El mayo francés del fútbol

Cuando se cumplen cincuenta años de una fecha histórica, un artículo revela que varios futbolistas franceses se sumaron a la revuelta de 1968 tomando la sede de la Federación. La entrada del edificio lucía una barricada, con una bandera roja y dos pancartas con consignas que rezaban: “El fútbol para los futbolistas”.

Texto Sebastián Billard, en L'OBS para revistaUNCAÑO.- La poderosa ola de disconformidad que ganó el territorio francés en la primavera de 1968 no dejó fue esquiva al fútbol. El 22 de Mayo, a un mes exacto del desencadenamiento del movimiento estudiantil, un pequeño grupo de futbolistas intentó hacer soplar los vientos de la revuelta. No fue en pleno corazón del Barrio Latino (N del T: el barrio, por excelencia, de la comunidad universitaria), sino a 5 km de allí, en el muy chic distrito N° 16 de Paris. Sobre las 8 horas de aquel día, un puñado de jugadores llegó al número 60 de la Avenida d’Iéna con la firme intención de tomar posesión y ocupar la sede de la FFF (Federación Francesa de Fútbol). En las afueras, se hacía circular un volante con sus reivindicaciones a los transeúntes. En el interior, se reunía a los empleados de la Federación en un salón del inmueble. Por su parte, el Secretario General de la Federación, Pierre Delaunay, y Georges Boulogne, Instructor Nacional, quedaban aislados en una oficina.

La entrada del edificio lucía una barricada, con una bandera roja y dos pancartas con consignas que rezaban: “El fútbol para los futbolistas” y “La Federación, propietaria de los seiscientos mil futbolistas” (N del T: la cantidad de jugadores federados por aquellos años). Si bien el personal del establecimiento fue rápidamente liberado y tanto Boulogne como Delaunay se retiraron del mismo en horas de la tarde, la ocupación del inmueble no hacía más que comenzar, durando varios días. Juego Bonito y lucha de clases ¿Quiénes son, entonces, aquellos jugadores que vienen de tomar por asalto la FFF? ¿Cuáles son sus reivindicaciones? “Casi la totalidad del grupo contestatario pertenecía a clubes amateurs de la región parisina”, escribió el historiador del fútbol Alfred Wahl en un artículo dedicado a este ignorado episodio. André Mérelle y Michel Oriot, los únicos dos jugadores profesionales que participaron de aquella toma, jugaban en el Red Star, legendario club de Saint-Ouen (N del T: en el norte de la ciudad). La idea de esta inesperada acción pertenecía en realidad a los periodistas deportivos de la publicación mensual “El espejo del fútbol”, comprometidos políticamente con la izquierda. Cercana al movimiento comunista, la revista militaba por el juego bonito, el aspecto creativo en detrimento de la parte física y sosteniendo un discurso harto crítico con su sociedad. En la mira de la publicación estaban el paternalismo y el autoritarismo de los “caciques” del fútbol francés, “los especuladores, políticos y tecnócratas, siempre dispuestos a explotar o manipular a los deportistas”.

André Mérelle y Michel Oriot, los únicos dos jugadores profesionales que participaron de aquella toma, jugaban en el Red Star, legendario club de Saint-Ouen (N del T: en el norte de la ciudad)

Estas ideas y este lenguaje de lucha de clases se traslucían en el manifiesto distribuido por los futbolistas el día de la ocupación de la sede de la FFF. En el documento, titulado “Programa del Comité de Acción de los Futbolistas”, ellos explicitaban el deseo de “devolver a los 600 mil futbolistas franceses y a sus millones de amigos, lo que les pertenece: el fútbol, el cual les fue expropiado por los pontífices de la Federación para servir a sus intereses egoístas de aprovechadores del deporte”.

¡EL FÚTBOL A LOS FUTBOLISTAS! VOLANTE PROGRAMÁTICO DEL COMITÉ DE ACCIÓN DE LOS FUTBOLISTAS
En el día de la fecha, futbolistas pertenecientes a diversos clubes de la región parisina hemos decidido ocupar la sede de la Federación francesa de Fútbol. Así como los obreros ocupan sus fábricas, así como los estudiantes ocupan sus facultades. ¿Por qué? Para devolver a los 600 mil futbolistas y a sus millones de amigos aquello que les pertenece: el fútbol, el cual les fue expropiado por los pontífices de la federación para servir a sus intereses egoístas de aprovechadores del deporte. Según el artículo 1 del Estatuto de la Federación (asociación sin fines de lucro según la ley), los pontífices de la Federación se comprometían a trabajar para el “desarrollo del fútbol”. Nosotros los acusamos de haber trabajado contra el fútbol y de haber acelerado su degradación, sometiéndolo a la tutela de un Gobierno naturalmente hostil a la esencia popular del deporte.

