, llueva, truene o caigan rayos. Eso sí que era fútbol de verdad. Me queda la espinita de no haber podido salvar al equipo en aquella última temporada. Me afectó mucho el descenso, pero puedo decir con orgullo que fui el último técnico que dirigió al Logroñés en Primera”, recuerda.

Su característica bufanda roja y sus arengas en el banquillo lo convirtieron en uno de los personajes más queridos por las gradas de Las Gaunas. “Lloré al enterarme del ascenso. Es una noticia tremendamente importante para mí. Extraño muchísimo a Logroño y su gente”, explica.

» ASCENSO Momento en el que se consumó el esperado ascenso a Segunda División del fútbol en Logroñoa el pasado julio.

DESAPARICIÓN
Marcos Eguizábal decidió abandonar el club en 1996 y lo vendió a un grupo de empresarios riojanos de los que apenas se sabía demasiado. Según publicaba El País en octubre de 2004, durante sus últimos años de vida, el Logroñés estuvo dirigido por “empresarios en busca y captura, exciclistas, ganaderos franquistas, dos antiguos presidentes de clubes de Primera y Segunda, un conductor de autobuses, un empresario de la pornografía en Internet y un ejecutivo que falleció de un infarto un par de días antes de llegar a Logroño”. Tras el descenso, el elegido para remontar la situación e intentar regresar a Primera fue Víctor Muñoz que apenas duró unos meses. Los jugadores comenzaban a percatarse de que algo no iba bien. Uno de ellos fue Nayim, que llegó a Logroño siendo ídolo del Real Zaragoza, con quien había ganado la histórica Recopa de Europa de 1995. “El club pasaba por unos momentos económicos complicados, pero aún así se apostó para intentar subir a Primera.Al final la situación económica pudo con la deportiva y Víctor duró cuatro meses. No vinieron los jugadores que esperábamos para poder luchar por el ascenso”, recuerda.

“El club pasaba por unos momentos económicos complicados, pero aún así se apostó para intentar subir a Primera.Al final la situación económica pudo con la deportiva y Víctor duró cuatro meses. No vinieron los jugadores que esperábamos para poder luchar por el ascenso”

Ya sin Nayim en la plantilla y con Marco Antonio Boronat en el banquillo, el Logroñés afrontó la temporada 1999-2000 en Segunda con la sombra de las deudas acechando. Los riojanos finalizaron en el vigésimo puesto de la clasificación y descendieron a Segunda B. Todavía quedaban las peores noticias por  confirmarse. La deuda de hasta 500.000 pesetas (3 millones de euros) que mantenía el club con Hacienda y la Seguridad Social y los impagos de los salarios de sus jugadores desencadenaron el descenso administrativo a Tercera División en lo que significaba el principio del fin. En mitad del drama, en 2002, el Logroñés estrenó nueva casa, el nuevo estadio de Las Gaunas, con capacidad para casi 16.000 espectadores.

La deuda de hasta 500.000 pesetas (3 millones de euros) que mantenía el club con Hacienda y la Seguridad Social y los impagos de los salarios de sus jugadores desencadenaron el descenso administrativo a Tercera División en lo que significaba el principio del fin

Un estadio de Primera, para un equipo que no lo estaba ni en lo deportivo ni en lo económico. Se proclamó campeón del grupo riojano de Tercera y regresó a Segunda B, donde permaneció tres años hasta que en 2004, fruto de las deudas, volvió a sufrir un nuevo descenso administrativo a Tercera. Tras breves intentos por resucitar con Setién y Abadía de por medio, llegó la desaparición en enero de 2009 por vía judicial. En poco más de diez años, el Logroñés había pasado de jugar en el Bernabéu a desaparecer. Aunque no del todo porque el club se encuentra en un limbo administrativo a la espera de que alguien pueda hacerse cargo de una deuda de más de 12 millones. Del bloqueo surgieron dos clubes nuevos para heredar la afición: Unión Deportiva Logroñés y Sociedad Deportiva Logroñés.

POLSTER Accede a la entrevista con la leyenda del Logroñés en este enlace

DOS VÍAS
La SDL bebe directamente del Club Deportivo Logroñés, del que ostentan los derechos de explotación del logo y el nombre. Pertenece a sus socios e intenta nutrirse de jugadores de la zona. Comenzó en Regional Preferente y en 2012, tras su paso por Tercera, ascendió a Segunda B con Abadía en el banquillo. En 2014 descendió de nuevo a Tercera, propiciando la marcha de un agotado Abadía que pondría punto y final a su relación con el fútbol. La SD Logroñés ha permanecido en dicha categoría hasta julio de este año cuando, después de varias temporadas peleando por el ascenso, ha conseguido otro ascenso a Segunda B. Por otro lado, la Unión Deportiva Logroñés. Igual que la SDL, nació en 2009 fruto de la compra por parte del empresario Félix Revuelta del Club Deportivo Varea, uno de los históricos del fútbol riojano, después de intentar hacer frente a la deuda del CDL, algo que no pudo llegar a efectuar. El también propietario del Club Balonmano Ciudad de Logroño renombró al Varea como UD Logroñés con el objetivo de honrar al histórico CD Logroñés. 11 temporadas la UDL es equipo de Segunda División.

El también propietario del Club Balonmano Ciudad de Logroño renombró al Varea como UD Logroñés con el objetivo de honrar al histórico CD Logroñés. 11 temporadas la UDL es equipo de Segunda División.

Ambos equipos han convivido en Logroño en un ambiente muy hostil, especialmente en los primeros años en los que llegaron a coincidir en la categoría. La disputa por Las Gaunas, por el cariño de los logroñeses y por ser el verdadero heredero del Club Deportivo Logroñés les han desviado en numerosas ocasiones de su auténtico desafío: llevar el fútbol profesional a Logroño. Sobre si algún día ambos equipos podrán llegar a un acuerdo y volver a formar uno solo, Abadía lo tiene claro: “Eso no va a pasar, hay demasiadas diferencias. Estoy seguro de que un día Logroño volverá a tener un equipo de Primera, pero no va a ser por la unión de estos dos. Será porque uno de ellos lo consiga. Tienen formas muy distintas de pensar y no se van a poner de acuerdo nunca. Cada uno irá por su lado hasta donde llegue”. •