Monchi: «Cambiaría todo lo que ha conseguido el Sevilla en estos 20 años por tener a Puerta y Reyes aquí con nosotros»

Mezcla la fidelidad a Bilardo con la fe en el 'Big data' pero no desvela mayor fórmula del éxito que el trabajo y la humildad. Lidera un equipo de 12 personas que cada año obra el milagro deportivo y económico para un club que cambió la Segunda por la UEFA en apenas 6 años.

Diego M. Díaz Salado.- En el último año anormal, hubo cosas normales. Habituales. Como que el Sevilla de Monchi besara plata. Sí, el Sevilla de Monchi. Está bien dicho. Porque a la sazón, Monchi es el denominador común de los éxitos actuales. Tres rachas de títulos, con tres plantillas y entrenadores distintos, dos presidentes y un único director deportivo: Ramón Rodríguez Verdejo, el ‘León de San Fernando’ (San Fernando, Cádiz; 1968).

No conozco a ningún director deportivo que sea un semidiós para tanta gente.
Buf. El fútbol es muy volátil. Del “Monchi, qué bueno eres” al “Monchi, vete ya”, hay cuatro o cinco partidos. Para lo bueno como para lo malo, siempre salgo en la foto. ¡Pero eso de semidios nada, eh! No exageres.

Te dicen el hijo pródigo. Tu regreso fue algo así como que el león recibió la llamada de la selva.
Siento quitar una parte emotiva a esta pregunta, porque yo no pensaba volver al Sevilla. Al contrario. Cuando salí de Roma, no tenía para nada la idea de regresar. Mi plan era irme a la Premier, tenía contactos muy avanzados con un club inglés, pero así son las cosas del destino. Se produjo la llamada de Pepe Castro. Me llamó el Sevilla. Y si el Sevilla me llama… Me tocó la fibra sensible.

Vámonos hasta los orígenes de Monchi. Llévanos a la Isla del León.
Mis orígenes están en San Fernando, Cádiz. Crecí en un barrio obrero, en una familia humilde en la que no había excesos, pero tampoco necesidades. Mi padre trabajaba en una constructora naval y nuestro piso era de la empresa. Mis padres se esforzaron para que sus hijos tuvieran una buena infancia y una educación. Yo estudié Derecho y uno de mis hermanos, Medicina. 

Mucha gente no sabe que estuviste a prueba en el Real Madrid.
Pasó todo muy rápido. Me llevaron casi engañado (risas). La realidad es que no iba yo muy ilusionado con este tema. Fueron dos entrenamientos y me volví. Pero tuve una anécdota muy curiosa. Yo no llevé guantes porque en teoría no iba a probar sino a pasar un reconocimiento médico y firmar. Empecé a entrenar con el Castilla, y claro, no tenía los guantes. Se me acercó unos de los porteros de la cantera, se quitó los suyos y me los dejó. Ese portero era un tal Julen Lopetegui. El otro chico que estaba probando allí conmigo era Juanmi, el portero murciano que fue del Zaragoza. Y ahora su hijo juega en la cantera del Sevilla. 

El único equipo español que sí te tenía fichado como director deportivo fue el Almería.
Estaba todo firmado, en 2006. Decidí que era bueno un cambio y salir del Sevilla. Es muy anecdótico cómo sucedió todo. Yo estaba ya preparado para anunciar públicamente mi marcha, y lo íbamos a hacer en medio de la Semana Santa de Sevilla, para que no se desviara tanto la atención del rumbo del equipo, que era bueno (acabó ganando la primera Copa de la UEFA). Entonces, el día previsto para esa rueda de prensa, me levanto con fiebre alta y todo el cuerpo lleno de ronchas. ¡Tenía varicela! Por más que mi madre perjurara que ya la había pasado, ahí estaba la varicela. Y todo se retrasa. Y estar en la cama me hace pensar mucho. Llegamos a la semifinal de UEFA frente al Schalke 04 y yo no viajo con el equipo. Voy por mi cuenta y me mezclo mucho con la afición. Y recibo un cariño extraordinario. No podía irme. Llego a Sevilla, lo hablo con la familia y con Del Nido para dar marcha atrás a todo. Y luego tuve que ir a Almería a dar una rueda de prensa. El único director deportivo que ha dado una rueda de prensa con un equipo por el que nunca fichó.

