Diego Barcala.- Nada es lo que parece en las obras del artista Chema Madoz o todo lo contrario. Todo es lo que el autor ha querido inmortalizar. Ni siquiera este delantero hierático, lujoso y fúnebre está libre de las interpretaciones que generan sus fotografías conceptuales. La primera capa metafórica nos llevaría a Salah, el delantero egipció del Liverpool. Descartado si tenemos en cuenta que la obra es previa a su irrupción en Anfield. A no ser que el fotógrafo sea un forofo del Basilea, club suizo que se hizo con sus servicios en 2012, cuando el artista hizo la imagen. Preguntado el autor, descartada la metáfora. “Si tengo que elegir por un equipo, supongo que optaría por el de mi hijo, el Atlético de Madrid, aunque de pequeño era del Real Madrid. Es curioso porque pedí a los Reyes un equipo del Real Madrid pero me trajeron uno del Athletic de Bilbao. Iba por la calle explicando que en realidad yo había pedido el del Real Madrid”, explica el autor nacido en 1957.
«Es curioso porque pedí a los Reyes un equipo del Real Madrid pero me trajeron uno del Athletic de Bilbao. Iba por la calle explicando que en realidad yo había pedido el del Real Madrid», explica el autor nacido en 1957.
La segunda posible interpretación de la imagen le encaja más en su compleja creatividad. Una especie de figuración de un futbolista en una cápsula dorada, que representa a las nuevas estrellas de la sociedad, pese a que son figuras atadas a un campo de fútbol. “Suelo aceptar todas las interpretaciones que haga la gente de las fotografías. En este caso puede ser así. Una representación de esa nueva deidad de la sociedad actual con un faraón en un futbolín sin portería… Podría ser”, admite.
Sin embargo, la realidad que llevó a Chema Madoz a hacer esta imagen es mucho más simple. “Es un regalo a un amigo que es egiptólogo y le apasiona el fútbol. Me hizo un regalo y se lo devolví con lo que a él le gusta”. Así de simple. Y también de artístico. El Premio Nacional de Fotografía en el año 2000 vive con naturalidad los elogios y grandes reflexiones que transmite su trabajo. Habitualmente es calificado de poeta visual y sus imágenes son expresiones efectivas del verdadero valor de la sencillez. “Es que un huevo, con la luz adecuada, puede tener la forma perfecta”, explicaba en El País Semanal hace unos años.
EL RASTRO
“La metodología siempre es la misma. Todas las imágenes tratan de responder a una idea. Ensayo, diseño, construyo y la foto es lo último”, detalla. En este caso no recuerda dónde adquirió el pequeño faraón egipcio pero asegura que sería en alguno de sus caladeros habituales. “El rastro o alguna tienda suelen ser buenos suministradores de objetos”, responde el fotógrafo.
«Con 20 años me encantaba el juego pero ahora no paso de ser un simple espectador que ve los partidos más interesantes, los derbis o la selección».
La brillantez y originalidad de su obra, que goza de numerosos hitos artísticos con exposiciones en los mejores museos de arte moderno de Europa, así como de una altísima cotización, tiene su origen en la plena observación. Su mirada es curiosa y pura como la de ese niño del barrio de San Blas hijo de banquero y ama de casa que se acabo convirtiendo en el primer fotógrafo español en exponer en el Reina Sofía. No es descartable que aquel niño al que le regalaron por error la camiseta del Athletic Club soñara con desarrollar su creatividad innata en un campo de fútbol. “Con 20 años me encantaba el juego pero ahora no paso de ser un simple espectador que ve los partidos más interesantes, los derbis o la selección”.
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