  1. Ellos han aceptado limitar la temporada de fútbol a ocho meses y restringir su práctica al periodo más favorable del año aceptando: el cierre de los estadios, el rechazo de los pasajes colectivos para los desplazamientos, el rechazo de las garantías de seguro por accidente durante el periodo “prohibido”. 
  2. Ellos no han hecho nada por impedir la supresión de numerosos campos de fútbol y para exigir la creación de otros nuevos. Lo que deja a cientos de miles de jóvenes ante la imposibilidad de practicar su deporte. Tampoco hicieron nada por permitir a los estudiantes practicar fútbol en las salas. 
  3. Vienen de crear la Licencia B, que prohíbe prácticamente los cambios de club salvo en beneficio de los grandes clubes y constituye una vulneración intolerable a la libertad de los jugadores y a los intereses de los pequeños clubes. 
  4. Por boca de Dugauguez, han insultado a todos los futbolistas franceses en sus aptitudes físicas, técnicas e intelectuales. 
  5. Ultrajan la dignidad humana de los profesionales, los mejores futbolistas entre nosotros, al mantener un contrato esclavista denunciado por Kopa y cuya ilegalidad ha sido reconocida, hace un año, por Sadoul, Presidente de la Asociación de Dirigentes

En este documento se denunciaba también la connivencia entre los dirigentes del fútbol y el poder político. El técnico Georges Boulogne era señalado como el “jefe de la mafia de los entrenadores”, quien “reserva a sus amigos los puestos mejor remunerados”. En cuanto a Pierre Delaunay, era comparado a un “vulgar Luis XVI”, al haber “heredado” de su padre el cargo de Secretario General de la Federación. “Para que el fútbol siga siendo de vuestra propiedad, los convocamos a presentarse inmediatamente en la puerta de la Federación, que vuelve a ser vuestra casa. Todos unidos haremos a nuevo el fútbol, el cual no debió dejar jamás de ser el deporte de la alegría, el deporte del mundo del mañana que todos los trabajadores han comenzado a construir”, concluían. Si bien esta acción comportaba una evidente dimensión simbólica, los futbolistas que participaron en ella portaban reivindicaciones muy concretas. A los ataques personales contra los dirigentes de la Federación y a la puesta en entredicho de la FFF, se agregó la crítica virulenta del “contrato a perpetuidad” que, por entonces, ligaba a todo jugador profesional a un club.

A los ataques personales contra los dirigentes de la Federación y a la puesta en entredicho de la FFF, se agregó la crítica virulenta del “contrato a perpetuidad” que, por entonces, ligaba a todo jugador profesional a un club.

Denunciado desde 1963 por el ilustre Raymond Kopa, este contrato era calificado de “esclavista”, y se exigía su supresión. Debates y fútbol salvaje. En el período de los seis días de ocupación, el ambiente fue de fiesta en las instalaciones de la Avenida d’Iéna. “Se instalaron camas plegables, se festejaba alegremente en los distinguidos salones de la Federación y se miraba atentamente desde el altillo todo movimiento sospechoso”, asegura el periodista Mickael Correia en su libro 'Una historia popular del fútbol, “Mayo del ´68. Se encontraba entonces en su paroxismo: el 24 la bolsa de París fue incendiada y la capital es teatro de tremendas batallas callejeras entre las fuerzas policiales y manifestantes detrás de las barricadas. La ocupación del edificio de la FFF se movió al ritmo tumultuoso del movimiento en curso y se transformó en ágora democrática”. “Los encendidos debates en torno a otro fútbol y las proyecciones de películas con partidos internacionales se interrumpían con salvajes partidos de fútbol sobre la muy elegante avenida d’Iéna”. Pacíficamente, la fiesta llega a su fin el 27 de mayo.