Naveguemos aún más atrás en la máquina del tiempo: Polster, Zamorano, Suker, Dasaev, Simeone o Rafa Paz y Jiménez que habían ido al Mundial 90 con España. Y Maradona. Ese equipo nunca triunfó.
Faltó consolidación de grupo. Davor, Cholo, Iván, estaban en sus inicios, ya eran muy buenos. Y no solo jugadores, fíjate en los entrenadores: Bilardo, Cantatore o Luis Aragonés. Pero no se tuvo continuidad en el alto rendimiento.

Maradona y Bilardo. Bilardo y Maradona. ¿Qué aprendiste de ellos?
De Bilardo aprendí muchísimo. Yo soy un bilardista convencido. Defensor a ultranza del bilardismo y de toda su filosofía, en lo personal y en lo profesional. Mucho de lo que aplico en el día a día lo aprendí de él, sobre todo el matiz de preocuparte de todos los detalles porque influyen en el resultado final. De Diego no es que aprendiera, a Diego lo disfruté. Es un sueño. Somos pocos los que podemos decir que hemos compartido vestuario con un genio como Maradona. Me quedo con todo lo bueno que viví con él ese año. El mejor jugador de fútbol de la historia.

¡Stop! Un momento, ¿Maradona mejor que Messi?
Sí. Siempre lo digo. Messi es el mejor jugador del mundo a día de hoy. Pero Diego ganó un Mundial. Y también ganó títulos a nivel de clubes teniendo un protagonismo totalmente central. Para mí es el mejor de la historia. Y, además, me considero amigo de él. Yo vi en el Sevilla a un Diego Maradona que a un 20% de su nivel era el mejor de todos los que había en el campo. Repito, a un 20% de lo que era Diego. 

Pues imagina que eres tú el director deportivo que tiene que fichar a un Maradona al 20 por ciento de su nivel. ¿Lo harías?
Como director deportivo intentaría calcular si él sería capaz de convertir ese 20% en un 50%. Y, posiblemente, si determinara que podía conseguirlo, lo hubiera firmado. 

¿Y mantienes contacto con él?
Hace unos días tuve la suerte de que contaran conmigo para participar en el vídeo que le pusieron por su 60 cumpleaños. Más allá de eso, no es que hablemos a menudo, pero sí sé que se refiere con cariño de mí y del Sevilla. 

Y volviendo a Bilardo, en Sevilla hay una leyenda urbana que dice que eres calvo por culpa del narigón… (En un partido frente al Athletic Club, en San Mamés, el Sevilla recibe un gol al final del partido y Bilardo, el entrenador, en un ataque de ira desmedida, agarra del pelo a Monchi, sentado a su lado) (Risas)
Él era un adelantado a su tiempo. Ya utilizaba el dato y el vídeo para planificar partidos cuando nadie lo hacía. Y era exagerado en tenerlo todo controlado, pero siempre con un porqué. Yo eso lo viví muy de joven, era una esponja, y aprendí mucho de él. Y al respecto de esa leyenda que tú dices, la desmiento (risas). No me quedé calvo ahí porque no me tiró, se frenó en el último momento y sólo agarró, no tiró. Siempre me sentaba a su lado, como otro día famoso, el del “písalo, písalo”. Teníamos una liturgia supersticiosa muy futbolera: salíamos al campo y yo me sentaba fuera del banquillo, y Carlos Dibos, el preparador físico, que es el cuñado de Simeone, se sentaba dentro junto a Carlos (Bilardo). Al empezar el partido, cuando pitaba el árbitro, nos intercambiábamos Dibos y yo. Y ya pasaba todo el partido junto al narigón. Aprendí muchísimo. Yo soy supersticioso, pero no creo en la suerte, creo en el trabajo. 

En aquellos años descubriste la Copa de la UEFA como futbolista. Y qué diferente era ese Sevilla en la competición que años después acabó tiranizando.
Recuerdo ese primer partido que yo estaba en la plantilla del primer equipo, contra el PAOK de Salónica en la 91/92. Empatamos a cero en la ida y en la vuelta, pasamos en la tanda de penaltis. Era inimaginable poder levantar esa copa, tanto aquella vez como unos años después que también jugamos la UEFA y nos eliminó el Barcelona tras pasar ante el Olimpiakos. Se celebraba por todo lo alto clasificarnos para jugar la competición y por cada fase que superábamos. Para nosotros, disputar era el objetivo; llegar a octavos o cuartos era un hito. Ganarla, impensable.

Ese Monchi portero casi eternamente suplente, ¿ya analizaba los rivales?
Siempre digo que era uno de esos futbolistas que hacía cosas que por entonces no eran tan habituales, que hoy sí lo son. Una era estudiar y otra analizar a los rivales. Recuerdo que me ponía a hablar con compañeros y les alertaba de por dónde podía salir ese extremo de turno o hacía qué lado se podía tirar el portero rival en los penaltis. Pero nunca, nunca, pensé en un futuro como secretario técnico, que era como se llamaba el puesto entonces. 

