Revista Líbero.- En un club tan grande y tan exigente como el Real Madrid no es nada raro encontrarse con etapas muy buenas pero también muy malas a lo largo de su historia. La de los apodados como “Los Galácticos” fue una de ellas en las que se fusionaron muy buenos éxitos también con grandes fracasos. Y uno de los que vivió en primera persona aquellos años fue el técnico brasileño Vanderlei Luxemburgo, que tuvo un paso curioso por la entidad blanca y una relación poco amigable con presidente y jugadores. Lo que a la postre le acabaría costando el puesto.
Y eso que el de Nova Iguaçu necesitó 18 títulos a sus espaldas para que el Real Madrid se interesara en él. Los mismos que necesitó José Mourinho para aterrizar en Chamartín en etapas posteriores, además de aquella eliminación al Barcelona con el Inter en el Camp Nou que también tuvo su peso. Todos los de Vanderlei fueron en Brasil, destacando liga y copa, pero también una Copa Intercontinental y como seleccionador de la canarinha una Copa América y un torneo preolímpico. El frustrado jugador que tuvo que dejar su deporte por una grave lesión de rodilla se convirtió en un improvisado entrenador con grandes cualidades para ganar. Pero para algunos cargos hay que valer.
La llegada al banquillo del Real Madrid en el año 2004 fue inesperada para Luxemburgo y con el paso del tiempo para Florentino Pérez se convirtió en una decisión casi equivocada. Un técnico que posteriormente se ha declarado fan y jugador de poker habitual en Brasil, si bien en la capital de España no supo jugar bien sus cartas.
Un profesional al que incluso se acusó de no haber estado centrado en sus cargos en el Brasileirao por estar más pendiente de su carrera en las mesas, cuidando las claves del Texas Holdem y otras muchas variantes de este juego que el técnico dominaba. De hecho, se dejó entrever por las Brazilian Series of Poker más de lo que algún que otro dirigente hubiera preferido. Aunque nada comparado con lo que presenció en Madrid.
UN VESTUARIO ACOMODADO
Todo este capítulo tiene un claro protagonista que no es otro que el presidente Pérez, que en el año 2000 comenzó con su gran plan para ganar las elecciones del club blanco. Primero sedujo a Luis Figo para traicionar al Barcelona y después dio un gran golpe de efecto al mercado con el fichaje de Zinedine Zidane. No le salió nada mal porque el francés le dio la novena al madridismo con aquella volea antológica de Glasgow. Pero las cosas en el vestuario ya no andaban bien.
FIGO» Un fichaje que inauguró una era.
Tras ganar la liga en 2003, Vicente del Bosque fue despedido y Fernando Hierro incitado a abandonar el equipo de la manera más amistosa posible. Carlos Queiroz trató de paliar el golpe, pero tan solo sumó la Supercopa de España del año siguiente. Qué decir de Camacho que salió rápidamente de la entidad después de que el club fichara a Michael Owen sin ni siquiera consultarle, mientras que García Remón no llegó a ganarse el respeto ni de mandatarios ni jugadores. Y con ese panorama llegó Luxemburgo.
El brasileño debutó además en un encuentro de tan solo seis minutos, un “mini-partido” que se había tenido que aplazar frente a la Real Sociedad por un aviso de bomba en el Santiago Bernabéu. Vanderlei le dijo a la plantilla que trataran de conectar con Zidane y Ronaldo, que por entonces ya había llegado a la capital española. Dicho y hecho, pues el fenómeno provocó el penalti de la victoria y Zizou lo marcó.
A nivel deportivo todo estaba perdido pues el equipo estaba ya a 13 puntos del Barcelona y no pudo más que maquillar un campeonato del que no se acabó quedando tan lejos pese a todo. El equipo no terminaba de jugar bien, pero los problemas estaban en el vestuario. Ya a Del Bosque no le había quedado más remedio que aceptar que el plantel hacía sus fiestas y que no tenía mucho sentido hacer sesiones de entrenamiento por la mañana. Prefería dejarlas para la tarde.
ZIDANE» El entrenador brasileño con Zinedine Zidane.
Luxemburgo llegó con la estrategia de ser un tipo estricto que no permitiera ese tipo de cosas. Tampoco que los jugadores bebieran vino y cerveza en las comidas entre semana, o que antes y después de los partidos se desplazaran en aviones privados para acudir a eventos de todo tipo. Y eso no convenció a un vestuario ya acostumbrado a esos vicios. David Beckham, Roberto Carlos o Claude Makelele se añadían a los ya mencionados. “Yo rezaba para que los partidos fuesen los sábados para poder ir a la Fórmula Uno los domingos”, comentaba Roberto en una entrevista reciente para un canal de televisión portugués. Poco más que añadir.
LA DISCUSIÓN CLAVE
Como decimos, las cosas ya no venían bien antes de la llegada de “Luxo”, pero no mejoraron cuando la directiva decidió dar buena cuenta de Fernando Morientes sin razones de peso, hecho que puso de mala gana a Raúl González que para nada lo vio justo. Otra leyenda a revueltas con la gestión de la cúpula del Real Madrid. Sin títulos de por medio y sin un estilo marcado que convenciera, era cuestión de tiempo que todo saltara por los aires.
RONALDO» Momento del cambio clave.
Lo hizo en un episodio contado por el propio Vanderlei en el medio The Coaches Voice. Ante el Getafe, con un jugador menos y ganando por 1-0 en el templo blanco, Luxemburgo tomó la decisión de sustituir a Ronaldo a tres minutos del final. Eso provocó el murmullo en la grada del Bernabéu y una posterior llamada de Florentino Pérez pidiendo explicaciones. Con el calentón la llamada terminó en discusión y ahí la relación se terminó de truncar. En diciembre de 2005 el ex Santos hacía las maletas tras menos de un año de mandato. Juan Ramón López Caro le sustituía y le hacía regresar a su país natal. Allí sigue entrenando y desarrollando su otra pasión: el poker. Aunque olvidarse del Real Madrid nunca será una opción para él. •