Los futbolistas deciden abandonar las instalaciones tras una votación en asamblea general. Mientras sindicatos y organizaciones estudiantiles inician negociaciones con el gobierno que desembocarán en los famosos acuerdos de Grenelle (N del T: negociación colectiva entre representantes sindicales, empresariales y estatales que dieron lugar a los acuerdos firmados en la sede del Ministerio de Trabajo, ubicada sobre la calle Grenelle, que clausuraron el Mayo francés), los futbolistas consideran haber alcanzado su objetivo mediante la lucha. A pesar de ello, la lucha no terminaba allí. Inmediatamente después, el “Comité de acción de los futbolistas” se transformó como resultado de aquella ocupación. Se convirtió en la Asociación Francesa de Futbolistas, una entidad presidida por Just Fontaine, antiguo goleador del Reims y máximo goleador de la Copa Mundial de 1958 en Suecia. Será su responsabilidad la movilización de las reivindicaciones del movimiento. ¿Una simple broma? ¿Qué lugar y qué importancia debemos otorgar a este episodio? ¿Deberíamos ver en él algo más que una simple broma? A diferencia del movimiento de obreros y estudiantes, el Mai ’68 de los futbolistas lejos estuvo de ser un movimiento de masas.

La lucha no terminaba allí. Inmediatamente después, el “Comité de acción de los futbolistas” se transformó como resultado de aquella ocupación

Esencialmente, quedó restringido a Paris, e incluso, a la Avenida d’Iéna. En el resto de Francia, unos 200 jugadores se reunieron en Saint-Brieuc, pero es apenas el único eco que encontró el movimiento fuera de la capital. Aunque limitado, este movimiento no podría ser reducido a un suceso exclusivamente folclórico. “Por su experiencia y sus reivindicaciones, el “Mayo de los futbolistas” se encuentra en la encrucijada del movimiento estudiantil y del movimiento sindical”, analiza Alfred Wahl. “Relativamente próximo al movimiento de los estudiantes, debido al sueño por un fútbol más lúdico, las fantasías de democracia directa y el rechazo de toda jerarquía, el reclamo se asemejaba al movimiento obrero debido al mantenimiento de reivindicaciones más precisas y categóricas”. Para el historiador, este modesto episodio bastó para estremecer la estructura del fútbol francés. “En cuanto a las conquistas, se observan las mismas características que en otros sectores: concesiones inmediatas, un proceso de reacción, pero también jubilaciones significativas en plazos más o menos cortos para los antiguos responsables de la FFF; y, en conclusión, una serie particularmente densa de reformas realizadas entre los meses y años ulteriores, casi en paralelo con las reivindicaciones de Mayo del ´68”, escribe.

Cierto número de conquistas fueron obtenidas, comenzando por la abolición, desde 1969, del famoso contrato a perpetuidad, reemplazado por un contrato de duración determinada voluntariamente. Cuando en 1972 los presidentes de los clubes intentaron pulverizar dicha conquista, se desencadenó una huelga de jugadores que la consolidó. Otro cambio notable tras el movimiento fue la renuncia del denostado Pierre Delaunay, hasta entonces mandamás de la federación. “¡Yo era el zurdo!” Estremecida, la organización de la Federación resistió a la tempestad. “De la misma manera que en otras esferas sociales, asistimos a un cuestionamiento de la noción de autoridad, incluso en la escuela o en la universidad surgen nuevas orientaciones, pero el fútbol permanecía como dominio de autócratas oscuros” señalaba con pesar André Mérelle, uno de los pocos futbolistas afín al movimiento. “Tuve dificultades para volver a encontrar un club. Yo era el “zurdo””, agrega. Las autoridades también buscaron alejar de las canchas a los contestatarios amateurs.

“Tuve dificultades para volver a encontrar un club. Yo era el “zurdo””, agrega. Las autoridades también buscaron alejar de las canchas a los contestatarios amateurs.

La liga de Paris suspendió por un tiempo nuestras licencias. Querían impedirnos el debut en la temporada ´68-´69”, aseguró Serge Aurer, otro participante citado por el periodista Mickael Correia, en su libro Una historia popular del fútbol. La revuelta no impidió tampoco que Georges Boulogne, en la mira de los rebeldes, sea oficializado al año siguiente como entrenador de los bleus, director de asuntos futbolísticos en 1970 y uno de los pilares de la Federación. Reputado dogmático, este hombre de ideas decididamente conservadoras, incluso reaccionarias, tuvo carta blanca luego del ´68, para moldear a su guisa el sistema formativo tanto de entrenadores como de jugadores franceses. Antes que hacerlo evolucionar, se esforzó por consolidar su esquema vertical, fuertemente inspirado en el funcionamiento militar puesto en práctica durante la República de Vichy. Principios y funcionamientos arcaicos, distanciados de las reivindicaciones y del espíritu festivo que animó a los jugadores contestatarios de la primavera del ´68, del cual todavía permanece parcialmente impregnado el fútbol francés.

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