Los sevillistas ‘millenials’ que hoy celebran títulos se vacunaron del desánimo con un equipo en los peores años de su historia: crisis deportiva e institucional, descensos reales y hasta uno administrativo, que no llegó a consumarse. Te recuerdo en aquella manifestación multitudinaria del 95 para evitar que el Sevilla se fuera a Segunda B.
Fueron 15 días muy duros. Muy complicados. Un grupo de jugadores entre los que estábamos Rafa Paz o Jiménez fuimos a esa manifestación por doble obligación: devolver al sevillismo su apoyo y también como trabajadores afectados que reivindicábamos una solución. 

«En el 88 fui a probar con el Real Madrid y no llevaba guantes. Me los prestó el portero del Castilla, un tal Julen Lopetegui»

10 de septiembre del 97, el Sevilla pierde en casa contra el Isla Cristina y cae eliminado en Copa del Rey. 25 de agosto del 2020, este mismo club aniquila al Inter de Milán en una final de Europa League y es rey absoluto de esa competición. Del Isla Cristina al Inter de Milán pasan 23 años.
Ese recuerdo ahora lo utilizamos como ejemplo del crecimiento del club. Pero fueron momentos muy tristes. Recuerdo que ese partido de Isla Cristina lo pasamos muy mal, quizás fue cuando el Sevilla tocó fondo en su historia moderna. Y ese partido también recuerdo que parte de la afición lo pagó conmigo, aunque sinceramente, no tuve tanta culpa de los goles contrarios como sí pudo ocurrir en otros partidos.

Tú mismo lo has dicho, hubo momentos en los que parecía convertirse en blanco de la afición. Ahora te adoran más que a un delantero centro que meta 50 goles.
Ya lo dije antes, el fútbol cambia en cuatro partidos. Y el que no entienda esto así, es que no sabe de qué va el fútbol. Todo es presente. Y el Sevilla ha tomado un aura de equipo grande y todo es muy distinto.

Sí, pero no te nos desvíes. Que hay un campo de fútbol que corea el nombre del director deportivo. Es que eso no es normal.
Cuando llegué a Roma, fue lo que más me preguntaban. Que por qué la gente cantaba el nombre de un ejecutivo del club. Pero es que no sé dar una respuesta a eso, imagino que por cariño. He tenido mucha cercanía con la afición.

«Los logros del Sevilla van más allá de si Monchi ficha bien. Es un puzle en el que las piezas las ha puesto mucha gente»

No solo eso, Monchi. No se puede obviar que la afición asocia los éxitos del club a tu trabajo.
Eso no es justo. Obviamente, lo deportivo ha salido bien y ha sido el motor del crecimiento de este club. Pero no es justo decir que las cosas han salido bien porque Monchi ha fichado bien. Y no es por falsa modestia, sino porque creo que en este puzle las piezas las han puesto muchas personas. Hay un mérito enorme en los entrenadores, que han sacado partido a los jugadores que han venido. Estos éxitos son un hijo con muchos padres. Pero entiendo tu pregunta, porque es verdad que se han conseguido cosas que no tienen mucho parangón en el mundo del fútbol. En abril del 99 estábamos en Segunda, y empatamos en el campo del Toledo, el estadio Salto del Caballo. Justo seis años después ganamos la primera UEFA.

FICHAJES» Gráfico de las compraventas de Monchi. Artur Galocha

En el 99 te retiras después de tu mejor temporada como portero y pasas a ser delegado del club. Y ese fue el año que más veces cerraron el Sánchez-Pizjuán.
Un año muy difícil. Bajamos a Segunda después de haber subido el año anterior. En el primer partido le tiran algo al linier desde la grada. Y poco después fue el famoso derbi del cuchillo. Nos cayeron cinco partidos de cierre del estadio. Un desastre de año, todo salió mal. 

«Nunca, nunca he estado cerca de fichar por el Real Madrid o el Barcelona» 

Año 2000. Llegas a la dirección deportiva cuando no hay dinero ni para balones. Ese fue tu debut en los despachos, hace 20 años. Montas un equipo nuevo y arrasáis siendo campeones. Lo bordaste desde el principio.
Insisto, son éxitos de muchas personas. Lo primero, quiero aclarar algo que siempre se asocia a mí y no es así: yo no traje a Joaquín Caparrós. Ya lo había fichado el club como entrenador antes de yo ser nombrado director deportivo. Y al respecto de los fichajes, hay un truco, y es que el equipo estaba prácticamente descendido varios meses antes de acabar la competición. Y Joaquín estaba sin equipo. Por lo que nos pasamos tiempo viendo mucho fútbol, buscando jugadores a coste cero para hacerlo bien en Segunda. Recuerdo que fuimos a ver al Granada para firmar a Notario y el que nos gustaba era Capi. Pero a ese no lo podíamos fichar porque estaba cedido por el Betis.

Te diré un nombre: Daniel Alves da Silva. ¿El mejor jugador de la historia moderna del Sevilla?
Eso es imposible de definir. Más aún cuando ha sido contemporáneo de Kanoute, Jesús Navas, Luís Fabiano, Banega… Lo que sí te digo es que yo pienso que ha sido quizás el más determinante. Es increíble cómo un lateral derecho tenía esa incidencia en el juego de un equipo. 

La pregunta que te han hecho más veces: ¿cuál es tu fichaje preferido? Y uno que te haya decepcionado. 
Daniel Alves. No porque sea el mejor jugador, sino porque es el fichaje que sigue los pasos que uno desea. Coste bajo, rendimiento alto y venta por un precio alto. Al contrario, reconozco que, aun habiendo decepciones importantes, no me gusta ponerles nombre. Porque en muchos casos parece que estamos culpando al jugador y es posible que sea achacable a nosotros, por no encontrar el entorno idóneo para que destacara.

De un lateral derecho legendario, al que tenéis hoy: Jesús Navas. Está mejor que nunca, incluso con la selección. ¿Es que nunca se cansa?
Jesús es un portento de la naturaleza. Un prodigio. Tiene condiciones físicas difíciles de comparar. No necesita descanso, siempre está al cien por cien. Eso le hace jugar al fútbol de élite a un nivel muy alto durante mucho tiempo.

«Ramos está marcando una época en el fútbol»

Seguimos con los nombres propios, Sergio Ramos. Un niño sevillista que pese a ser odiado por parte de la afición ha dicho alguna vez que le gustaría volver a ponerse esta camiseta. Yo lo pongo en lo más alto entre los defensas de la historia del fútbol.
De Sergio sólo puedo hablar bien. Lo hemos disfrutado como jugador del Sevilla y de la selección española. Un profesional como la copa de un pino, con mucho carácter competitivo y que está marcando una época en el fútbol nacional, europeo y mundial. ¿Que si puede volver a vestir la camiseta del Sevilla? Pues no lo sé. Yo creo que aún le queda tiempo en el Real Madrid. 

Otra pregunta complicada, ¿Juande Ramos, Unai Emery o Julen Lopetegui?
No te diré uno porque he tenido la gran suerte de convivir muy bien con los entrenadores que he tenido. Estos tres son los que más éxitos han conseguido. Cada uno en su estilo, todos muy competitivos.

Háblanos de Julen.
Es un tipo metódico, muy capaz, preparado y con mucha capacidad de análisis. Nunca se relaja. Ni deja que te relajes. Y eso es muy bueno y me gusta.

¿Y qué te cuenta la destitución de la selección?
Pues que le supo todo muy mal, aunque no es persona de mirar hacia atrás. 

Antes de que se me olvide, cuéntanos esa historia de que estabas en campo del Tottenham el día que os birlaron a Juande Ramos.
Menuda historia. Había ido a ver a un tal Ivan Rakitic, que jugaba en el Schalke 04 y viajé a Londres para verlo contra el Chelsea. Ese día debuta un joven Neuer y le meten un gol bajo las piernas. Me quedé en la ciudad para ver el Tottenham-Getafe de la Copa de la UEFA. Estaba en el campo, en White Hart Line, y había periodistas españoles que luego llegaron a decir que yo estaba allí negociando la salida de Juande. Obviamente no era cierto. El caso es que de un momento a otro empieza a correr el rumor de que Juande ha firmado por el Tottenham. Me llama Del Nido, bastante enfadado. Y le pregunto al director deportivo del Tottenham, ¡que lo tenía al lado! El hombre no sabe dónde meterse en ese momento, y lo único que me dice es que llame a mi entrenador. Juande no me lo niega. Y sí, efectivamente, ya lo tenían firmado. Pero yo a Juande lo recuerdo porque nos dio cinco títulos, siempre me quedo con las cosas buenas de la gente. 

Vender para crecer. Se dice que ese concepto lo inventaste tú para el Sevilla.
Yo matizaría ese concepto. No es vender para crecer. Es generar plusvalía para tener una plantilla por encima de las posibilidades del club. Ese fue nuestro gran acierto. Convertir en ingresos ordinarios algo que son ingresos extraordinarios.

Pero este año no han vendido. Koundé, Ocampos, Diego Carlos… ahí siguen.
Bueno, nosotros no vamos por ahí con un cartel de ‘se vende’. Si no llega la oferta que entendemos justa, no vendemos. Evidentemente, el Covid-19 ha afectado bastante en el mercado.

Viajemos a Roma. Ciudad bonita, casi tanto como Sevilla. La primera temporada fue muy buena. ¿Qué falló?
No. No tiene sentido valorar qué falló. No es justo. Roma es una ciudad que no es que sea bella, sino lo siguiente. Y la Roma es un club que llevaré siempre dentro, con una afición tremenda y unas estructuras magníficas. Me quedo con la parte positiva: maduré y crecí personal y profesionalmente. 

Y Totti, ¿sigue enfadado contigo?
Para nada. Nunca estuvo enfadado conmigo. Me tocó comunicarle una decisión del club, y nada más. A partir de ahí trabajamos juntos, con buena relación y aprendí mucho de él, que es una leyenda. Precisamente hace unos días estuvimos hablando.

ENTREVISTA A TOTTI EN LÍBERO

Y ese nuevo Monchi, ¿qué Monchi es? Dices que de Italia regresó una versión mejorada.
Alejarme de algo que dominaba al cien por cien me hizo tomarme las cosas con más filosofía. Creo que me ha servido para ser capaz de mejorar la gestión del éxito y del fracaso. Que hay que tomar las decisiones con igual frialdad tanto si las cosas van bien como si van mal.

En el Sevilla eres más que el hombre que ficha. Tienes una función nuclear dentro del club.
Ese es mi concepto de director deportivo. También fue así en Roma. Todo aquello que de alguna forma roza al primer equipo debe estar manejado por un director deportivo. Y eso es también filosofía netamente bilardista. 

Hablando de fichar, ¿qué tiene el mercado francés que tan bien te funciona? Diego Carlos, Kounde y Ocampos este año. Antes Kanoute, Escude, Keita, Gameiro, Rami, Squillaci, N’Zonzi, Krychowiak, Ben Yedder…
Los inicios de nuestra relación con este mercado fueron por una cuestión de cercanía. No teníamos mucho dinero para viajar y era el que estaba más cerca. A partir de ahí, cuando empezamos a dominar ese mercado, nos damos cuenta de que económicamente no es tan caro como otros y hay materia prima. Funciona muy bien el proceso formativo y el jugador llega muy trabajado. 

La liga. No pensarás volver a irte de Sevilla sin darle una liga a tu gente.
La liga es muy complicada. En 130 años de historia, el Sevilla sólo ha ganado una vez la liga. Ese matiz no se puede olvidar. Para que se pueda dar ese hito, hay que habituarse aún más a estar siempre cerca. En 2007 perdimos una oportunidad, pudimos hacer bingo. Lo tuvimos en nuestras manos. 

Llevas 20 años como director deportivo. El mundo cambia. Y el fútbol, más.
Es todo muy distinto. De empezar con una dirección deportiva rudimentaria con pocas personas a lo que hoy tenemos hay un mundo. Somos 12 integrantes, solo para el primer equipo. Luego hay otros departamentos, entre los que está el que yo creo que es la joya de la corona, el I+D+i. Ahí sólo analizamos datos. Tenemos un sistema de funcionamiento moderno. 

¿Big data u ojo clínico? ¿Cómo mantienes la ventaja cuando WyScout y los datos refuerzan la competencia?
Yo soy un enfermo del dato. Lo era cuando me daban datos apuntados en un papel o en un Word. Pero pienso que, como en todo, el dato no es la piedra filosofal sino una ayuda importante. El uso que tú le das a la información es la ventaja. Lo importante es adelantarte. Y no creerte que el dato vale para todo. Eso es un riesgo que hay que sortear y ahí puede estar la ventaja. Ahí es donde intentamos perfeccionar. 

Para acabar, un recuerdo emotivo. Los niños que se fueron: Puerta y Reyes.
Han sido 20 años magníficos, pero en los que yo hubiera cambiado todo lo que hemos conseguido, todos los títulos y todo el crecimiento, por tener con nosotros a Antonio y a Jose. Los recuerdo a diario. Cada vez que ganamos algo, los recordamos. Nuestra afición los tiene siempre consigo. Están con nosotros. •